Cómo olvidar los años en los que, con el corazón bailando de emoción, escribíamos cartas a Melchor, Gaspar y Baltasar para pedirles todos los juguetes que anhelábamos encontrar bajo el arbolito de Navidad, en la mañana del 6 de enero.
Desde las clásicas muñecas Barbie, Bratz y Cabbage Patch, o los Caballeros del Zodiaco, carritos y pistas Hot Wheels, avalanchas y bicicletas hasta consolas de videojuegos, son algunos de los regalos que encargábamos a los Reyes Magos.
En este Día de Reyes, el equipo de MILENIO Digital abrió el baúl de los recuerdos para compartir con nuestros lectores las fotos de los juguetes que les llegaron de Medio Oriente y que guardan una gran historia.
¿Te acuerdas de estos juguetes?
ADVERTENCIA: ¡Lee esta nota con pañuelos en mano!
*-*
Gran sorpresa: Super Nintendo, Caballeros del Zodiaco y carritos bajo globos morados
Tenía 8 años. Desperté emocionado y levanté a mi mamá porque los Reyes Magos habían llegado. Me encontré con una imagen ESPECTACULAR: estos seres de Medio Oriente decoraron la sala de mi casa con cientos de globos morados -mi color favorito- y me habían dejado un montón de regalos.
Recibí mi Super Nintendo con el juego de Super Mario World (tardé 1 año en terminarlo), carritos Hot Wheels, tres caballeros del Zodiaco: Pegaso, Dragón y Cisne.
Y no sólo eso... también me trajeron juegos de mesa: ¿Quién es el culpable? y un Uno. Le mentí a mi mamá diciéndole que eran para ella porque nada de lo que había en sala tenía su nombre y ¡me creyó!
Todas las mañanas de Día de Reyes lo recuerdo como si lo estuviera viviendo y le agradezco a esa Reina Maga por mantener viva mi ilusión.
[Mario Fragoso]
Porterías para las cascaritas
Desde niña, el futbol siempre me llamó la atención, pues soy parte de una familia pambolera, por ello, cada año pedía cosas relacionadas con el balompié como balones y playeras, una de ellas y de las más especiales fue la de Jorge Campos, mi ídolo de toda la vida.
Un Día de Reyes, llegaron unas porterías desarmables, las cuales sustituyeron a las piedras o tabiques para marcar nuestro arco a mitad de la calle.
Estas porterías fueron protagonistas de muchas cascaritas con mis hermanos, primos, vecinos, personas que fueron o son parte importante de mi vida.
[Zeltzin Zamora]
Game Boy Color edición Pikachu
Uno de los días más felices de mi infancia fue ver debajo del árbol de Navidad mi Game Boy Color edición Pikachu que los Reyes Magos me trajeron en 1999. Tenía 5 años cuando abrí ese regalo, pero durante mucho tiempo fue mi juguete favorito, tanto que lo conservo hasta la fecha. A pesar de horas y horas de jugar con él, aún funciona a la perfección.
[Rogelio Loredo]
Muñecos Woody y Buzz Lightyear
Estas figuras, protagonistas de la película Toy Story (1995), forman parte especial de mi vida porque llegaron en mi primer Día de Reyes, un 6 de enero de 2002.
Desde ese día, los llevaba a todos lados y dormía con ellos.
[Sebastián Rosales Montes]
Insector
Cada 6 de enero, mi hermano y yo recibíamos de los Reyes Magos los mismos juguetes, pero hubo una época en la que amábamos los carros a control remoto.
Nuestros tíos, quienes nos cuidaban cuando éramos niños, solían armarnos pistas con curvas y obstáculos en el patio de la casa y era muy divertido.
No queríamos parar de jugar, pero recuerdo que las pilas tardaban en cargar mucho y duraban poco, entonces teníamos varios carros para sustituirlos cuando se quedaban sin pila y continuar las carreras durante muchas horas.
