Contraídas, secas y completamente pálidas es como llegan a lucir algunas de las palmeras que hace décadas fueron plantadas en diferentes zonas de la Ciudad de México y que hoy está en riesgo, a causa de plagas que se han adaptado al arbolado urbano y que a su vez han comenzado a matarlas.
De acuerdo con especialistas consultados por MILENIO, en la capital del país se tiene presencia de al menos dos insectos que se alimentan de la savia de estos ejemplares, razón por la que se debilitaría su corteza y la dejarían más expuesta ante la llegada de hongos y bacterias, pues en cada cambio de hábitat, ya sea por viento o araste individual, estos animales transmitirían enfermedades. El hongo fusarium es el que mantiene mayor presencia.
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“Hay insectos que se alimentan de las palmeras, entre ellos se ha mencionado mucho la ‘falsa chicharra’ y ‘el picudo’. Estos se van alimentado y van dejando galerías donde, además del daño de fuera hacia adentro, pueden entrar hongos o bacterias que empiezan a vivir ahí y entonces se hace una especie de fermentación de la palmera: todo el tejido se va haciendo aguado y la palmera llega a morir”, explicó Ivonne Olalde, académica del Jardín Botánico de la UNAM.
Originarias de las Islas Canarias, este tipo de palmeras puede encontrarse sobre los camellones y las baquetas de la ciudad. Sin embargo, por tratarse de una especie exótica es que estos ejemplares corren un doble riesgo, comenta Daniel Piñero, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM.
Cuando se tiene una especie introducida, la mayoría de las veces se pierden o se ganan enemigos naturales, es decir, elementos o especies que le ayudan o no a sobrevivir, pero en ocasiones estos pueden llegar después o simplemente desarrollarse, y ese podría ser el caso que se presenta a aquí en la ciudad, explica.
“Hay pruebas de que pueden a vivir 120 años o más, pero en su hábitat natural; aquí en la ciudad puede ser diferente y como llegaron hace 70 u 80 años más o menos, puede ser que de alguna manera su ciclo biológico esté terminando, pues tal y como en los humanos, su sistema inmune también se deteriora”, precisa Piñero.
A través del tronco es que el agua y los nutrientes se transportan a la parte más alta de la palmera, donde brotan las nuevas hojas, pero una vez enferma, ésta función se interrumpe y por lo que comienza a mermar, tanto por dentro como por fuera, aclara Olalde.
“Dependiendo de la cantidad de patógenos [especies dañinas] que habiten la palmera y el daño que éstos produzcan, será el tiempo de vida que le quede a un ejemplar infectado, dependiendo del estado de salud de la planta, es como puede ir de meses o hasta años, confirma.
En un recorrido por las alcaldías Miguel Hidalgo, Coyoacán y Benito Juárez, MILENIO constató que hay palmeras que lucen enfermas: con las hojas quemadas y las coronas totalmente vencidas. No obstante, las mayores afectaciones fueron ubicadas en lomas Chapultepec; aunque que desde 2011 las autoridades han tomado conocimiento de la muerte de este tipo de arbolado.
Por esta clase de hechos, el gobierno de la Ciudad de México, en coordinación con las Secretarías de Medio Ambientes y Obras y Servicios, inició el remplazo de palmeras muertas sobre avenida de las Palmas, con ejemplares de la misma especie, así como jacarandas y encinos; sin embargo, los especialistas coinciden en que la reforestación debería ser con árboles nativos.
“Para controlar la infección en esta especie exótica, se deben ‘entresacar’ los ejemplares que estén infectados o cerca de ellos, para que no se transmita la enfermedad, así como sembrar arboles nativos, que sean resistentes y que no sean vulnerable ante ciertas plagas”, admite Piñero.
FS