Aunque no hubo un acto religioso para el lavatorio de pies este Jueves Santo, el arzobispo de León, Alfonso Cortés Contreras, ofició una misa donde pidió a los feligreses olvidarse de ellos y pensar en el otro.
"Hoy es el día de la intimidad, el día de la coincidencia entre Jesús y sus discípulos, en este Jueves Santo Jesús descubre primero para sus discípulos y con ellos a todos los cristianos y al mundo entero, el sentido verdadero de lo que va a ocurrir el día siguiente el viernes Santo".
"Esta revelación la hace Jesús en dos momentos diferentes: el lavatorio de los pies y la institución de la eucaristía", dijo.
Explicó que por las circunstancias que vivimos hoy no se realizó el lavatorio de los pies como tradicionalmente se lleva a cabo, pero dijo que eso no significa que no practiquemos la enseñanza de servir con humildad a Dios y a los otros.
Dijo que hoy también suprimimos algunos gestos más de la religiosidad popular como es andar visitando los templos, pero esto no quiere decir que perdamos el sentido de ser peregrinos y de buscar al señor en aquellos lugares santos.
"Esta es la gran enseñanza de Jesús: lávense los pies los unos a los otros, dejen el amor propio de lado y no ignoren ni desprecien, es sentirse los unos a los otros, pónganse al servicio de los demás, ayuden en todo, pongan su interés en el bien de los demás, en el servicio de los más necesitados y de los más humildes, pongan el honor de su vida en amar y servir", agregó.
Y aseguró que a veces no nos duelen los sufrimientos del prójimo:
"muchas veces nos aislamos, nos tapamos los ojos con los pensamientos y razones para no tener que atender las necesidades de los demás y esto disminuye el cristianismo, el mandato de Jesús es el amor porque el amor es la vida verdadera, la verdadera justicia, la garantía de la paz y de la felicidad nuestra".
Dijo que Jesús es el amor encargado para la salvación nuestra, la vida eterna y que la institución de la eucaristía es esa cena pascual, una que Jesús vive por adelantado, la verdad profunda de su muerte para nosotros debe ser lo más preciado que tenemos como cristianos.
Enfatizó en que la eucaristía es la permanencia de la muerte de Jesús como un torrente de piedad y de adoración el que podemos entrar cada día para llegar cada vez a la gloria de Dios, es la vuelta al paraíso, la eucaristía es el abrazo la reconciliación con él.
"Da tristeza cuando un católico la Santa eucaristía la echa a un lado, da tristeza cuando unos cristianos católicos después de no confesarse tanto tiempo, después de no haber participado muchísimo tiempo en este misterio Santo, en esta obra de salvación, se acercan con la mano en la cintura a comulgar cuando no han tenido la preparación, da tristeza cuando unos cristianos católicos o familias enteras pasan años sin participar en lo más sagrado que tienen".