Insector fue el último que pedí en un Día de Reyes, pero aún conservo todos mis carros.
[Dulce Gamero]
Carro a control remoto
Un carro de control remoto simple, que sólo se mueve hacia atrás y adelante con dos botones, se conviritó en mi juguete favorito un 6 de enero.
A los 9 años, recibí otro auto de este tipo y lo estrené jugando con mi perro. Al principio, el can huía del juguete, pero luego lo mordió y aventó varias veces. Se imaginarán la tragedia... lloré por varias horas ante mi carro destrozado hasta que mis papás me compraron otro.
[Antonio Guadarrama]
Muñecas Bratz
Las muñecas Bratz eran cuatro amigas: Jade, Cloe, Sasha y Yasmin, distintas físicamente, pero con un increíble gusto por la moda.
Cuando era niña, nada me emocionaba más que tener una muñeca Bratz, pues me parecía asombrosa la historia de su amistad y cómo se apoyaban mutuamente.
Mi favorita era Yasmin. Mi colección de Bratz refleja el esfuerzo que año con año hacían los Reyes Magos.
[Fernanda Mendoza]
Casa de juegos Sweetheart: un refugio
No recuerdo con exactitud el año en que llegó, pero aquella casa blanca de techo morado se convirtió en un refugio, en el que mi hermana y yo planeábamos nuestras próximas travesuras. Entre risas, juegos y susurros de complicidad, las horas pasaban muy deprisa en esa casa de juegos. Un lugar hecho para imaginar y vivir aventuras, porque incluso desde pequeños necesitamos un sitio sólo para nosotros.
[Amellaly Morales]
Xbox 360
Esta consola llegó a mí un Día de Reyes para traerme mucha alegría. A través del Xbox he pasado grandes experiencias, pues hice amistades en línea, que se consolidaron en la vida real.
[Esteban Montejo]
Pianosaurio
Tenía siete u ocho años cuando los Reyes Magos me consintieron con un pianosaurio azul con el que solía pasar las tardes al volver de la escuela y que, con el tiempo, terminó convirtiéndose en uno de mis juguetes favoritos.
Ahora cada Día de Reyes, la imagen de este juguete me recuerda aquellos días en que, sentado en una pequeña silla de madera, colocaba el cuadernillo con partituras sobre el lomo de mi diminuto dinosaurio de ojos somnolientos para tocar lo que en ese entonces yo llamaba música.
[Ernesto Huerta]
Pelotas
Juguete 'con vida': Objeto redondo de color rosa que bota al ritmo del usuario y que se usa para practicar a nivel básico varios deportes.
Las pelotas siempre fueron mis favoritas, pues me resultaba fácil manipularlas y controlarlas. Un juguete simple que abrió mi camino en el deporte.
Cuando tenía un año de edad me regalaron mi primera pelota color rosa y desde ese momento yo intentaba botarla todo el tiempo. Siempre me divertía y no sólo la usaba con mis manos, también me subía en ella y saltaba como sapito o me dejaba caer encima y trataba de rodar como mi pelota.
Gracias a mi pelota, el primer deporte que practiqué durante más de seis años fue el basquetbol.
[Cynthia Cortés]
John Cena vs. Max Steel
Hombrecillo de unos 15 centímetros que usaba la vestimenta típica del luchador John Cena en 2009: bermudas de mezclilla, tenis blancos y muñequeras color azul.
Tenía 10 años. Jugaba con mi primo a lanzar nuestros juguetes sobre las escaleras, cuando él tomó a mi John Cena y, aunque le grité que no, lo aventó sobre otros de él.
Para nuestra sorpresa, sus dos muñecos de Max Steel perdieron la cabeza y un brazo, pero el mío salió ileso.
El crimen no paga y el autor de la fechoría terminó llorando, mientras yo sentía una inmensa calma de ver a mi John Cena completo.
