Celebrar a la Virgen de Guadalupe en su casa es la opción que por ahora tiene Joaquín Rodríguez Tovar, un joven peregrino que ha preservado la tradición familiar de acudir hacia la Basílica de Guadalupe.
Visitar a la Virgen en la Basílica es una experiencia diferente, indescriptible, es una manera muy peculiar de celebrar la fe de forma individual y colectiva a la vez, dice. Por varios años participó en las peregrinaciones a pie que salen desde la comunidad Conejos, en Atotonilco de Tula.
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Aunque estas peregrinaciones requieren de mucho sacrificio pues son largas las caminatas que se hacen, para honrar a la “madre de todos los mexicanos”. Este año, sin embargo, a causa de la pandemia de covid-19 no habrá peregrinaciones, debido a que la Basílica de Guadalupe será cerrada al público para evitar contagios de coronavirus, que mantiene en alerta al país por el más de un millón de casos positivos confirmados y las más de 100 mil muertes a causa de complicaciones del mismo virus.
Se verá obligado a festejar a la Virgen con mañanitas en su hogar, y si hay celebración litúrgica acudirá, pero con todas las medidas. Aunque admite que hay sentimientos encontrados, pues la suspensión de la peregrinación obliga a dejar una tradición familiar. Su papá por muchos años participó en la peregrinación de la comunidad Conejos, una que desde hace décadas ha mantenido este poblado.
Aproximadamente cada año poco más de cien peregrinos avanzan a pie hacia la Ciudad de México. Joaquín refiere que desde las 6 de la tarde del día 10 de diciembre salían del centro de la comunidad de Conejos hacía la Basílica, atravesando poblados del estado de México, pues hacerlo junto a la autopista México-Querétaro es peligroso.
El contingente viaja con camiones de apoyo, que los esperan en las distintas paradas establecidas, para brindarles asistencia; ahí, quien desee puede descansar, hidratarse, curarse heridas, alimentarse o abordar una de las unidades para hacer algún tramo a bordo de la unidad.
Luego de varias paradas, los peregrinos finalmente llegan a la Basílica el día 11, aproximadamente a las 3 de la tarde. De ahí los participantes en la peregrinación buscan un lugar en donde descansar, descargan sus cosas, buscan algo de comer, se bañan, y luego ingresan al templo mariano de rodillas o llevando algo en especial, para cumplir sus mandas por algún favor otorgado, para simplemente dar gracias y participar en los festejos y celebraciones eucarísticas programadas anualmente, a excepción de este año.
Los peregrinos durante la noche tienen tiempo libre, y quienes deciden participan en las tradicionales mañanitas, que se efectúan durante la madrugada del 12 de diciembre; no siempre pueden hacerlo, pues debido a la cantidad de personas, las autoridades colocan vallas y restringen el paso para evitar riesgos en materia de protección civil.
Luego de participar en las mañanitas o realizar otra actividad en la Basílica, dice, regresan casi al mediodía hacia su comunidad, a fin de participar en los festejos parroquiales de la Virgen de Guadalupe, cansados, pero contentos y complacidos de haber cumplido un año más con su visita a la Basílica, en este tributo de fe que les da tanta satisfacción.
Pero este año, además de los tradicionales riesgos, las autoridades de la Ciudad de México y del gobierno de México valoraron inviable la conmemoración guadalupana por el foco de infección que representaría un punto que concentra a miles de personas de todo el país, y decidieron ponerle pausa a esta arraigada tradición, en espera de tiempos mejores.