Marcelo, joven con parálisis cerebral, vive a diario el problema de transporte en Monterrey

El joven de 28 años relata que las calles de la ciudad dificultan su tránsito, pues utiliza un andador posterior para desplazarse y la infraestructura urbana no es la ideal para moverse con seguridad.

Marcelo García relata que suele pedir paso a los automovilistas | Martín Ocañas
Martín Ocañas
Monterrey, Nuevo León /

La historia de Marcelo García pone en evidencia los desafíos que enfrentan miles de personas en su vida cotidiana.

Marcelo, un joven de 28 años con parálisis cerebral, utiliza un andador posterior para desplazarse y depende de la infraestructura urbana para moverse con seguridad.

Sin embargo, las condiciones de las calles y banquetas en Monterrey y su Área Metropolitana dificultan, más de lo necesario, sus actividades diarias.

“La inclusión empieza en las calles y es para todos”, aseguró Marcelo, destacando que los retos que enfrenta no son únicamente suyos, sino de toda una comunidad.

La falta de rampas adecuadas en las esquinas es uno de los principales y mayores obstáculos: muchas de ellas están mal diseñadas o simplemente no existen, lo que lo obliga a buscar rutas alternativas que no siempre son seguras; además las rejillas abiertas, las banquetas deterioradas y las alcantarillas a desnivel se convierten en trampas constantes para quienes, como él, necesitan un terreno uniforme para caminar.

El transporte público tampoco ofrece muchas soluciones. Aunque algunos autobuses han sido adaptados, muchos siguen sin estar equipados de manera adecuada para recibir a personas con discapacidad, lo que limita su movilidad y los obliga a depender de otros medios menos accesibles.

“Yo lo que hago para poder cruzar las calles es pedir paso a los conductores”, comentó Marcelo, quien a menudo debe enfrentarse al tráfico para continuar su camino cuando cruza por las calles.

Por si fuera poco, señala la falta de empatía de algunos automovilistas, especialmente de los taxistas.

“Le pediría más empatía a los automovilistas, en especial a los taxistas, para la gente con alguna discapacidad”.

Marcelo comparte su experiencia con la esperanza de generar conciencia y subraya que la lucha es de todos. 

“No hablo solo por mí, sino por todos… Hay algunas personas que no pueden hablar, yo hablo también por ellos”, añadió. 

En su caso, el uso de un andador posterior requiere calles en buen estado, algo que no siempre encuentra en la ciudad.

“Es necesario andar por buenas calles, y no en todas las esquinas tenemos rampas para usar”.

En una ciudad que busca ser moderna e incluyente, es fundamental que se prioricen acciones que faciliten la movilidad para todos, como las banquetas en buen estado, las rampas funcionales y el transporte accesible.

La verdadera inclusión comienza en las calles, con acciones concretas que eliminen los obstáculos que afectan a tantas personas.

mrg

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