Un buen servicio de transporte público es uno de los grandes retos de las metrópolis y Monterrey no es la excepción. La historia de la ciudad ha sido de gobiernos de rodillas, amagados por el gremio de transportistas, acostumbrados a dar mal servicio y cobrar lo que quieren.
Son tiempos de exigir un transporte a la altura de lo que merecen los ciudadanos y requiere una urbe cada vez más acorralada por los automóviles que trasladan casi siempre a una sola persona. Hay que bajarnos del coche y subirnos al camión, pero con un servicio de calidad... y sin riesgo de morir en el trayecto.