Los militares nos están pidiendo nuestras credenciales y nombres completos, si no los damos, dicen que nunca nos van a encontrar”, son las palabras que escuchó el profesor Felipe de la Cruz de parte de su hijo, uno de los normalistas que sobrevivieron a los ataques la noche del 26 de septiembre de 2014 y que fueron apoyados por policías preventivos de Iguala, Cocula y Huitzuco.
Quien fuera el primer vocero del colectivo “Nos Faltan 43” hace lo posible por no mencionar el nombre de su hijo, pero dice que su testimonio permite establecer la participación de personal del 27 Batallón de Infantería en los hechos de esa noche.
El joven alcanzó a comunicarse con su padre y le informó a grandes rasgos lo sucedido: junto a un grupo de compañeros llegó a una clínica particular, propiedad de un ex alcalde, donde se resistían a prestarles atención a pesar de sus lesiones.
Ahí llegaron elementos del Ejército quienes, en primera instancia, les recriminaron su presencia en la ciudad por el alboroto que se había generado y procedieron a tomarles los datos.
“Papá, los militares nos están sacando de la clínica, nos piden credenciales y nombres completos, dicen que si no los damos nunca nos van a encontrar”.
Dijo que los soldados les ordenaron salir para enfrentar a quienes estaban disparando y no les ofrecieron protección.
El grupo logró escabullirse y una mujer los dejó ocultarse hasta que amaneció; cuando salieron del domicilio había personal de la fiscalía estatal realizando trabajos de búsqueda, algunos incluso utilizaban altavoces, ofreciéndoles seguridad.
Fueron llevados a la coordinación regional de la fiscalía, donde encontraron a varios de sus compañeros y a jugadores del equipo los Avispones de Chilpancingo, quienes rendían declaraciones ante el Ministerio Público.
Jorge León, quien fuera asistente técnico del equipo de tercera división, cuyo autobús fue atacado en las inmediaciones del crucero de Santa Teresa, con dirección a Chilpancingo, recuerda que los papás de los jugadores también solicitaron el apoyo de los soldados luego de que se consumara la agresión que costó la vida de un integrante del equipo y del chofer de la unidad.
“Los que estaban en la puerta de acceso les dijeron a los papás que acudieron a pedir ayuda que no podían moverse, salvo en el caso de que recibieran alguna indicación superior”, destacó León.
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