Matrimonio siembra desde hace 35 años cempasúchil, garra de león y girasoles en NL

En el poblado de La Candelaria, los ejidatarios doña Dora y don Mateo Bautista ni se rinden ni se rajan en su afán de conservar la tradición de producir cempasúchil, garra de león y girasoles.

El matrimonio tiene más de tres décadas trabajando sus tierras ejidales. Adrián Navarro
Adrián Navarro
García, Nuevo León /

Convencidos de preservar las tradiciones y honrar a los muertos, don Mateo Bautista y doña Dora, habitantes del poblado de La Candelaria, ejido Rinconada, en el municipio de García, se dedican desde hace más de 35 años a la producción de flores de cempasúchil, garra de león y girasoles.

Las coloridas parcelas de estos ejidatarios evocan imágenes de esfuerzo, trabajo, lucha, abundancia, e invitan al agradecimiento, tanto a la naturaleza como a la mano de obra humana para quienes llegan hasta el paraje, que pese a que se encuentra en una zona semi desértica han sabido sacar adelante.

Para muchos visitantes, estos terrenos en Rinconada, un poblado al este de Monterrey, la capital industrial de México y metrópoli sede de los Poderes del Estado de Nuevo León, son justamente el “El campo de los sueños”, una versión terrenal de los Campos Elíseos, todo un paraíso por sus vibrantes colores.

Ahí, en esa zona desértica, en la que se asentaron mujeres y hombres nativos primero, castellanos después y mestizos finalmente, esta pareja no deja de sembrar flores de temporada para consumo de los nuevoleoneses y coahuilenses, ya que por la cercanía con Ramos Arizpe y Saltillo, también reciben clientes de ese estado.

Estos vecinos de La Candelaria, ejido Rinconada, ubicado por la carretera a Saltillo, 58 kilómetros al poniente de Monterrey, afirman que aunque ya están cansados, ellos seguirán sembrando y cosechando estas flores “hasta que el cuerpo aguante” y mientras Dios siga enviando tanta agua como la que le llegó este año a Nuevo León desde la tormenta tropical Alberto, en junio pasado, y hasta la fecha.

“Sí nos cansamos, pero no nos rajamos, le echamos ganas (a la siembra, ¿pero pos’ qué hacemos? Queremos hacer lo mismo y sí lo hacemos, pero ya batallamos”, comentó don Mateo, un hombre menudo, piel morena, de 65 años y nativo de este poblado.
La vista de los campos de girasoles atrae a turistas y compradores de Nuevo León y Coahuila. Adrián Navarro

El hombre narra que su padre sembraba ajo, calabaza y flor en esas tierras ejidales, y que luego le heredó unas para que él siguiera con la tradición, algo que desde haces más de 35 años realiza con su compañera de vida.

“Ella es buena para el azadón, pero lo que ya no le ayuda son sus rodillas. Antes andamos aquí”, explica don Mateo.

Doña Dora Saucedo, de tez blanca y ojos claros, explica que los males propios de la edad les están dificultando realizar su gran pasión, la siembra de estas coloridas flores que año con año, a fines de octubre e inicios de noviembre, inundan los altares, mesas, salas y jardines de los nuevoleoneses y coahuilenses.

“El año pasado (mi esposo) dijo: ‘Ya no voy a poner tanta flor’, por la sequía y lo que usted quiera. Bueno, pues ahora tiene lo doble, aquí lo doble y harto en el otro terreno, aquí abajo.
“Este año a mí ya me andaba, oiga, por lo del nervio ciático. Yo lo veo a él (cansado) y yo ya no puedo, ya anduve ahí con ellos deshierbando con el azadón, en los surcos, pero me canso”, abundó doña Dora, quien nació en Laguna de Sánchez, poblado de la Sierra Madre Oriental, en el municipio de Santiago.
La llamada garra o mano de león es una de las flores que se producen en las parcelas de La Candelaria. Adrián Navarro

A pocos días de las celebraciones del Día de Todos los Santos, el 1 de noviembre, y el de los Fieles Difuntos o Día de Muertos, el 2 de noviembre, ellos ya están ofertando sus flores para decorar los altares de muertos o para adornar las casa, aunque por ser una producción familiar, solo se pueden conseguir directamente con estos vecinos, conocidos por ser los únicos, y últimos, que siembran y cosechan flores y ajo en La Candelaria.

Y como dice don Mateo, a pesar de todo, con agua o con sequía en el estado, ellos seguirán sembrando flores.


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