Apenas tiene 13 años y ya cursa el último año de la preparatoria

Sofía Casas Medina es una adolescente creativa llena de alegría. Le encanta pasar tiempo en familia y los juegos de mesa. Su coeficiente intelectual es de 160. Desde muy joven sabe que esto la vuelve alguien peculiar

Desde niña, ella quería ser veterinaria, esto debido a su cariño y gusto por los perros. (María Ramírez)
María Ramírez
Guadalajara /

Sofía Casas Medina, es una adolescente tapatía de 13 años que cursa el último año de preparatoria. Su coeficiente intelectual (IQ) es de 160. Desde muy temprana edad presentó características muy particulares, aseguran sus padres, lo que los llevó a buscar ayuda.

A pesar de la diferencias de edades de sus compañeros de aula, para Sofía es muy normal cursar la preparatoria, puesto que tiene la capacidad y entiende todo muy bien. 

“Me agrada la gente. Dice cómo, wow, no inventes, estás en la prepa, pero yo me siento normal pues porque estoy estudiando. Soy muy chiquita para estar en la prepa, pero me siento normal porque tengo la capacidad. A veces me quedo pensando que la gente quisiera poder hacer eso, pero pues no puede y yo lo siento como muy normal. Siento que es algo como muy grande que lo siento muy normal”, explicó la joven.

Sofía es una adolescente creativa llena de alegría. Le encantan los perros, pasar tiempo en familia y los juegos de mesa como el Turista Mundial. Es muy dormilona y su manera de aprender es relacionar una cosa con otra. Tiene una gran curiosidad por la cultura egipcia y le emociona viajar. Desde los siete años ha mostrado una facilidad para crear, característica con la que ella misma se describe.

Otra cosa de quién es Sofía: “Una niña poquito loquita. Porque a veces se me ocurren cosas muy raras como inventar algo que cuando lo esté haciendo ya se olvidan. Ya no puedo seguir con todo eso, tengo que regresar al inicio poquito a poquito para ver cuál es el error”.

Desde niña, ella quería ser veterinaria, esto debido a su cariño y gusto por los perros. Sin embargo ha decidido continuar sus estudios en repostería, por lo que al finalizar la preparatoria, pretende convertirse en chef. Su postre favorito es el merengue que cocina su abuela, así lo externó con un “ya se me antojó al final”.

Sus padres compartieron cómo han vivido el proceso en conjunto con ella, pues aseguran que para ellos también ha sido un reto, ya que desde muy niña hacía cuestionamientos poco convencionales.

“Ser madre de Sofía ha sido todo un reto. En la escuela en la que estaba nos mencionaron que se distraía mucho, por un lado. Pero una de las maestras nos dijo que podía dar más; que tenía algo que la hacía avanzar. Nos dimos a la tarea de investigar y buscar qué podíamos hacer. Nos orientaron para ir hacer los estudios y ver si su coeficiente era o no más elevado como creía la maestra, nuestra sorpresa fue que sí, tenía un coeficiente muy elevado”, contó.
“La noticia de que era una niña superdotada, como quiera lo asimila uno mucho, pero no se sabe hasta dónde esta información está implicando lo que viene. Sin embargo, sabemos que es una necesidad diferente lo que ella presenta y por ende hay que buscar algo distinto para su vocación”, explicó Enrique Casas, padre de la niña.

Sofía tiene una trayectoria en el ámbito de la ciencia y la tecnología, así como de las artes. Desde sus tres años ha recibido reconocimientos y constancias que reflejan su capacidad de aprendizaje y sus aportaciones en la materia. De las contribuciones que ella quiere hacer para la sociedad están inclinadas en materia ambiental, pues externó sentir se bien cuando está en contacto con la naturaleza.

El año pasado diseñó un prototipo de un jaguar robot que protege los bosques y los animales que lo habitan. Principalmente protege a los más débiles de los cazadores y a los bebés huérfanos. Este recoge la basura y lo separa en orgánico e inorgánico, la orgánica la procesa y la usa como composta, con su cola barre las hojas y las acerca a los árboles.

Cualquier persona que entable una conversación con Sofía, notará que el tener un coeficiente intelectual elevado no influye en su capacidad de relacionarse con su entorno o, incluso, el salto de etapas, pues Sofi disfruta de jugar, divertirse y de explorar el mundo en compañía de su familia.

MC

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