La imagen de Nuestra Madre Santísima de la Luz llegó a la ciudad de León en el año de 1732 luego de que la ‘rifa milagrosa’ beneficiara a la recién creada Villa tres veces consecutivas, pero ¿Cuál es la historia detrás de tan venerada representación de la Virgen María? Aquí te la contamos.
Todo comenzó 10 años atrás de su llegada, cuando en la isla de Sicilia, Juan Antonio Genovesi, un padre jesuita que dedicaba su vida a extender el culto de la Virgen María, puso en marcha uno de sus más grandes deseos, elaborar una imagen que pudiera llevar con él en su labor evangelizadora.
El Jesuita encomendó así la tarea a una mujer, de quien algunos dicen era una religiosa y se aseguraba que tenía frecuentes revelaciones divinas; en una de estas, se le habría aparecido una señora rodeada por una corte de ángeles, por lo que para plasmarla contrataron a un pintor.
Ataviada con un gran esplendor de luz y gloria, rodeada de nubes y ángeles y con el Niño Jesús en brazos dijo a la mujer vidente: «Dile que me es grato su obsequioso pensamiento; que tomo bajo mi protección su apostólico ministerio, y que quiero ser representada en la forma que ahora me ves»
El pintor a cargo de dicha obra fue Miguel Cabrera, quien tras recibir las indicaciones de la mujer hizo algunas aportaciones de su personal inspiración, situación que no agradó del todo a la Virgen, por lo que pidió que se respetara su voluntad, accediendo también a estar presente durante el trabajo, a fin de que la mujer pudiera orientar al artista en su obra…. “La Virgen dirigiría la mano del pintor, aunque este no la vería.”
Siguiendo así la revelación, la Virgen fue representada con túnica blanca, manto azul, de pie sobre las cabezas de unos ángeles con su mano derecha salvando un alma del pecado, mientras que un ángel ofrece un canasto de corazones a Jesús, quien es sostenido por su Madre; además pidió ser invocada con el nombre de Madre Santísima de la Luz.
Tras la rifa, donde resultó elegida la Villa de León como sede del cuadro, esta llegó a México en 1732 y el 23 de mayo de 1849 la Madre de la Luz fue proclamada patrona de la ciudad de León gracias a las diligencias del cura-párroco Don José Ignacio Aguado, nacido en León en 1783.