La Villita se ha quedado sola: sin misa y sin juramentos

Sin fieles, sin misa y sin juramentos. Reina el silencio.

La Villita en Pachuca durante la contingencia sanitaria. (Alejandro Reyes)
Alejandro Reyes
Pachuca /

La Basílica de Santa María de Guadalupe está abierta. Una de las dos puertas de la Villita le da el acceso a los fieles. La entrada los recibe con un mensaje en una cartulina firmado por el párroco: por la pandemia hoy no hay misas presenciales.

Es domingo por la mañana y unos pocos fieles se dan cita en la iglesia salpicados cerca del atrio. Cinco días antes se implementaron medidas ante la contingencia sanitaria por el covid-19 en 33 municipios, entre ellos Pachuca, se suspendieron las actividades en los centros religiosos, pero acá la Villita está abierta.


No hay misa. No hay repiques de campana. No hay sacerdotes. No hay sermón. El sonido de los autos de la avenida Juárez se cuela por momentos. Las sillas están clausuradas con cintas amarillas en las que se lee la palabra "precaución". No está permitido sentarse.

Pero eso no le importa a los pocos fieles que han venido hoy. Cinco personas se han sentado en las sillas cafés a pesar de la cinta que debe impedirlo. Tres fieles leen algo entre las manos, uno más parece dormir y una mujer revisa su teléfono celular. Todos usan cubrebocas.

No hay sacerdote ni monaguillos ni una sola persona que cuide de la iglesia. Al atrio lo dominan las imágenes de la Virgen de Guadalupe, ocho veladoras y 15 sillas con asiento y respaldo rojo.

Llegan otros fieles. Respetan las cintas y permanecen de pie frente a las imágenes de la Virgen y Cristo en la cruz, unos se arrodillan. Ahora es el canto de las aves el que se escucha desde lo alto de la iglesia.

En la entrada no hay nadie que revise el acceso a la Villita ni que cheque que los fieles lleven cubrebocas, no revisan su temperatura ni se ofrece gel antibacterial, aunque los pocos que han venido todos usan cubrebocas.

Solo hay una lona en la puerta con las medidas sanitarias que se deben seguir: uso obligatorio de cubrebocas, revisión de temperatura, gel antibacterial, tapete sanitizador, distancia de 1.5 metros, entrada por la puerta principal y salida por la puerta lateral. No hay ninguna persona que revise que se sigan medidas. El acceso es libre.

Un hombre de suéter verde, gorro negro, cubrebocas rojo y pelo largo lee las efemérides justo en la entrada. Las efemérides de enero informan que el día 1 se conmemora la solemnidad de santa María madre de Dios, el día 6 la epifanía del señor, el 10 el bautismo del señor, el 25 la conversión de San Pablo, el 26 la palabra de Dios, el 28 se celebra a Santo Tomás de Aquino y 31 a San Juan Bosco.

"Si estamos en las manos de Dios, estamos en las mejores manos. P. Flavíano Amatullí", remata el calendario de efemérides colocadas en un marco de madera café.

Aunque hay tres cartulinas con la palabra "salida" el lugar indicado para ello está cerrado con dos candados. Solo tiene abierta una pequeña ventana por donde entra el sol. Hay que salir por la entrada principal.

El párroco de la Villita, que no firma con su nombre los mensajes, ha dejado un segundo anuncio en una hoja blanca: por la contingencia sanitaria del covid-19 quedan suspendidos los juramentos hasta nuevo aviso.

Minutos más tarde las personas se han ido de la Basílica, los que estaban en las sillas, los que estaban de pie y de rodillas, todos. La Villita se ha quedado sola, sin fieles, sin misa y sin juramentos. Reina el silencio.

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