Cuenta la leyenda que...un hombre que vivió en tiempos de la Revolución de 1910 en Guanajuato capital, era tan rico que por haber acumulado tan inmensa cantidad de monedas de oro perdió la razón y su única obsesión en la vida era el ruido provocado por el chocar de sus monedas.
Cuentan que esa fortuna provenía del montepío que tuvo en su propia casa por muchos años y por prestar con muy altos intereses ya que prestaba su dinero en oro y ponía como condición que se le devolviera en oro.
Y fue en una ocasión que se encontró con un hombre demasiado listo y abusivo, quien logró sacarle a plazo corto alrededor de dos mil pesos con el 25 por ciento pagaderos en ocho días. Pero lejos de liquidarle se desapareció llevándose el dinero, siendo esto parte de la causa para que el usurero perdiera la razón y se obsesionara por contar y recontar su dinero día y noche.
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Según cuentan, los vecinos ven a un hombre con sus rasgos físico casi todas las noches, y las familias que han vivido en esa casa oyen pasos en las escaleras que suben o bajan, y por las noches oyen también en tintineo de las monedas.
Por lo que aseguran que es el usurero del Baratillo que cuenta su tesoro, tesoro que como hasta ahora nadie lo ha encontrado, se cree que sigue escondido en varios sitios de la casa, pues en medio de su avaricia pensaba que de ese modo jamás podrían encontrarlo.
El usurero del Baratillo, un hombre de mirada extraviada, tez blanca de estura regular y con bigote fue bautizado así por los habitantes del pueblo que pocas veces lo veían salir de su casa hacia la plaza del Baratillo con la única finalidad de comprar sus alimentos.
PCQG