El libro es considerado como un instrumento para la transmisión de la cultura a pesar del uso de las nuevas tecnologías; sin embargo, su alcance no es el mismo para toda la población.
Para quienes tienen una discapacidad visual, el acceso a la literatura se ve limitado a pocas obras por lo costoso de su producción y el poco interés por parte de las editoriales en hacer esa inversión.
Eduardo Andrade Cruz es invidente y labora en la biblioteca municipal de Tampico “Jesús Quintana”; explica que la opción que tienen para acercarse a la lectura es contar con libros elaborados bajo el sistema Braille, que es una serie de puntos en relieve que representa el abecedario y permite leer y escribir guiándose por el tacto.
Señala que en los estantes de la biblioteca ubicada en la planta baja del palacio municipal se cuenta con poco más de 100 libros escritos en este código, además de una cantidad similar de audiolibros, que les posibilita consultar algunas literaturas.
Considera que a nivel nacional no más del 25 por ciento de las bibliotecas cuenta con este tipo de libros, tomando en cuenta que en dicha red existen más de 7 mil espacios.
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Respecto a lo que cuesta su producción, detalla que un libro que está escrito en 300 páginas a base de tinta, al transcribir a Braille el número de hojas llega a triplicarse, pues la letra basada en la cecografía como también se le conoce a este sistema, es equivalente a escribir un documento en tamaño 20 en una computadora, por lo que es necesario hacer hasta tres tomos, por tanto, el costo se eleva lo mismo que su precio al público.
Para tener una idea de cuánto cuesta un libro de este tipo, expuso que mientras un impreso en tinta llega a tener un precio de alrededor de 300 pesos, uno hecho en Braille ronda en los mil pesos, lo que representa poco más del triple.
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VLSS