Cuenta la leyenda que… en las calles del municipio de Celaya se encuentra atrapado el espíritu de una pequeña niña que no ha podido descansar, el cual camina durante las madrugadas por el centro de la ciudad, y únicamente se aparece a los taxistas para pedirles ayuda.
De acuerdo con las personas, uno de estos taxistas fue Don Javier; un hombre de aproximadamente 50 años que llevaba gran parte de su vida dedicándose a ese oficio, y que con lo que ganaba mantenía a su esposa y a sus hijos.
Fue un día de julio, durante la noche, que se encontraba trabajando para poder pagar la cuota diaria que se le pedía; cuando de repente, miró extrañado la figura de una niña de entre 8 y 10 años, quien, pese a ser las 12 de la madrugada, se encontraba de pie frente al Mercado Morelos, portando un vestido blanco, con piel blanca y cabello rubio y rizado.
La pequeña hizo la parada al taxi y se subió rápidamente en el asiento trasero, pidiendo a Don Javier que la llevara a La Alameda, pues justo este lugar estaba lleno de juegos a los que anhelaba subir.
Don Javier, extrañado, decidió preguntarle a la niña si en aquel lugar se encontraban sus padres esperándola, pero ella no respondió. No obstante, al creer que ella no había escuchado la pregunta, decidió avanzar.
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Minutos más tarde, al llegar al sitio, se percató de que la zona estaba completamente sola, por lo que preguntó a la pequeña si sabía dónde se encontraban sus padres. Sin embargo, al voltear hacia el asiento trasero, notó que la menor parecía hipnotizada mirando los juegos.
El taxista continuó cuestionando a la niña sin obtener respuesta alguna; por lo cual, al pensar que ella no respondía porque no tenía dinero para pagarle, se bajó del taxi y la tomó del brazo para sacarla del vehículo, percatándose de que ella continuaba pasmada e inmóvil, y que su piel era sumamente fría y rígida, como la de un difunto.
Inmediatamente, Don Javier sintió un escalofrío que recorría todo su cuerpo, y condujo velozmente con rumbo a su casa para calmarse un poco. Sin embargo, esa tranquilidad le duraría poco, pues al día siguiente, mientras se encontraba con varios compañeros de trabajo contándoles lo sucedido, un viejo taxista interrumpió la plática para contar algo que nadie se esperaba.
Y es que, de acuerdo con su historia, el espíritu que subió al taxi de Don Javier era de una niña pequeña que perdió la vida al ser atropellada hace años frente a La Alameda; el cual, desde entonces, todos los días ronda por las calles, esperando a algún taxista que pueda llevarla a ese lugar, donde espera poder subirse a los juegos.
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