El calor extremo es una de las tantas afectaciones que se pueden percibir en México como consecuencia del cambio climático; en particular, quienes más resienten estas condiciones son las distintas ciudades al norte del país, donde cada vez aumenta más la temperatura y escasea el agua.
Un estudio realizado en 2021 por la revista inglesa The Lancet indica que, solo durante el año 2019, el calor extremo cobró la vida de poco más de 350 mil personas a nivel mundial; entre las cuales se encontraban, en su mayoría, niños y personas de la tercera edad, pues en conjunto son el grupo poblacional con mayor riesgo de contraer enfermedades cardiorrespiratorias, salud mental, cáncer pulmonar; así como problemas durante el embarazo o parto, en el caso de las mujeres.
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Aunque en México no se cuentan con datos precisos acerca del número real de personas fallecidas a causa de este fenómeno climático, ya que dichos decesos no se registran apropiadamente como una consecuencia del calor extremo, Mauricio Rodas, analista de la iniciativa internacional City Champions for Heat Action (CCHA), señala que los ancianos, personas en situación de calle, así como quienes trabajan en la intemperie, son las principales víctimas del también llamado "asesino silencioso".
"Las recientes olas de calor en Estados Unidos y Europa son una muestra de que este evento cada vez es más frecuente, intenso y prolongado. El calor extremo genera grandes afectaciones a la economía, la productividad y el empleo de las naciones que lo padecen, y México no es la excepción", señaló Rodas.
Una de las principales problemáticas a las que se enfrentan las ciudades durante periodos de intenso calor es la llamada "Isla Urbana de Calor". Dicho fenómeno se registra en las ciudades, mayoritariamente en las regiones al norte del país, ya que éstas son más cálidas en comparación a las zonas rurales debido a la constante emanación de gases por parte de los automóviles o fábricas, mismos que provocan un efecto invernadero que afecta directamente a los pobladores.
De acuerdo a las cifras proporcionadas por la iniciativa internacional que lidera Rodas, perteneciente a la fundación Rockefeller, más de la mitad de la población a nivel mundial vive en ciudades o zonas conurbadas, y se estima que para el año 2050 sean cerca del 70 por ciento la cantidad de personas las que vivan en las urbes; abonando, cada vez más, al aumento en la temperatura de las ciudades, mientras se abandona el campo.
"En México, el calor extremo podría reducir empleos rurales, agrícolas y ganaderos, en las regiones que lo padezcan; fenómeno que provocaría un aumento de la migración de 1.4 por ciento", señaló el también ex alcalde de Quito.
Con el propósito de mitigar este fenómeno climático, en el Jardín Botánico de Culiacán se realizó el foro "Calor Extremo y Ciudades Biodiversas" como parte de la alianza entre la Sociedad Botánica y Zoológica de Sinaloa y Fundación Coppel. En dicho foro se analizaron los diversos problemas que trae consigo un suceso tan grave como lo es el calor extremo, y cómo éste afecta al país y los estados que sufren de afectaciones climáticas como las intensas olas de calor, canícula o sequías.
"Esta iniciativa tiene como objetivo ser un espacio de discusión, pensamiento e intercambio de experiencias entre las autoridades y sociedad civil para afrontar este fenómeno y mitigar el cambio climático", dijo Rocío Abud, directora de Fundación Coppel.
En dicho foro, Laura Ballesteros, secretaria de Desarrollo Sustentable de Monterrey, resaltó la manera en cómo el tema del cambio climático está abandonado en el país, ya que, de acuerdo a la funcionaria, se tiene catalogado como un asunto de agenda política y no como una necesidad real que requiere la sociedad.
Sin embargo, tanto Ballesteros como Rodas señalaron algunas líneas de trabajo que se pueden seguir para apaciguar las consecuencias del calor extremo en las ciudades del país. Dichas directrices comparten una estrecha relación entre el gobierno y sociedad civil pues, según los participantes del foro, atender el problema de crisis climática no solo se trata de disponer de políticas públicas, sino también de concientizar a la sociedad acerca de la gravedad de un fenómeno como éste y las implicaciones que les puede generar.
"Hay que tener la consciencia de que esto va a volver a pasar: las crisis no se terminan, no son únicas sino continuas, y mientras la crisis climática no termine de trabajarse con toda la voluntad política, económica y financiera, las crisis continuarán ocurriendo. Por ello hay que tener un plan y a partir de ahí, invertir en programas para poder salir adelante", dijo a MILENIO Ballesteros.
Algunas de las soluciones que se propusieron en este conversatorio fueron, entre otras, las de la instalación de huertos urbanos y techos verdes en las distintas ciudades del país, propuesta que ha sido retomada de otras ciudades en el mundo. Asimismo, también se propuso la colocación de pintura reflectiva en los techos de las viviendas, con la cual se estima bajar las temperaturas de los hogares cerca de 3 o 4 grados centígrados; además de la creación de ecosistemas de biodiversidad urbana, que consiste en la formación de parques y lugares verdes dentro de las ciudades.
El que se haya sido realizado el evento en un lugar como el Jardín Botánico más importante de México, solo resalta la viabilidad que hay de poder crear áreas verdes en las ciudades llenas de biodiversidad; obteniendo, como resultado, un ecosistema equilibrado tanto en su clima como en la interacción naturaleza-hombre.
"En las zonas urbanas es donde se pueden desarrollar múltiples acciones para enfrentar los riesgos del calor extremo. Una de las formas más efectivas es la conservación y restauración de la biodiversidad urbana; el Jardín Botánico de Culiacán representa un extraordinario ejemplo de lo que debería replicarse", dijo Ruedas.
LCR