Mateo Clemente Yañez, es un testigo vivo que cuenta la historia oscura y silenciosa del maltrato por la que pasan las personas de la tercera edad. Es originario de San Juan del Río, Querétaro. Salió huyendo, golpeado, de casa de su hija y por la premura no se dio cuenta que llegó a la central de autobuses de Guadalajara, cuando él buscada llegar a Mexicalí.
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Mateo tiene cuatro hijos, tres de ellos se desentendieron de él y lo dejaron en el abandono, su hija, en cambio, lo obligó a vivir en medio del silencio. Estaba encerrado, a las ventanas le ponían hule para que no se viera nada. No permitían que hablara ni nada.
“Me amarraban con cinta las manos y la boca”, dice con tristeza. A sus 67 años, logró escapar de la casa de su hija, quien lo violentó físicamente por más de un año. “Cuando me empezó a maltratar aguante como un año y medio, y después me escapé. En otra ocasión lo intenté pero los policías me agarraron y me devolvieron”, recuerda.
A pesar de que aquellos golpes y jalones recibidos por su hija, se han ido borrando en los últimos tres años desde que llegó al albergue 'Para Amigos de Juanita y Fernando AC' a Guadalajara, recuerda cómo lo encerraba en el baño por días sin poder hacer sus necesidades.
“Me metieron al baño y un día no aguante y me hice en una bolsita la eché en la basura pero ella la encontró y bailó sobre mí, en mis pies”, recuerda.
A pesar de que Mateo interpuso una denuncia ante la Fiscalía del Estado de Jalisco en contra de su hija por la violencia que recibió por parte de ella, la carpeta no ha avanzado, situación a la que la una de las encargadas del albergue puntualiza como abandono institucional.
Como parte de los recuerdos que todavía anidan en la mente de Mateo, además de los maltratos, están los documentos oficiales que dejó en casa de su hija, como la tarjeta donde le depositaban el apoyo del gobierno y las escrituras de sus terrenos. Actualmente, Mateo dice que las heridas han sanado gracias a la fe que él tiene en Dios.
JMH