Cuenta la leyenda que... En una comunidad del municipio de Irapuato, hace muchos años un hombre entró a una iglesia para confesarse; pero en lugar de contar sus pecados, comenzó a narrar una historia que nadie se esperaba.
Cierto día, un hombre acudió desesperado a la capilla de la comunidad de San Miguelito, implorando que algún sacerdote escuchara su historia; y así fue.
Dicha historia ocurrió hace muchos años, luego de que él perdiera a su querido hermano a causa de una extraña enfermedad.
Sin embargo, aunque el hombre se encontraba triste por aquel suceso, debió hacerse cargo de todos los preparativos, e incluso fue él mismo quien enterró a su hermano en un panteón de aquella localidad. Pero, al momento de dejar el ataúd en el hoyo que había cavado, sintió como una fría mano lo tomaba del brazo; y, aunque esto podría espantar a cualquiera, debido al impacto que le provocó lo ocurrido y a su profunda tristeza, pensó que eso había sido producto de su imaginación.
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No obstante, lo que él no sabía es que eso había sido solo el comienzo, pues algo peor le ocurriría después.
Luego del funeral, cuando él se encontraba buscando leña durante la noche, se dispuso a cruzar un viejo puente y, de repente, al final del mismo, en medio de la oscuridad, aparecieron unos ojos brillantes que lo observaban fijamente.
Por unos instantes, aquel hombre permaneció inmóvil sin saber qué ocurría, hasta que en un momento escuchó la voz de su hermano que decía: “Yo estoy bien… siempre te estaré cuidando hasta el día de tu muerte”.
Tras escuchar aquellas palabras, los ojos brillantes salieron de las penumbras y se pudo percatar que se trataba de un horrible animal, quien corrió velozmente hacia él.
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Y, aunque el hombre vio cerca su final, el animal se esfumó en el viento poco antes de hacerle daño.
Al momento de su confesión, él no recordaba qué animal era, ni qué forma tenía, pero el miedo que sintió lo llevó a huir de ese lugar en cuanto tuvo la oportunidad.
Pero eso no es todo, pues hasta el día de hoy muchos aseguran haber experimentado lo mismo al intentar cruzar ese puente. Y lo más perturbador de todo es que no se sabe si se trata de un animal, un demonio, o si es el espíritu del hermano de aquel hombre, que no ha podido descansar en paz.
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