Aunque algunos regiomontanos solían ver a los buceadores en las películas acuáticas, desde hace cinco años existe la posibilidad de adentrarse en el hábitat de los animales marítimos como buceadores en Monterrey, con la ayuda de la escuela Mola Mola Dive Center, la cual está certificada por la Professional Association of Diving Instructors (PADI).
Carlos Gabuardi, quien es socio de la escuela, dijo que, si las personas desean probar lo que conlleva ser buceador, pero no están listos para un curso de certificación, pueden tomar una clase de Discover Scuba.
¿Cómo es ese curso de PADI?
Dicho curso tiene un costo de mil 400 pesos, y consta de una clase teórica a distancia por motivos de la pandemia del covid-19, de la mano con un manual PADI, una práctica en aguas confinadas con la renta del equipo de buceo, que se podrá hacer cuando el semáforo epidemiológico lo permita.
“Es una actividad padrísima, en el sentido de que lo pueden hacer niños, adultos, personas mayores. Fíjate que, a diferencia de otros deportes, aquí el que mejor bucea es el que más tranquilo está y todos van al mismo paso, es un deporte de observación”, señaló.
La escuela de Buceo también pertenece a Leslie Nayibe y Diógenes González, quien es el instructor, reconocido por su tolerancia y paciencia para enseñar a quienes tienen años de no estar en una alberca.
Mola Mola Dive Center también ofrece uno de los cursos más populares del mundo con costo de 8 mil pesos, más certificado, que ha hecho que más de 150 regios se adentren al estilo de vida de la aventura del buceo o sease: el Open Water Diver.
De acuerdo con información proporcionada por los propietarios, el curso mundial incluye cinco sesiones teóricas de dos horas, la práctica en aguas confinadas, renta de equipo y tanques y libro con materiales para su respectivo estudio.
Concluido el Open Water Diver, los regios tendrán 12 meses para realizar un examen de certificación que consiste en cuatro buceos en aguas abiertas, y para la prueba tendrás dos opciones:
- Irte de viaje con Mola Mola consultando las fechas disponibles en https://www.facebook.com/molamoladc
- Si usted ya tiene un viaje planeado hacia la playa, los instructores regiomontanos contactarán a un experto de PADI que le realizará el examen de certificación y, una vez aprobado en Monterrey, le tramitarán la licencia Open Water Diver.
“Anímense, les va a encantar, es una experiencia buenísima”, exhortó Carlos desde la tienda Mola Mola.
Y ahora, ¡a la clase!
Cuando el socio Carlos concluyó su ponencia de unos 24 minutos en la que detalló toda la información, lanzó un reto a MILENIO Monterrey para que tomara la clase de Discover Scuba Diving, en el que Diógenes González sería el instructor, por lo que este medio respondió que sí.
Eran las 13:03 horas cuando González sacó un libro gigante de una mochila con 8 hojas de teoría de PADI, en el que precisaba todo lo que debería saber un interesado en el buceo, porque hay que decir que aunque suene fácil, tiene su chiste.
Unos 20 minutos después, el coach ordenó a Dylan, de MILENIO Monterrey, a irse a los vestidores para colocarse el traje de baño y así comenzar con la aventura marítima en Monterrey, y al poco tiempo dijo: “¡Al agua!”.
En las escaleras de una alberca olímpica, o sea en aguas confinadas, el profesor acuático le dijo a Dylan que se amarrara a la cadera el lastre con plomo. Al meterse por completo al agua, éste se colocó el chaleco con el tanque de aire comprimido, dispositivo de control, manómetro, fuente de aire, el visor con su regulador y por último las aletas.
Durante la clase, que constó de cinco ejercicios durante una hora y 15 minutos, Dylan tragó agua en cuatro ocasiones, logrando tres ejercicios, pero reconoció que al principio le dio temor respirar únicamente con la boca bajo el agua.
Los primeros ejercicios son bastante sencillos, pero poco a poco fue subiendo el reto por los instructores, quienes, en todo momento, estaban a un lado por si algo salía mal.
Pese a que nadar con aletas fue extraño, Dylan se movía de un lado a otro riendo y escuchando la siguiente instrucción: “Nos vamos a ir hasta el fondo pecho abajo y abrimos la boca en dos ocasiones, para después presionar el regulador en la boca y que salga el agua que hayamos tomado”.
Terminada la clase, comenzaron las fotografías y ahora los propietarios se convirtieron en periodistas, cuestionando a Dylan qué le había parecido la experiencia buceadora: “No tengo palabras, es inexplicable, pero muy buena clase”, contestó.