Mujeres ex guerrilleras en México… Décadas de lucha por un lugar mejor

En el marco del Día Internacional de la Mujer, recogemos algunos testimonios de quienes formaron parte de los movimientos políticos armados que en la segunda mitad del siglo XX plantearon la necesidad de un cambio radical.

Mujeres presas políticas después de hacer ejercicio en la entonces Cárcel de Mujeres. | Cortesía
Jesús Quintanar
Ciudad de México /

“Mi paso a la lucha armada se dio de manera natural, desde la casa. Ya que mi papá era agrarista de hueso colorado y mi nana formó parte del ejército de Álvaro Obregón”, narra Marisol Orozco Vega, una de las mujeres que formaron parte de los movimientos políticos armados en México.

Varias décadas después de la guerra sucia en el país, las voces de estas mujeres siguen intactas, esperando ser escuchadas para dar luz a esta etapa de la historia nacional que sigue en deuda con quienes protagonizaron esas gestas.

Con sus experiencias borradas e invisibilizadas, son ellas quienes han generado los espacios para conjuntar, preservar y reflexionar sobre las historias que construyeron.

“Nosotros siendo jóvenes quisimos ser una ciudadanía participativa, propositiva, porque nosotros como jóvenes dijimos aquí está, un pliego petitorio en el cual ponemos nuestras demandas que pensamos que pueden mejorar este país y que pueden hacer que se construya una ciudadanía más participativa y que seamos realmente una democracia”, reflexiona Lourdes Rodríguez Rosas.

Esperanza Rangel Aguilar cuenta que “como estaba la situación de que ‘el fantasma del comunismo recorre América’, entonces los gobiernos estaban como temerosos y por supuesto la clase capitalista estaba temerosa de que, ¿cómo?, si Cuba ya tiene un sistema socialista, pues no vaya a extender todo eso y vaya a llegar a México, ¿verdad?’ Y por eso acusan a muchos, aunque no sea cierto de que son comunistas que quién sabe qué, y que quieren implantar el comunismo, el socialismo. Entonces yo hasta le llamo ‘estados paranoicos’ porque en los movimientos pacíficos ellos empezaron a ver gestación de movimientos armados”.

“Y yo me pregunté ‘es que la lucha pacífica no nos va a ayudar a resolver nada. Porque la clase en el poder tiene el poder político, económico y militar. ¿Y nosotros? Sin nada. Palos y piedras ¿pues cómo?
“Entonces yo me preguntaba: ya no es posible la lucha pacífica. ¿Qué tenemos que hacer? Necesitamos ponernos a la altura del Ejército ¿Cómo? Preparándonos militarmente y entonces de esa manera podemos responder a sus acciones”.

Lourdes Uranga, académica de la Universidad de Chapingo, afirma que “dimos respuesta a una guerra que ya estaba declarada. Con todas las desventajas, con todas las asimetrías… pero pensábamos que el enemigo, cuando menos, podía reconocer que hasta el enemigo tiene derechos. Y no los reconoció, para ellos no tuvimos derechos”.

Continúa Lourdes Rodríguez: “hay toda una represión. No una represión, toda una contrainsurgencia dirigida desde Estados Unidos, contra todos los grupos que se levantaron. Y es contrainsurgencia porque nosotros éramos insurgentes. O sea, no fue un grupo, ni fueron dos, ni fueron tres. Fueron un chingo de grupos, grupitos y grupotes”.

Sobre las relaciones de equidad de género en el contexto de aquellos movimientos, Macrina Cárdenas, presidenta de la Mesa Directiva de Mexico Solidarity Network comenta que “a los hombres no se les cuestionaba que ellos decidieran irse. Nadie de ellos se tuvo que casar, ni engañar, ni nada. Ellos se iban, no había problema. Pero en el caso de nosotras, de las mujeres, no. Esta era una diferencia. No pues ellos se iban y ni modo. Podrán ser locos, pero eran valientes pero a ti ni ése poder de decisión, de decidir tu vida; estén de acuerdo o no estén de acuerdo, no es una decisión propia.

“Siempre digo que los primeros en darse cuenta de la igualdad de la mujer eran los cuerpos represivos. Y yo creo que Nazar Haro, me acuerdo esa frase que decía, que nos dijo como “nosotros éramos antes - no sé a qué tiempos se refería, no sé si a las mujeres del 68 - teníamos consideración con las “viejas”, pero desde que supimos que eran más cabronas que los hombres, se acabaron las diferencias”.

“La verdad de las cosas, no teníamos idea de lo que son capaces las elites que tiene el poder en sus manos. Nunca pensamos que pudieran tener tan pocos escrúpulos. Y la otra es que el Estado mexicano empezó a usar la estrategia de detención-desaparición forzada como una más de las estrategias contrainsurgentes y la de los pueblos arrasados sobre todo en el campo”, dice Lourdes Rodríguez
“Yo sostengo que todavía no hay un estudio del grado de represión que hubo en esta época de los 70 hasta los 80, aunque digan. Hay gente que compara que Argentina fue peor, nosotros no podemos decir eso pues es que no se han contado los muertos, ni se han contado las acciones ni las represiones por parte del Estado. Y esto que te estoy diciendo que es tan absolutamente grave, pareciera que no existió”, afirma Macrina Cárdenas.

Lourdes Bermúdez, ex integrante de la Liga Comunista 23 de Septiembre, dice que los funcionarios actuales de impartición de la justicia tienen una gran tarea: el reconocimiento de los hechos.

“Es necesario para revalorizar lo nuestro, para seguir adelante pues esa generación de luchadores, de la que yo formaba parte era de lo mejor de los mexicanos, los más entregados, generosos, arrojados. Lo son todavía los que aún continúan vivos”, asegura.

“Hacer libros de historia basados en los archivos policiacos es un ejercicio muy arriesgado y todavía hay muchos sobrevivientes para reescribir este periodo de la historia”, dice Macrina Cárdenas.

“Debemos tomar conciencia de que los cambios que queramos generar necesitan la participación de toda la población y en la medida de nuestras posibilidades participar, exigir, pero también contribuir a que los cambios se logren”, afirma Elia Hernández.

“Yo no sé si sentirme afortunada, porque yo digo que hay un síndrome, el síndrome del sobreviviente, que también lamentas haber sobrevivido. Porque también no sabes cómo es posible si tantos de tus compañeros murieron y como tienes que pagarle esta sociedad el haber sobrevivido, yo lo único que he hecho es levantarme todos los días a procurar a hacer algo por México”, dice Lourdes Uranga.


Lourdes Bermúdez: “Con la claridad de perspectiva que nos da el tiempo se pueden ver nuestras luchas, nuestro trabajo como gestas heroicas. Como “guerrilleros urbanos” se nos podría clasificar puesto que nuestro trabajo era para “cambiar el mundo”, promover una sociedad diferente y el trabajo era clandestino.

Marisol Orozco Vega considera que “siempre hay algo, nunca se lucha por nada y siempre hay algo en beneficio, aunque no siempre tengamos todo lo que queramos”.

Hoy, dicen, el sentido de su lucha se ha transformado. Las batallas por el socialismo ahora son las batallas por la memoria. Así, en femenino. Como las muertas y las desaparecidas que encuentran en sus voces la exigencia de la justicia que no ha llegado.

AESC

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