El hacendado que creó su capilla y en ella hizo un pacto con el Diablo

Edición Fin de Semana

Los pobladores afirman que La Capilla del Diablo lleva ese nombre por las apariciones de un ser maligno.

La Capilla del Diablo | Andrés Lobato
Rafael González
Puebla /

En San Isidro, Izúcar de Matamoros, se localiza La Capilla del Diablo, aproximadamente a tres kilómetros de la hacienda de San Juan Raboso. Se dice que estaba dedicada a san Miguel Arcángel, aunque nunca estuvo abierta al culto religioso ni está validada esta información.

Los pobladores afirman que lleva ese nombre por las apariciones de un ser maligno. Otros más, que el demonio terminó expulsado a la imagen del citado santo y se apoderó del lugar, donde juran que hasta la fecha siguen las visiones.

El arqueólogo Raúl Martínez Vázquez, cronista del municipio, cuenta que el recinto fue propiedad de Mateo Vicente Musitu y Zalvide-Goitia, “por ahí de 1780”.

La Capilla del Diablo | Andrés Lobato

Expresa que el español, acaudalado cañero, era muy religioso y fue parte del Santo Oficio.

Por contar con su propio templo en la hacienda causó incertidumbre entre los campesinos la edificación de la capilla: “En 1780, este lugar estaba en medio de la nada, no tenía ningún vecino alrededor. Lo más cercano era la hacienda”.

Llamaba la atención que la visitara a diario y siempre solo. También aseguraban que estaba “empautado” con el demonio. Se decía que su fortuna la había hecho gracias a un conjuro con Satanás.

“La leyenda que se cuenta en el pueblo de Raboso, como en los pueblos vecinos, es que la riqueza de este hombre se debía a que había hecho un pacto con el diablo”.

Además, se dice que tenía la facultad de la bilocación, es decir, estar en dos sitios al mismo tiempo.

La Capilla del Diablo | Andrés Lobato


“Se dice que había gente que lo veía en la hacienda realizando un trámite y, al mismo tiempo, lo podían ver en el campo gritándole a los peones (...) La bilocalidad es una habilidad que se atribuye a alguien que es muy santo o que tiene un pacto con el diablo”.

Aseguran que construyó la capilla, ya que era el sitio donde acudía para realizar sus rituales, “por eso estaba en un lugar alejado”.

Algunos cuentan que ese sitio no tenía ninguna imagen, solo había una mesa y sillas, así como un sacerdote, que apoyado en ella, se dedicaba a escribir. Cuentan que antes de adquirir la hacienda, el propietario, Alonso Raboso de la Plaza, no le quería vender, pero le dio la peste a su ganado y al morir sus reses, aceptó cedérsela.

La Capilla del Diablo | Andrés Lobato

Añaden que a partir de ese momento empezó a adquirir más propiedades hasta casi apoderarse del pueblo. Llegó a tener hasta cinco fincas. Su poder culminó cuando lo fusilaron durante la revuelta de Independencia.

La última batalla que le toca apoyar a él y su tropa fue en Chiautla de Tapia. Ahí, en noviembre de 1811, cuando llega José María Morelos y Pavón a lo que ahora es el estado de Guerrero, Musitu y su tropa lo enfrentan. “Como él era un hacendado español, con su dinero manda a hacer un pequeño ejército para combatir a Morelos (…) Mandó a fundir un cañoncito, al que pidió que le grabaran ‘Mata Morelos’, porque él se sentía que iba a matar a José María y Morelos”.

Al perder, los insurgentes lo persiguieron hasta el templo de Chiautla, donde se escondió. Fue aprehendido y fusilado.

Al morir la gente exclamaba que el pacto solo era para tener riqueza, más no para ganar la batalla ni para que fuera un hombre fructuoso en la guerra, “por eso el diablo castigó su insolencia y soberbia”. Apuntan que su viuda vendió la hacienda, incluida la capilla a los Illescas, quienes no eran ganaderos sino que se dedicaron al cultivo de la caña.

Ahora en el sitio quedan rastros de las pinturas que lució. Los pobladores jamás volvieron a rendir culto a la capilla, por el contrario, abandonaron el inmueble conformado por una cúpula y campanil.

“Desde finales del siglo XIX carga con esa historia negativa de que sirvió para los encuentros del hacendado con el Diablo”.

Por último, da a conocer que hasta la fecha se cree que los restos de Musitu están enterrados en la hacienda: “Hay gente que dice que se ve su sombra deambulando por ese sitio”.

AFM

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