Los 500 edificios inhabitables

CRÓNICA

Damnificados confían que el cambio de administración en Ciudad de México sea benéfico para la rehabilitación de sus hogares, ya que han enfrentado diversas dificultades tras el sismo

Recientemente fue demolido este predio de la colonia Paseos de Taxqueña. (Foto: Jesús Quintanar)
Carolina Rivera
Ciudad de México /

La pérdida de vidas no fue el único saldo del sismo del pasado 19 de septiembre. Pasada la emergencia, miles de familias se enfrentaron a edificios con daños estructurales, lo que les arrebató el patrimonio de toda una vida.

Ellos son los damnificados de aquel sismo que sorprendió en el aniversario de un terremoto que devastó a Ciudad de México hace 33 años y que en esta ocasión dejó 500 edificios inhabitables y a la espera de ser demolidos.

A un año del sismo, la Secretaría de Obras y Servicios del gobierno capitalino (Sobse) reporta haber concluido la demolición de apenas 65 edificios, además de que tiene cinco más en proceso y esperan iniciar próximamente con nueve.

Tal es el caso de la familia Alonso Salinas, quienes hoy en día viven en la incertidumbre tras haber perdido su departamento ubicado en la colonia Paseos de Taxqueña, en la delegación Coyoacán, el cual pagaron durante nueve años y del que hoy no queda nada.

Ellos también son damnificados a la espera de que el cambio de gobierno en Ciudad de México no retrase el plan de reconstrucción que les permita recuperar su hogar, el cual tuvo que ser demolido ante el riesgo de que colapsara.

Angélica cuenta, con un tanto de humor, una serie de innumerables trámites que realizó durante el último año para confirmar desde que el edifico sufría daño irreparable y para acreditar la propiedad del departamento, un tema que sigue pendiente.

“Nuestro dictamen final donde ya se considera inhabitable el edificio nos lo entregan hasta enero de 2018, cuatro meses después del siniestro, lo cual para nosotros implicó pagar hipoteca y renta a la vez, porque el edifico era evidentemente inseguro”, dijo.

La demolición fue otro de los retos que enfrentaron y es que un desacuerdo entre vecinos de un edifico aledaño fue lo que les permitió entrar en la lista de los edificios que serían demolidos este mismo año.

Sin embargo, el proceso tomó más de dos meses y apenas hace una semana les entregaron oficialmente el predio donde estaba construido el edifico de cuatro pisos que albergaba a 16 familias, quienes a un año de sismo tienen la incertidumbre de cuándo podrán volver a su hogar.

“A mí me encantaría que la Navidad de 2019 ya la pudiéramos pasar en nuestra casa, pero lo cierto es que en esto de la resconstrucción puede ser un factor para retrasar la obra, además de todos los trámites que tenemos pendientes y hasta el próximo cambio de gobierno que espero no detenga el proceso”, afirmó.

En tanto, la familia Alonso Salinas tuvo que rentar un departamento que les permitiera mantener la dinámica que tenían a diario antes del sismo del 19 de septiembre del año pasado, en especial de Santiago y Sebastián, los dos hijos de Angélica y Manuel que hoy los ven más fuertes y unidos que nunca, pese a la tragedia.

“Buscamos que el impacto no fuera tan grande, sobre todo para los niños que viven de manera bien diferente un siniestro de esta naturaleza. Mientras que para mi esposa y para mí esto fue algo muy trágico que le dio en la torre a nuestro proyecto de vida, para ellos ha sido experiencia divertida”.

Sebastián, el más pequeño de los dos y con solo seis años, dice extrañar su casa, su sala y hasta su cuarto, hoy se ha convertido en fan de los desastres naturales y de las estrategias que a través de los videojuegos puede aprender para sobrevirarlos.

Además de que construye edificios con legos para luego destruirlos junto a sus amigos después de que emite el sonido de la tan temida alerta sísmica; aunque para él ese sonido simplemente da pie a una revisión estructural de aquellos inmuebles que lograron permanecer en pie.

Mientras tanto, Angélica y su esposo esperan superar el descalabro económico que tuvieron durante este último año y sobre todo recuperar todo por lo que trabajaron para ellos y sus hijos; aunque son conscientes de que realmente no perdieron nada y tienen todo para volver a empezar.

“Se siente muy feo ver que algo que soñaste y por lo que trabajaste un chorro de repente ya no está, ya no existe, pero somos optimistas de que los recursos van a fluir de manera rápida y positiva y no solo para nosotros, sino para toda la gente que se quedó en esta situación de damnificado”.

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