Perdimos el invicto; reportan mayor incidencia de casos de covid-19

La mayoría de las personas han bajado la guardia frente a las medidas sanitarias.

Hay un aumento considerable en los casos de covid.. (Octavio Hoyos)
Editorial Milenio
Ciudad de México /

Tú y tu esposa bien saben dónde perdieron el invicto: en aquel antro donde bailaron hasta el amanecer. Por eso, a los días, supieron que era covid-19 cuando ella despertó con una voz que no era la suya, sino una sacada de ultratumba, y cuando tú te levantaste con estornudos que no eran de este planeta.

Pese a tener 50 años y ser fumador cannábico, lo tomaste con calma: te has vacunado tres veces.

“Confié en la ciencia y un poco en la mariguana”, dices con un tono travieso. 

Nada qué ver con la segunda ola, cuando no había medicamento-pócima-droga que garantizara la vida. Acuérdate de tu papá, metido en una cápsula en la víspera de Navidad, mientras los paramédicos de la ambulancia rastreaban por la radio una cama en los hospitales públicos de la ciudad. Acuérdate de tus hermanos: uno, diabético y ateo, jesuseando y librándola sin mayores síntomas; el otro todavía batalla con el covid-19 persistente.

“En abril, cuando el doctor Gatell declaró la pandemia en endemia, llegamos a pensar que éramos inmunes”, bromeas y enseguida cuentas que son los últimos de su círculo de parientes-amistades en contagiarse.

Otros que se contagiaron por primera vez son Laura y su familia. Por trabajo, viajaron a Europa a fines de mayo. “Las dos semanas que estuvimos allá, todo bien. El problema fue el regreso, estoy segura de que nos contagiamos en el avión”, supone Laura a quien el virus sí noqueó.

“Mi hija fue asintomática, pero a mi esposo y a mí nos pegó duro el bicho: yo estuve internada por bronquitis; a él no le bajaban los dolores de cuerpo”.

Laura, que es funcionaria, supo que desde hace un par de semanas han crecido los contagios en su oficina. “Esta quinta ola vino por los que creímos que teníamos ‘algo’”, te dice vía telefónica. “Estaba leyendo que en México llevamos diez semanas a la alza. Diez. Y parece que falta”.

Si bien las autoridades sanitarias han hablado de un aumento de contagios —en las últimas 24 horas se registraron 20 mil 959 nuevos casos—, la quinta ola, como tal, no ha sido reconocida. 

Fernando, un joven productor de podcast, no se contagió ayer pero sí hace tres semanas. 

“Yo nunca me enfermo, nunca, y esta vez tuve fiebres, dolor de garganta y amanecía bañado en sudor”, te cuenta a la vuelta de tu casa, por donde vive. “No sé cómo me hubiera ido sin mis tres vacunas. Sí hacen paro”.

Aunque Fernando se considera privilegiado por haberse contagiado en un momento en que ya hay vacunas, te dice que “quedó tocado”. Es decir: tiene miedo de volverse a contagiar y ahora extrema medidas, como cuando empezó la pandemia. 

“Me lavo las manos a cada rato, desinfecto mi oficina y las cosas del súper. El otro día hasta le eché sanitizante a unos amigos que fueron a visitarme. Quedé tocado, por no decirte paranoico”.

De hecho, te confiesa que, desde que se enfermó, ha vuelto a revisar las estadísticas de la pandemia. “Hoy te puedo decir que, a nivel nacional, hay una ocupación de camas generales y con ventilador del 6 y del 2 por ciento, pero el contagio creció 66 por ciento la última semana”.

Cuando regresas a tu departamento te encuentras al vecino del 302. Lo conoces desde hace varios años pero todavía no sabes a qué se dedica. Tiene esa finta de quien hace mucho dinero sin trabajar.

—¿Sigues invicto? —te pregunta y, como trae el cubrebocas a diferencia tuya, no sabes si te lo está diciendo con un tono retador o compasivo.

—No, mi esposa y yo perdimos el invicto hace un mes —le dices como si se tratara de un asunto deportivo.

Entonces tu vecino lamenta que la mariguana no te haya salvado del Covid.

ledz

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