Viajo a casa después de trabajar cerca del Centro de la Ciudad de México; son más de las 23:00 horas y manejo un vehículo modelo 1989, (reservo el modelo y marca por seguridad), que pertenece a mi abuelo Javier.
Circulo sobre Tlalpan como todos los días, excepto jueves y sábados por que no circula y sus placas de clásico están en trámite, la historia que quiero compartirles busca crear conciencia sobre los peligros de los montachoques.
El caos comienza
Cruzo Río Churubusco, antes del Metro General Anaya, de la Línea 2, veo por mis espejos laterales dos autos negros: una camioneta golpeada, con vidrios polarizados, y un sedán en las mismas condiciones. Hasta ahí todo en orden, carros feos y sospechosos abundan en nuestra bella ciudad.
Circulo a 60 kilómetros por hora; la camioneta negra me empareja, hago contacto visual con el conductor y copiloto, de la nada me avientan la camioneta de manera agresiva, toco el claxon, invaden mi carril de nuevo, y doy un volantazo para evitar el impacto de mi lado. Se escucha un golpe fuerte (la lámina de estos autos es de la buena o eso siempre me dice mi papá), al evitar el contacto, impacto contra el sedán negro o me impacta de manera intencional. Lo descubriremos más adelante.
Estacionamos a una calle de la entrada del Metro General Anaya, cerca de un Oxxo y una Farmacia Similares, alcanzo a ver a dos personas, uno de ellos se baja y me pregunta: ¿Cómo me vas a pagar? Respondo que tengo seguro y me haré responsable si fue mi culpa. El conductor del sedán negro se acerca por segunda vez, me pide “aclararle a su tío” cómo fue el accidente. Él me pregunta cuál es mi compañía aseguradora, se muestra empático, me pregunta si todo está bien y crea confianza.
Me pongo en contacto con mi aseguradora, elaboran ticket para el siniestro y asignan un ajustador para el seguimiento de la situación. Me informan que tardarán entre 30 y 45 minutos. Le aviso a mi esposa que tuve un accidente, que todo está en orden y que voy a llegar tarde.
Habrá una tercera y una cuarta intervención del conductor del sedán; en la tercera me pide hablar de nuevo con su tío, pero el discurso cambia, afirma no poder esperar al seguro porque atiende una emergencia familiar y no puede acreditar la propiedad del vehículo, me exige apoyarlo para arreglar su golpe con dinero en efectivo; intentando disimular mis nervios, noto al conductor del sedán husmeando mis pertenencias, “accedo” a pagar en efectivo y les pido me dejen llamar por teléfono. Nunca me bajo del vehículo, estoy encerrado a piedra y lodo.
De inmediato le aviso a mi esposa para que pida una patrulla y marco al 911 para solicitar el auxilio, estoy siendo víctima de unos montachoques, explico la situación a la oficial que me atiende, me pide algunos datos y seguimos el protocolo, me asegura que el apoyo viene en camino.
Viene la cuarta intervención, todas han ido subiendo de tono, el conductor levanta la voz, trata de amedrentarme (no era necesario, a mí ya me hacía falta un bolillo); me exige dinero en efectivo, le comento que ya lo pedí y viene en camino.
En un alarde de efectividad mi seguro llega en menos de la mitad del tiempo pactado, se estaciona, apaga su auto, abre su cajuela y enciende unas luces intermitentes potentes que alumbran un escritorio improvisado en su cajuela. Se acerca a mi auto y me pregunta qué sucede, le explico que la situación es muy rara y sospecho ser víctima de unos montachoques.
Antes de poder mediar algo con el auto “afectado”, arrancan y huyen de la escena del siniestro, dos minutos después arriba una patrulla con un oficial de policía para brindarnos la atención y buscar apoyar.
Parece que todo terminó, pero no es así, charlo con el ajustador me comenta que es una práctica común sobre Tlalpan y que las víctimas casi siempre son dueños de “autos viejitos” por el estigma de que son autos que no están asegurados. Fallaron en esta ocasión pero le pegaron a un hermoso auto de 33 años, no hace falta detallarles que mi abuelo me va a colgar del asta bandera del Zócalo, pero eso es otra historia.
Termino los trámites con el seguro, agradezco el apoyo de la patrulla y el oficial, prendo mi auto con la puerta del copiloto hecha chicharrón, el orgullo herido y la panza vacía, hablo por teléfono para avisarle a mi esposa que voy a casa, son ya casi la una de la mañana.
Antes de llegar a casa, recibo una llamada: mi ajustador alarmado preguntándome si estoy bien. Se encontró con los montachoques y tuvo la sensación de que me siguieron e intentó alertarme. Antes de llegar a casa tuve que volver a buscar una patrulla (por fortuna encontré una de nuevo) y asegurarme que nadie me seguía.
Comparto mi testimonio para que nadie salga lastimado por estas actividades ilícitas y para buscar soluciones a un problema común en nuestra ciudad. Ojalá no seas el próximo.
Reportes en Redes Sociales
Este tipo de extorsiones, en las que los montachoques “parece que estudian a sus víctimas al verlas distraídas”, han sido reportadas y ubicadas en Redes Sociales en vialidades como:
-Circuito Bicentenario
-Calzada de Tlalpan
-Viaducto Miguel Alemán
-Periférico Adolfo López Mateos
-Calzada Ignacio Zaragoza
Recomendaciones para no ser víctima
En caso de tener un percance vial y sospecha que la otra parte involucrada actúa de forma inusual, agresiva o pide el apoyo a personas ajenas a un agente de seguros o la autoridad, la SSC recomienda a los automovilistas:
-Orillar los vehículos en un lugar que no obstruya el tránsito.
-Permanecer en calma y estar dentro del automóvil.
-Luego de un incidente de tránsito, hacer de conocimiento al agente de seguros y proporcionarles la ubicación.
-Si alguno de los involucrados presenta una actitud agresiva, de inmediato llamar al 911 o al 5208 9898 en la Unidad de Contacto del Secretario, o pedir apoyo a través de la cuenta de Twitter @UCS_CDMX
-Evitar acceder a un acuerdo monetario por los posibles daños a los vehículos, sin que esté presente personal de los seguros o alguna autoridad policial.
-Verificar que la persona autorizada por la aseguradora cuente con una identificación, uniforme y documentos legales que los acredite como parte de la empresa.
-Durante la verificación de daños, revisión de pólizas y demás trámites, el interesado debe estar presente. En caso necesario, presentar su denuncia ante un agente del Ministerio Público o un Juez Cívico.
¿Qué dice la ley?
El artículo 46 del Reglamente de Tránsito marca que todos los vehículos motorizados deben de contar con una póliza de seguro de responsabilidad civil vigente, además de ampliar la responsabilidad civil por daños a terceros, tanto en su persona y a su patrimonio, por lo que es obligatorio contar con dicho trámite.
Si alguna de las partes no cuenta con dicho documento o no llegan a un acuerdo entre aseguradoras, los oficiales de la SSC deberán remitirlos ante un Juez Cívico, para la sanción administrativa o económica que corresponda.