Leyendas de Jalisco: la carreta de Mexicaltzingo y la bruja Mochis en Cajititlán

La historia detrás de la obra inconclusa en este templo de Guadalajara y una bruja que atormenta a los pescadores en Tlajomulco.

Parroquia de San Juan Bautista en Mexicaltzingo, Guadalajara (Milenio)
Guadalajara /

Muchas son las leyendas que habitan en el imaginario popular de Jalisco, además de las famosas historias del Panteón de Belén y otros sitios históricos de Guadalajara, el estado guarda relatos y personajes de muchos rincones de su geografía.


En el libro Leyendas y personajes populares de Jalisco cuya compiladora es Helia García Pérez puedes repasar las leyendas de las regiones del estado, en esta ocasión te presentamos del Centro.


La carretera de Mexicaltzingo

La respuesta fue más allá de la expectativa. En los lejanos tiempos en que la iglesia era edificada, llegó hasta el viejo párroco un comerciante rico, aquejado de muchas dolencias, acababa de llevarlas todas ellas a los pies del cristo, acechado como era de suponerse, por el temor de una muerte cercana, por lo que había hecho una significativa promesa: «Alíviame Señor de mis males y yo me comprometo a concluír las torres de tu templo». Y tal como se lo dijo al cristo, así se lo repitió al párroco; fue por ello que las obras fueron de inmediato suspendidas, en espera del milagro.


El milagro no tardó en hacerse presente, pues aquel hombre recuperó la salud en los términos mismos del contrato, así que de inmediato se dijo a sí mismo: «Ahora sí el Señor de la Penitencia tendrá sus torres, altas y majestuosas, para que todo mundo sepa cuan patente es su poder y cuan grande su clemencia para quien a sus plantas implora». Llevado de este noble pensamiento, comenzó a hacer planes y proyectos; calculó los costos, imaginó el diseño, y soñó por días y noches la hermosura final que mostraría el venerado templo. Pero eran tantos sus negocios y tanta su bonanza que a su salud recobrada añadía, que la benemérita obra iba siendo siempre postergada, pues requería de mayor tiempo para encabezarla e incluso, de más recursos para que todo fuese de la mejor calidad. Y en esos entenderes y dilatadas esperanzas comenzaron a irse los años, y con los años murió el párroco, y al poco tiempo también el comerciante, sin que la obra fuese siquiera comenzada.


Fue por esos días de luto que el viernes siguiente y al fin del novenario, que mediando la noche oyeron por primera vez los vecinos de Mexicaltzingo el paso de una carreta con sonido recio y pesado, a la vez que acosadas las bestias por la ronca voz del cochero, vibrando con gravedad en el empedrado, rechinando las muelles, pegándose la carga de canteras, con rumbo al templo y una vez ahí, desaparecía y se perdía todo ello en la nada penumbrosa de la que había surgido.


Quienes eran entendidos en el asunto, supusieron de inmediato que se trataba del alma en pena de aquel comerciante indolente que del más allá volvía queriendo pagar en muerte la manda que en vida no había cumplido [Dr. José Trinidad González Gutiérrez].




La bruja Mochis

Esta bruja habita en las profundidades del Lago de Cajititlán, abrumando el trabajo de los pescadores, pues les rasga sus redes, cargándoselas de piedras en los lances más productivos. Ya se las atora en los troncos sumergidos, ya se las hace perdedizas entre los tulares, con un afán incansable de travesuras. Los pescadores, para calmar sus iras y las de otras divinidades que estaban en el fondo del lago, arrojaban como ofrendas objetos y figurillas de piedra y cerámica [Luis Méndez].

Fuente: Libro editado por la Secretaría de Cultura de Jalisco, disponible en este enlace.

SRN

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