En Monterrey, donde azotó una crisis hídrica nunca vista en la región por años, dos estudiantes de preparatoria decidieron crear CAMO, un proyecto social que promete transformar el aire en agua potable con materiales reciclados y celdas Peltier.
Mariana Ameyali Aguilar González tiene 18 años y estudia el sexto semestre en la preparatoria Alfa Fundación, al igual que su compañero de proyecto, Juan Pablo de la Cruz, de 17 años.
Ambos tienen gusto por los proyectos y la robótica, pero a ella también le apasiona el emprendimiento social y combinado con la ingeniería, mientras que a él le gusta reunir la ciencia y tecnología para ayudar a las personas.
En entrevista para MILENIO, Ameyali y Juan Pablo relataron que la idea nació en 2023, cuando ambos entraron en un equipo de robótica que les pedía desarrollar un proyecto social. En aquel entonces, Monterrey enfrentaba una de las peores sequías en la que ciudadanos tuvieron que racionar el líquido.
El proyecto se llama CAMO, el cual proviene de CA= Carbón Activado y MO= Moringa, pues la idea original era crear un filtro de agua, con base en estos ingredientes, pero después de investigaciones decidieron cambiar el enfoque, para obtener el líquido de otras formas, dando como resultado un generador de agua atmosférica que usa celdas Peltier.
“El proyecto surge justo en 2023. Cuando nosotros entramos a un equipo de robótica y nos pedían desarrollar un proyecto social como forma de ver cómo trabajábamos, cómo es nuestra forma de pensar, resolver problemas, y en ese entonces sufrimos de sequías en Monterrey, porque de hecho en 2022, más o menos en julio y los siguientes meses sufrimos una de las peores crisis hídricas en los últimos 30 años en la región. Entonces nosotros nos dimos cuenta que es una problemática en la que realmente vivimos y que sufrimos. En mi caso cancelaron clases, no podíamos lavar trastes, no podíamos lavar ropa, los golpes de calor aumentaron, era algo que nos afectaba y fue la razón principal por la que decidimos atacar esta problemática”, comentó Juan Pablo.
“El proyecto comenzó siendo realmente un filtro de agua, a base de moringa y carbón activado. De ahí proviene el nombre del proyecto. CA= Carbón Activado y MO= Moringa. Después de muchas investigaciones decidimos cambiar el enfoque y comenzamos a investigar formas de obtener el agua, por lo tanto, decidimos crear un generador de agua atmosférica, que usa celdas Peltier”.
“Son placas que al introducirles electricidad de una parte se calientan y de otra se enfrían, generan un cambio de temperatura y así producen condensación, donde captan la humedad del ambiente y produce gotas que son tratadas, convirtiendo el aire en agua, que es nuestra frase principal”, mencionó Ameyali.
¿Cómo convertir el aire en agua usando materiales reciclados?
Tras varias investigaciones, la respuesta llegó: un generador de agua atmosférica. Este prototipo usa celdas Peltier, dispositivos que al aplicar electricidad crean una diferencia de temperatura entre sus lados, generando condensación a partir del aire.
Aunque el dispositivo aún está en fase de prototipo y apenas se logran obtener tres mililitros de agua en 20 minutos, los jóvenes destacaron que su diseño es completamente autosustentable y de bajo costo. Fue construido con piezas de una computadora vieja y una celda Peltier que tiene un costo de alrededor de 100 pesos, con la finalidad que se pueda recrear en casa.
“Nos centramos mucho en visitar varias comunidades para ver más o menos cómo era el contexto de cada una de ellas y poder aprender un poquito más. Nos dimos cuenta que el filtro no funcionaría tan bien porque nosotros lo tenemos pensado para filtrar líquido de cuerpos de agua ya existentes, pues aquí en Nuevo León no hay muchos. Además que los que hay están muy contaminados por empresas cercanas, entonces se puede convertir en un riesgo. Por eso decidimos cambiar el enfoque”.
“También nos dimos cuenta que muchas comunidades no tienen el acceso a comprar máquinas muy costosas, porque lo que estamos haciendo ahorita es algo que ya existe, pero las máquinas que producen una cantidad significativa de agua cuestan más de 100 mil pesos, entonces tomamos el enfoque de tratar de aterrizar el prototipo: hacerlo lo más sencillo posible y realizarlo con materiales reciclados. Nuestro primer prototipo fue completamente hecho de una computadora que nos donaron. La desarmamos, le sacamos las piezas que no funcionan y lo único que compramos fue la celda Peltier, que cuesta como 100 pesos. Entonces es también que las personas sin tanto acceso a recursos económicos puedan disponer de este proyecto”, señaló Juan Pablo.
“El mecanismo inicial es con las placas Peltier, que hacen un cambio de temperatura y ese cambio produce condensación, captando la humedad del ambiente. Ahorita nuestro prototipo genera tres mililitros en 20 minutos, lo cual no es mucho, pero es el inicio, y gracias a que hemos colaborado con muchas personas vamos a seguir a prueba y error para que sea muchísimo más eficiente y pueda ayudar a varias personas”, agregó Ameyali.