[Rafael Solchaga]
Barbie Ballet
La muñeca Barbie, con un vestido rosa y zapatillas de bailarina de ballet, estaba de moda en los 80 y fui afortunada de tener una.
Era la época del programa Las aventuras de Capulina y de ver en la televisión al Tío Gamboín (achí ech mijitos). Los Reyes Magos, si bien visitaban la casa de cada año, no siempre dejaban los regalos que pedíamos; sin embargo, ese año sí me cumplieron.
Era la Barbie Ballet. Güerita y de ojos azules, con su trajecito y zapatillas color rosa. La tuve por muchos años y varias veces la rescaté de las mordidas de mi hermano menor, aunque un día no pude hacer mucho y le rompió la cabeza. Se la coloqué de nuevo, pero ya no era la misma.
Con los años llegaron más barbies, pero ella siguió ocupando un lugar especial y tras tenerla mucho tiempo guardada, decidí que, igual que sus amigas, debía hacer felices a otras niñas.
[Miriam Ramírez]
Consola de videojuegos en forma de llanta
Aunque yo ya estaba grandecito, los Reyes Magos decidieron darme mi último obsequio, el que, para mí, fue el más simbólico de todos: una consola de videojuegos en forma de llanta.
Fue mi mamá, que con lo poco o mucho que le quedaba en los bolsillos, ayudó a los Reyes para que mis hermanos y yo tuviéramos este aparato, austero, sin ser una marca reconocida ni mucho menos.
Recuerdo que contenía varios videojuegos precargados y con él pasé varias tardes y noches de entretenimiento.
Durante mi infancia recibí regalos de todos tamaños y colores, pero ninguno significó tanto para mí como esta llanta con juegos en su interior.
[Héctor Ortiz]
Una Hada de Cabbage Patch
De niña, una de las muñecas que más me gustaba era la Cabbage Patch. Era la segunda hija, así que casi siempre las heredaba de mi hermana, a quien, por fortuna, casi no le gustaban las muñecas.
Recuerdo que uno de mis últimos regalos de Reyes o quizá el último, porque ya estaba más en la puerta de la adolescencia que en la cuna de la infancia, fue justo una hada de esa línea de juguetes, que aún conservo.
Fue la primera que recibía nueva, en su cajita transparente, con su acta de nacimiento y ese olor particular de esas muñequitas de hoyuelos en las mejillas. Tal vez fue con la que menos jugué, pero fue la que más valoré.
[Nancy Corro]
Balón de la Final de la Champions League
Cuando tenía 9 años, los Reyes Magos me trajeron una de las cosas que deseaba desde años atrás: un balón de la Champions League.
En 2005, se jugó una de las ediciones de la Copa de Europa más espectaculares de la Liga de Campeones, por lo menos del 2000 a la fecha, y la cual terminó con la Final en donde el Liverpool venció en penales al Milán.
Aquella final me marcó, y a pesar de que mi equipo perdió, quedé maravillado por lo que presencié aquel día de mayo de 2005. Con ello, para los Reyes Magos del 2006, una de las cosas que puse en mi carta fue que me trajeran el balón de Final de la Champions. Y así fue.
[Jorge García]
Cabbage Patch Kids... pequeñita
Cuando tenía 7 años le pedí a los Reyes Magos una muñeca Cabbage Patch Kids, que destacaba por tener parecer un bebé real, ya que era casi del mismo tamaño y tenía su acta de nacimiento con su nombre.
Sin embargo, me trajeron una de la misma marca pero de la mitad del tamaño y completamente de plástico, que tenía traje de baño y una motocicleta acuática.
A pesar de que el primer día me decepcionó no recibir mi muñeca ideal, Charleene se volvió uno de los mejores regalos que he recibido, pues 21 años después la recuerdo como el juguete que más alegró mi infancia
[Fernanda López Castro]
Tigger de peluche
El tigger de peluche pertenecía a mi hermana mayor y cuando nací me lo heredó para que "me cuidara"; duró siete años conmigo y cuando nació mi sobrina se lo di para que ella pudiera jugar con él.
