Las relaciones diplomáticas entre México y España han estado bajo los reflectores desde marzo de 2019, cuando Andrés Manuel López Obrador, entonces Presidente de México, envió una carta al rey Felipe VI solicitando una disculpa formal por los abusos cometidos durante La Conquista. Aunque este llamado pretendía ser un gesto de reconciliación histórica, la reacción española fue de absoluto rechazo, marcando el inicio de una serie de desencuentros que, cinco años después, siguen vigentes bajo la presidencia de Claudia Sheinbaum.
En la carta de 2019, Andrés Manuel solicitaba que España, junto con el Vaticano, se disculpara por las matanzas y abusos cometidos durante la Conquista de México, en particular hacia los pueblos indígenas. El mensaje fue claro: para el gobierno mexicano, reconocer estos actos históricos no solo era un gesto simbólico, sino una forma de sanar heridas profundas que aún resuenan en la memoria colectiva del país. Sin embargo, para España, tal solicitud resultaba inaceptable.
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La respuesta española, tanto del gobierno como de amplios sectores de la sociedad, fue de indignación. Se argumentó que los hechos ocurrieron hace más de cinco siglos, en un contexto histórico completamente distinto, y que no tenía sentido ofrecer disculpas por hechos tan lejanos en el tiempo.
La negativa española endureció las posiciones de ambos países, especialmente porque López Obrador continuó mencionando este tema durante su mandato, avivando el debate en numerosas ocasiones. Esta insistencia fue interpretada como una estrategia política interna del Presidente mexicano, dirigida más a su base política que a una verdadera resolución diplomática.
Capítulo Sheinbaum
Cuando Claudia Sheinbaum iba a asumir la presidencia el 1 de octubre de 2024, las expectativas sobre un posible cambio de enfoque en las relaciones con España eran altas. Sin embargo, lejos de suavizar la postura, Sheinbaum decidió mantener la línea trazada por su predecesor.
De hecho, uno de los primeros gestos diplomáticos de su mandato fue no invitar al rey Felipe VI a su toma de protesta. Este desaire fue un claro mensaje de que el tema de la disculpa seguía siendo prioritario para México. Sheinbaum ha sido enfática al declarar que la relación con España es “buena” y que no tiene por qué cambiar, pero también ha insistido en que España debe “recapacitar” y ofrecer la disculpa solicitada por López Obrador.
Para respaldar su postura, la presidenta mencionó que otros países europeos y El Vaticano han hecho gestos similares de disculpa por sus pasados coloniales, y que esto no debe interpretarse como una debilidad, sino como un acto de grandeza.
En sus declaraciones, Sheinbaum ha intentado equilibrar su firmeza en la solicitud de disculpa con un tono más conciliador, recordando los profundos lazos históricos y culturales que unen a México y España, particularmente a través del exilio republicano español. Sin embargo, la exclusión del monarca español de su ceremonia de toma de protesta fue mal vista por muchos españoles, hecho que agravo aún más las tensiones.
Postura española
Para España, la petición de disculpa no solo es innecesaria, sino que resulta anacrónica. La Corona y el gobierno español han sostenido que los eventos de la Conquista no pueden ser juzgados con los parámetros morales y políticos del presente.
Además, consideran que aceptar la solicitud de México abriría la puerta a demandas similares de otras ex colonias, lo que podría desestabilizar aún más la política interna del país.
Pese a las tensiones diplomáticas, las relaciones comerciales entre ambos países no se han visto afectadas de manera significativa. España sigue siendo uno de los principales socios comerciales de México en Europa, y las inversiones españolas en territorio mexicano continúan siendo robustas. Esto sugiere que, aunque el conflicto político sigue latente, ambos países han sabido mantener una separación entre las disputas diplomáticas y los intereses económicos.
El reto que enfrenta Claudia Sheinbaum ahora es encontrar un equilibrio entre mantener una postura firme en el tema de la disculpa y evitar que este asunto siga siendo un obstáculo en las relaciones bilaterales. Si bien la Presidenta ha dejado claro que no piensa renunciar a la demanda de disculpa, también ha señalado que no buscará una ruptura total con España.
Las tensiones continúan, pero las puertas del diálogo permanecen abiertas. A futuro, es posible que el tema de la disculpa se siga utilizando en el contexto político interno mexicano, especialmente en momentos clave para movilizar la base política.
Para España, la clave será mantener un enfoque pragmático, priorizando los lazos económicos y culturales, mientras sigue rechazando cualquier intento de reabrir el debate sobre La Conquista.
MC