A su vez Juan Pablo relata que se encuentra aplicando una serie de investigaciones para implementar patrones con láser en placas de metal, con el fin que esta placa influya en que sea hidrofílica, o sea que atraiga el agua, o hidrofóbica, que la repele; así como replicar mecanismos de las plantas y de esta manera obtener agua de manera pasiva.
“Me encuentro aplicando en una serie de investigaciones para formar parte, que justamente desarrollan una investigación, que es justamente implementar patrones con láser en placas de metal y como esta placa puede ayudar a que sea hidrofílica, o sea que atraiga el agua, o sea hidrofóbica, que la repele. Otra investigación es sobre cómo replicar mecanismos de las plantas para obtener agua de manera pasiva. Ahorita sigue en fase de prototipo, nos falta mucho para trabajar”.
Respecto a la inspiración, no tienen algo en específico, pues de todas las personas que se rodean aprenden algo. Replican, toman lo que sirve, quitan lo que no y tratan de hacer lo más fácil posible con el fin que se pueda hacer en comunidades de bajos recursos.
“Lo que hemos estado haciendo es ver cómo otras personas utilizan la solución, tomamos inspiración de ellos, colaboramos, después replicamos, tomamos lo que nos sirve, quitamos lo que no nos sirve. Por ejemplo, cosas que sean muy complejas tratamos de llevarlas lo más fácil posible justo para que sea replicable en comunidades de bajos recursos y finalmente es prueba y error, hasta que vamos viendo qué nos sirve y que no nos sirve, y vamos construyendo algo que va mostrando resultados”, comenta Juan Pablo.
El reto: llevar agua a las comunidades y hacerlo replicable
El propósito principal de CAMO es que sea replicable en casa, en especial en las comunidades de bajos recursos, para que ellos logren generar su propio sistema de agua en caso que lo necesiten. ¿Cómo se lograría? Con un manual, lo más básico posible, con los conocimientos necesarios, pero expresados de la forma más sencilla, utilizando solo elementos que puedas tener en el hogar.
“Yo creo que el propósito es que el prototipo sí se pueda replicar por personas desde su propia casa, que no tengan que recurrir a materiales muy complicados de conseguir. Por ejemplo, las celdas Peltier las puedes comprar en internet, cuestan 100 pesos, o en un Steren, aunque no todos tienen acceso a internet, pero estamos viendo las formas en que esto sea lo más accesible posible”.
“Ahora, los conocimientos necesarios pues a veces pueden llegar a ser un poco técnicos y por eso aún no hemos trabajado mucho en esa área, porque seguimos en fase de prototipos. Pero nosotros lo que queremos es que en un futuro que tengamos algo funcional redactemos manuales, lo más básico posible para que las personas puedan seguir instrucciones como si fueran a armar un lego y puedan replicarlo todos desde su propia casa”, agrega Juan Pablo.
Además, están trabajando en mejorar la eficiencia del dispositivo, explorando investigaciones sobre cómo atraer más humedad del ambiente o reducir el consumo energético.
Este proyecto lo ha llevado a ampliar su red de contactos, comenzando con su equipo de robótica, quienes son los principales responsables de que el proyecto haya visto la luz; pues sin su apoyo no habría sido posible.
“Aunque no hemos contactado a muchas empresas, sí hemos recibido apoyo. Por ejemplo, Carrier, pero también National Geographic es una gran oportunidad, porque estuve viendo algunas de las propuestas que ganaron y justamente un proyecto es organizar recolectas de basura electrónica. El propósito de CAMO es que se pueda hacer con materiales reciclados, computadoras viejas, entonces una colaboración sería perfecta y buscaremos cómo realizarla, llevarla a cabo.
“Más que empresas, buscamos a personas que estén apasionadas por esta causa, con las que podamos colaborar, para poder ir construyendo poco a poco la solución”, señaló Juan Pablo.
¿El agua extraída es para consumo humano?
Después de mencionarnos que el prototipo da tres mililitros cada 20 minutos, surgió la duda de si el agua es potable o no. A lo que respondieron que en este momento no, pues les faltan más investigaciones sobre qué tipo de líquido es y para qué se puede utilizar.
“El propósito final es que sí sea potable y sí sea para el consumo, pero por ahora no es potable. Sin embargo, falta llevar más investigaciones sobre qué tipo de agua es y para qué se puede utilizar, ya sea para lavar platos, limpiar algo, regar plantas o cualquier otra actividad. Por ahora no es potable, pero el propósito final sí es que sea para consumo”, asegura Ameyali.
Un año y medio: el tiempo dedicado al proyecto
CAMO nació en octubre de 2023, pues desde esa fecha hasta la actualidad llevan trabajando en él. Mencionan que al inicio fue difícil debido a que el enfoque era distinto, por lo que tuvieron que volver a investigar y conocer las necesidades de la población.
“El proyecto como tal nació alrededor de octubre de 2023. Pues desde esa fecha hasta la actualidad llevamos trabajando en él”, recuerda Ameyali.
