“Si me dicen que mi hijo está hasta el quinto infierno, voy y lo busco...”

El 4 de octubre de 2012, David salió de su domicilio en la colonia La Providencia para ir a la tienda y ya no regresó

María Luisa busca a su hijo desaparecido. (Alejandro Evaristo)
Alejandro Evaristo
Mineral de la Reforma /

Sin apoyos. María Luisa está en busca de su hijo David y se dice decepcionada de la Procuraduría de Justicia y su Fiscalía.

David Torres Matadamas despertó la mañana del 4 de octubre de 2012. Mientras se preparaba para iniciar sus labores cotidianas, su pareja, Ivette González Hernández, le comentó que hacían falta cosas para la pequeña. Alrededor de las 9 de la mañana David salió de su domicilio en la colonia La Providencia, en Mineral de la Reforma, para ir a la tienda y comprar leche y pañales. Ya no regresó.

David, desapareció en colonia La Providencia.

Ivette avisó a la familia de David sobre su desaparición hasta las 9 de la noche. María Luisa Matadamas Sosa, madre del joven, empezó entonces una búsqueda que continúa hoy, años después.

Esa misma noche la familia acudió al Ministerio Público a denunciar la desaparición de David, pero no les atendieron bajo el argumento legal de que deben pasar al menos 72 horas para poder iniciar una investigación, porque es hasta entonces cuando una persona ausente adquiere la calidad de desaparecida.

María Luisa ha acudido al Servicio Médico Forense para verificar si el cuerpo de su hijo está ahí y también a diferentes Centros de Reinserción Social estatales: Actopan, Pachuca, Tulancingo y Tenango de Doria son algunos de los visitados con el apoyo del colectivo “Buscando nos encontramos”, al que se adhirió hace alrededor de 12 meses.

Confía en el grupo porque, a diferencia de las autoridades, ellos sí han logrado obtener resultados: una de sus compañeras logró encontrar su hijo con vida y eso es un rayo de esperanza para cualquier madre en su situación.


Inconsistencias

En este peregrinar en la búsqueda de David, su familia ha enfrentado burocracia, estafas y cuestionables acciones de supuestos servidores públicos de la Procuraduría General de Justicia del estado (PGJEH) adscritos a la Fiscalía Especializada para la Investigación y Persecución de Delitos de Desaparición Forzada de Personas y Desaparición Cometida por Particulares.

Dice que la expareja de su hijo, Ivette, sabe algo: una vez les dijo que ya no lo buscaran “porque lo iban a seguir golpeando”; en otra, señaló un domicilio en el que supuestamente el joven estaba privado de su libertad, incluso que “ya lo habían quemado”. En su celular, afirma, había mensajes que le comprometían, “y se lo entregamos a un agente de nombre David Chávez, pero el teléfono se perdió y tampoco se supo después nada de este supuesto agente”.

La realidad, dice la afligida madre, es que nadie la ha interrogado. Los agentes le dicen que ya hablaron con ella y dice estar arrepentida, María Luisa se pregunta de qué. “Dicen que van a regresar a interrogarla, pero no lo han hecho”. Recuerda que una tía de la joven trabaja en la PGJEH.

Enfrentó otra mala experiencia cuando su hija recibió mensajes de una persona que aseguraba habían encontrado el cuerpo de su hijo en una casa abandonada allá por el rumbo de las Torres, en Pachuca. Le enviaron fotos: la casa, el predio, el cuerpo de un hombre tirado boca abajo en uno de los accesos.

Luego se presentaron en su domicilio dos agentes de la procuraduría para tomar muestras y poder hacer un examen de ADN para corroborar la identidad del cuerpo, como supuestamente sucedió después. Les iban a entregar un ataúd sellado y cuando pidieron ver la osamenta, los agentes se negaron a abrirlo. No quisieron recibirlo y los sujetos desaparecieron del mapa con 5 mil pesos que habían cobrado por sus “servicios”.

María Luisa busca a su hijo David desde el 2012. (Alejandro Evaristo)

También le han dicho que su caso ya ha sido archivado o, como se dice en el argot de la justicia mexicana: le dieron “carpetazo”.

Es evidente su molestia en torno al “trabajo” de las autoridades. El último contacto que tuvo con alguien de la fiscalía fue en marzo pasado, aunque reconoce que un comandante acude a su domicilio de vez en cuando para informarle que “siguen investigando”.


Esperanzas

David disfrutaba estar con su madre, le gustaba que le hiciera pechugas en salsa roja y quería mucho a sus hermanos.

Las visitas a los reclusorios continuaron. En febrero, en el de Tulancingo, un preso reconoció en la fotografía a David. “Este es mi carnal el Matadamas”, dijo, pero no quiso abundar más, solo se le hizo conocido. Otros vieron las fotos y uno sí lo reconoció: “búsquelo, él está en Perote, Veracruz, ahí hay un reclusorio pero ya no está, lo quitaron porque ya estaba muy viejo y a los presos los distribuyeron, pero ahí en ese reclusorio conocí a su hijo”.

Buscó hasta dar con un teléfono del sitio, llamó. No quisieron darle información. Pidió que alguien de la Procuraduría de Hidalgo le ayudara para poder entrar, está incluso dispuesta a pagar, con la ayuda de sus familiares, el pasaje de un “servidor público” hidalguense para investigar la pista: “si a mí me dicen que mi hijo está hasta el quinto infierno yo voy, yo voy y lo busco. Con mi mismo dinero voy y lo busco, pero pues no han hecho nada”. _


La desesperación de una madre

María Luisa habla de las autoridades: “cuando llegan al poder se olvidan de nosotros… a ellos no les importan nuestros hijos”. De hecho, dice recibir más apoyo de la gente que de las instituciones.

“Le apuesto que si se pierde un hijo del gobernador, que Dios no lo quiera, mueven cielo mar y tierra pero lo encuentra ¿y nuestros hijos?, ¿cuándo?, ¿qué quieren que hagamos para que nos escuchen? Ni la Procuraduría, ni la Fiscalía, nadie nos ha ayudado en nada.

“No se vale que nos olviden tanto, no nada más soy yo, somos muchas mamás que no tenemos a nuestros hijos, a nuestros hermanos, a nuestros padres, abuelos, incluso bebés recién nacidos”.

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