Algunos puentes peatonales se han convertido en estructuras de adorno, ya que los peatones prefieren cruzar por debajo de ellos.
Un ejemplo de esto es evidente en la avenida Juárez, entre Ruperto Martínez y Aramberri, en el Centro de Monterrey.
Ahí existen dos puentes que son muy poco utilizados por la gente. Incluso el mismo municipio colocó desde hace ya mucho tiempo semáforos para los peatones que tienen que cuidarse de los vehículos que dan vuelta al norte o sur de la avenida Juárez.
En un sondeo se concluyó que los problemas físicos, la avanzada edad y la prisa por llegar a sus destinos, son las principales causas de los peatones para no utilizar el puente peatonal.
“No lo utilizo porque no quiera o por flojera, sino que padezco de presión arterial y el esfuerzo me pone mal, y pues con cuidado y con el respeto de los automovilistas podemos cruzar las avenidas”, señaló Abigail Hernández.
Cabe señalar que en algunos casos los escalones son muy angostos, deteriorados y la pendiente muy pronunciada, por lo que las personas prefieren evitar el cansancio de subir o bajar y cruzar la calle a nivel de piso.
Existen muchos pretextos para no utilizar un puente peatonal, pero ninguno vale para don Gonzalo, quien a sus 92 años prefiere utilizarlo para ir más seguro.
A diferencia de mucha gente, que ignora totalmente estos pasos viales, don Gonzalo sube paso a pasito, pero segurito.
En el puente peatonal que cruza la avenida Bernardo Reyes, sobre la calle Colón, a diario pasan cientos, quizá miles de personas, y la inmensa mayoría lo hace por debajo, pero la mayoría de las personas siempre tiene un pretexto para no usarlos, ya sea que se les hace difícil subir tanto escalón o porque abajo hay sombra o porque se está cayendo.
“No me subo por el puente porque se está cayendo a pedazos, mire allá se cayó una parte, imagínese si se llega a caer otro pedazo cuando pase, imagínese así como ando”, señaló una mujer con un brazo fracturado que fue captada cruzando la avenida Bernardo Reyes.
Don Gonzalo no se amilana por la edad ni por la altura. Paso a paso, escalón por escalón, va subiendo hasta llegar a la cima, y tras cruzar la calle por arriba, vuelve a bajar, escalón por escalón, sin prisa, pero sí con mucha seguridad.
“No hay como el puente para pasar, hay me subo despacito y bajo despacito, pero es preferible cansarme poquito a que te atropellen, quedes lesionado o puedas hasta morirte, y pues la gente anda a la carrera y por eso se exponen”, señaló el peatón.
Si todo mundo pensara igual que don Gonzalo, seguramente habría menos accidentes de atropellos debajo de los puentes peatonales.