“Sí, aproximadamente un año y medio. Al principio fue difícil, porque nosotros teníamos una solución completamente diferente y ya lo estábamos llevando a cabo cuando nos dimos cuenta que tal vez no era la mejor manera de solucionar la problemática. Entonces tuvimos que decir ‘sabes qué, le vamos a dar la vuelta’ y pues vimos comunidades, nos dimos cuenta que no era viable y lo cambiamos. Entonces es un año y seis meses de mucho aprendizaje”, menciona Juan Pablo.
“Aparte porque consideramos que es muy importante ir cambiando, porque al principio no nos funcionó lo del filtro y decidimos cambiar, buscar nuevas opciones y creo que eso es muy importante. Y ahora, si esto no nos está funcionando, probar otras cosas para llegar a un único resultado”, finaliza Ameyali.
Respecto a si el clima de Monterrey sería un obstáculo para ejecutar el proyecto, Ameyali y Juan Pablo dijeron que no, pues si bien puede afectar, no significa que el prototipo no funcione.
“Justo todo esto del ciclo del agua sucede por un fenómeno llamado punto de rocío, el cual es la temperatura en la que debe de estar el agua en una proporción específica para que se pueda condensar. Básicamente lo que dice el punto de rocío es que mientras más humedad haya en el ambiente, menos temperatura ocupas para que se condense, pero si es un ambiente muy seco, no significa que no se pueda condensar, sino vas a tener que enfriar mucho más la superficie. Entonces no vemos el clima de Monterrey como un obstáculo imposible de superar, sí va a ser un reto y una dificultad, pero simplemente lo que tenemos que hacer es que el prototipo sea más eficiente para que pueda enfriar más la superficie y que así se pueda condensar”, asegura Juan Pablo.
“Según las investigaciones que habíamos realizado, las celdas Peltier independientemente del clima sí ayudan a producir agua, pero sí depende claramente de la humedad. Obviamente va a ser muchísimo más eficiente en un clima húmedo que en un clima seco, sin embargo, eso no quiere decir que no funcione”.
Un proyecto premiado en certamen de National Geographic
Los jóvenes relatan que el proyecto existe desde octubre de 2023, pero su acercamiento con NatGeo comenzó en 2024, cuando un maestro compartió la convocatoria en una página escolar. En 2024 fue su primer acercamiento, logrando una mención honorífica al quedar entre los 50 mejores proyectos de ese año.
En ese entonces se les otorgó una rúbrica y la retroalimentación de qué les había faltado para ganar. Su mentora fue Pamela Silva, ingeniera egresada del IMT, quien a su vez es exploradora de National Geographic para el Global Slingshot Challenge, logrando que los chicos ampliaran su visión para ver cómo la tecnología puede impactar al mundo, para en 2025 quedar entre los mejores 15 proyectos a nivel mundial.
“En 2024 obtuvimos una mención honorífica. Quedamos entre los mejores 50 proyectos de ese año y gracias a eso se nos otorgó una mentoría donde nos dieron la rúbrica y nos dijeron qué nos había faltado para ganar. Una de las rúbricas era inspirarnos en un explorador de National Geographic, entonces tuve la oportunidad de colaborar con Pamela Silva, que es una ingeniera egresada del IMT. Gracias a su mentoreo no solo enriqueció el proyecto, sino que también amplió nuestra visión para ver cómo la tecnología puede llegar a impactar al mundo. Estuvimos en contacto con ella por medio de correo y se realizaron algunas llamadas para recibir los mentores, que gracias a eso fuimos mejorando cada vez más el proyecto, hasta ganar la convocatoria, quedando entre los mejores 15 proyectos a nivel mundial”, dice Ameyali.
“Fue una gran oportunidad. Estamos muy felices, muy orgullosos porque desde 2023 llevamos trabajando este proyecto y comenzó porque en nuestra preparatoria fomentan mucho inscribirnos en convocatorias, por lo tanto, un maestro puso la convocatoria de NatGeo en una página compartida con los alumnos”.
Ameyali y Juan Pablo recordaron que se sintieron muy felices por el logro, ya que llevan bastante tiempo trabajando y mejorando el proyecto, ampliando su red de contactos y lo más importante: colaborando con compañeros que son igual de apasionados que ellos.
“Estábamos muy felices porque llevábamos bastante tiempo mejorando el proyecto, abriendo nuestra red de contacto, colaborando con muchas personas que son muy apasionados. Realmente a nadie le pagan, no hay algo más que su amor al arte y querer ayudar a las personas que están apoyando. Por lo tanto, es una gran oportunidad, gracias a eso nos están llegando más, para seguir ampliando la red de contactos, mejorar el prototipo y próximamente crear uno nuevo que pueda ayudar a alguien”, reflexiona Ameyali.
“Estamos muy felices de eso, pues además que es un gran logro, pero sobre todo es una gran oportunidad, no solo para desarrollar el proyecto y ayudar a las personas en ese sentido, sino también para inspirar a las demás personas. Las problemáticas sociales son de las personas y justamente ellas tienen que levantar la voz y solucionar lo que nos está afectando a nosotros mismos. Es una gran forma en que no solo podemos trabajar, sino también inspirar a que otras personas hagan lo mismo”, menciona Juan Pablo.
mrg