Caso Posadas Ocampo: tres décadas de incertidumbre e impunidad

Un tiroteo en el estacionamiento del aeropuerto terminó con la vida del Cardenal, su chofer y cinco personas el 24 de mayo de 1993. Autoridades involucran a sicarios de El Chapo y los Arellano Félix, pero no han podido descartar el ataque directo

Manifestantes exigen esclarecer asesinato del cardenal Posadas Ocampo (Archivo Cuartoscuro).
Pablo Núñez
Guadalajara /

Hace 30 años fue asesinado el Cardenal de Guadalajara, Juan Jesús Posadas Ocampo. Un hecho que marcó la historia del país y que, hasta la fecha, continúa entre interrogantes e impunidad. El 24 de mayo de 1993, en el estacionamiento del Aeropuerto Internacional de Guadalajara, un tiroteo marcó la vida de cientos de personas que presenciaron un crimen que todavía no es esclarecido. Ese lunes, alrededor de las 15:45 horas comenzaron los disparos que desataron el caos.

“Cuando se lleva a cabo este suceso que repercute, no solo a nivel estatal sino a nivel nacional por haber cometido un homicidio, un asesinato, en contra de lo que le llaman algunos un príncipe de la iglesia, Cardenal, entonces se cimbró el país en cuanto a lo político, religioso, en cuanto a lo social”, consideró Francisco Jiménez, profesor investigador de la UdeG.

Después de que el fuego cesara, se confirmó que en un vehículo Grand Marquis blanco yacía el cuerpo del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, con 14 heridas de bala, así como el de Pedro Pérez Hernández, su chofer. En el ataque, cinco personas más murieron.

El entonces titular de la PGR, Jorge Carpizo, dijo que el magnicidio fue producto de un fuego cruzado entre dos grupos delictivos: el liderado por los hermanos Arellano Félix y el encabezado por Joaquín El Chapo Guzmán. El Cardenal, presuntamente, había sido confundido por el capo sinaloense.

“Había otra teoría de que probablemente lo habían asesinado, porque había un rumor de la creación de un partido político, un partido católico, y que eso no había gustado a los liberales que estaban en el gobierno, y que probablemente por eso ese asesino, en su libretita, que traía nombres y temas muy comprometedores para funcionarios, para gobernantes, en su momento”, señaló el especialista.

¿Por qué el Cardenal viajaba en el vehículo? Esa es otra de las interrogantes que surgieron en el caso. En ese tiempo, la frase “plomo o Grand Marquis” era común: “pues el amago era que los mataban o estrenaban vehículos Grand Marquis los funcionarios públicos que se encargaban de la administración y procuración de justicia; curiosamente no hubo muertos, pero sí muchos funcionarios públicos o servidores públicos en ese momento estrenaban Grand Marquis, y bueno, pues qué tiene que hacer un líder de una iglesia con un vehículo de alta gama, de lujo”.

El 9 de julio de 1998 se integra un Grupo Interinstitucional conformado con la participación de la PGR, el Gobierno de Jalisco, representantes del Episcopado Mexicano y el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, para la revisión de la versión sustentada por la PGR; pero no hubo acuerdo. Unos sostenían la hipótesis del homicidio doloso y otros se inclinaban por la confusión entre las bandas criminales.

Cuestionan versión oficial

La versión de un fuego cruzado entre criminales se ha puesto en tela de juicio, y hay quienes sostienen que se trató de un ataque a Posadas Ocampo, ésta hipótesis fue respaldada por el reconocido médico forense, Mario Riva Souza, que falleció a los 92 años en 2018, y nunca se retractó de sus declaraciones.

En ese entonces, aseguró que el cadáver del purpurado presentaba 14 balazos a corta distancia y una huella de pólvora en el mentón, que se forma cuando un arma de fuego es disparada a corta distancia, contrario a la versión oficial. “Yo, Mario Rivas, desvestí al Cardenal, porque ni siquiera había quien lo desvistiera. Yo sabía dónde tenía los balazos y yo dije lo que tenía que decir, y nunca me he rajado de lo que yo dije”, dijo. Sus afirmaciones provocaron que recibiera amenazas de muerte, por lo que las autoridades le asignaron un escolta.

Uno de los personajes relacionados con el caso fue Humberto Ramírez Bañuelos, La Rana, comandante de la Policía Judicial de Sinaloa e identificado como jefe de pistoleros de Manuel Salcido Azueta, ligado al Cártel de los Arellano Félix. Fue detenido por el crimen del religioso; aunque siempre negó su participación, aseguró contar con información para esclarecer el hecho, pero nunca la reveló. Murió de un infarto en 2018.

El ex secretario general de Gobierno, Fernando Guzmán, también desestimó que el Cardenal fue víctima de una confusión; al igual que José Antonio Ortega, abogado del Arzobispado, pues según testigos uno de los sicarios lanzó consignas contra Posadas Ocampo antes de abrir fuego.

En febrero de 2014, tras la detención de El Chapo Guzmán, el entonces Cardenal Juan Sandoval Íñiguez “exoneró” a los grupos delictivos: “Querían hacer coincidir a las dos bandas, la de El Chapo y la de los Arellano Félix en el momento en que la Policía Judicial Federal iba a ejecutar al Cardenal, pero no coincidieron (…) los narcos no fueron los que mataron al Cardenal”.

Hoy, el homicidio que marcó un antes y un después en el país cumple tres décadas en la incertidumbre, pero no en el olvido.

Cronología del caso Posadas Ocampo



MC/SRN


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