El sentido fundamental de las posadas comenzó a cambiar desde hace aproximadamente cinco décadas, con la promoción por parte de los medios de comunicación masiva de reuniones amenizadas por grupos musicales que provocaron que los rezos fueran catalogados como “aburridos”.
Así lo compartió, el arqueólogo Eduardo Merlo Juárez, quien en entrevista para MILENIO Puebla, precisó que desde hace varios años, la idea de una posada se ha planteado por las generaciones jóvenes como eventos donde predomina el consumo de alcohol y el baile, y dejaron de lado el aspecto religioso.
“La tradición cambió a partir de los años 70 del siglo pasado, cuando los medios de comunicación se hicieron más fuertes y empezaron a promover que había una reunión y tocaba la orquesta fulana o el grupo mengano; y los muchachos siempre buscaron eso y asociaron el rezo a algo que no les gustaba”, detalló.
El también cronista explicó que con el paso de los años la tradición de las posadas en México ha desaparecido de los centros urbanos, sobre todo, en áreas habitacionales residenciales en contraste con localidades de provincia o pueblos, donde incluso los vecinos, además de respetar la tradición original, amplían la cantidad de días para participar.
“En los suburbios y barrios todavía se siguen haciendo las posadas un poquito cercanas a las originales, y en los pueblos si se conservan totalmente e, incluso, hay pueblos que les gustan tanto que sobran vecinos para organizar y de los nueve días, dicen, nos vamos para atrás, hay pueblos que son 18 posadas en lugar de nueve”, agregó.
Ante ello, el especialista hizo una invitación a la gente a mantener esta tradición, pues refuerza la relación entre familias, amigos y vecinos, genera comunidad y se vive el verdadero espíritu de la Navidad: la unión.
“Creo que este año sí se harán más posadas porque hay menos restricciones sanitarias oficiales. Es importante que se preserven, porque son tradiciones que no pueden desaparecer y seguro en las mismas ciudades, aburridos de que sólo sea la fiesta, van a buscar a empezar a buscar un poquito de las raíces”, puntualizó.
Fue fray Diego de Soria, superior del convento de Acolman, en el Estado de México, quien oficializó esta tradición al mandar una carta al Vaticano en 1585, para pedir permiso al papa de formalizar las jornadas denominadas posadas, en las que se representa el peregrinar de María y José en su camino a Belén.
“Hoy las posadas ya no son como originalmente, apenas si en algunas casas se sigue la tradición de la procesión”, concluyó Merlo Juárez.
CHM