[Mayra Yazmín Ruíz Dosamantes]
Xbox primera generación
Consola de videojuegos color negra desarrollada por Microsoft.
Ese año, los Reyes Magos decidieron interpretar mi carta libremente y dejaron bajo mis zapatos regalos distintos a los que pedí. Nada sabía del mundo de los videojuegos, por lo que ver ese Xbox no me provocó una sorpresa muy grata, pues no sabía qué era o cómo funcionaba.
Sin embargo, tras encenderlo y comenzar el juego que venía incluido (Halo: Combat Evolved), pasé con mi papá y mi hermano horas y horas en las que, entre gritos, frustración, risas y emoción, intentamos terminar todos los niveles.
[Gersaín Grande]
Microhornito
Como muchas otras amiguitas, mi sueño cuando era niña era tener un microhornito, el cual llegó a mí un Día de Reyes.
Recuerdo haber pasado horas "horneando" pastelitos esperando que se vieran igual que los de la foto y, aunque nunca lo logré, es uno de los mejores recuerdos que tengo de esas fechas.
[Katya Vite]
Auto Ricochet
Un auto a control remoto que se caracterizaba por poder dar vueltas sobre su propio eje y ser un "todo terreno".
Tras pedirlo a los Reyes Magos durante tres años seguidos, por fin cumplieron mi deseo, lo cual me provocó una gran alegría. De inmediato puse a cargar su batería en el que tal vez ha sido el par de horas más largo de mi vida.
Salí a la calle con mis amigos de la cuadra y me puse a competir con quienes habían recibido el mismo juguete o uno similar. Pronto organizamos un torneo de carreras en el que el premio era una bolsa de dulces donada por la mamá de alguno de ellos.
No sé si fue porque mi juguete era nuevo o simplemente suerte, pero conseguí ese dulce trofeo. Al final compartí las golosinas con todos y pasé una de las mejores tardes que recuerdo de mi infancia.
[Luis Madrid]
Casa de Barbie ¡interactiva!
Tenía 8 años cuando rogaba a los Reyes Magos por una casa de Barbie que en esos días era lo último de lo último, porque no sólo era una casa, sino interactiva: Barbie se bañaba y sonaba la regadera, hacía un pastel y el horno producía ruidos.
Ese día fui la más feliz, no paré de jugar hasta que me quedé dormida en la sala, y además, Melchor me dejó su autógrafo en la caja. Hoy, 17 años después, la sigo conservando intacta, y cada vez que se presenta la oportunidad de donarla, me niego a deshacerme de ella.
[Sandra Medina]
Un muñeco de peluche muy especial
Lafa llegó en 1994, apenas tenía meses de nacido, tras el viaje de uno de los amigos de mamá a Nueva York. Llegó a acompañarme cuando empezaba a armar rompecabezas.
Cuando estaba en la vocacional, a mis 16 años, nos pidieron llevar un juguete de la infancia y Lafa me acompañó. En el salón, la profesora nos dijo que "habíamos cambiado para crecer" y todos empezamos a llorar por la nostalgia de que ya no podíamos volver a ser niños.
Tras 25 años, el juguete está entero. Mi relación con Lafa es muy parecida a la del Sr. Burns, de Los Simpson, con Bobo.
[Diego Martínez]
Jeep de Matchbox
La mejor sorpresa de Día de Reyes llegó a mis 5 años, el día que corrí al árbol de Navidad y me puse muy triste ver que no había nada; sin embargo, mis papás me dijeron que saliera a buscar a los Reyes Magos: me encontré un Jeep amarillo de Matchbox y no dudé en salir a manejarlo.
El coche fue una leyenda en mi familia porque buscaba usarlo hasta para ir a la tienda y también porque nunca dejaba que ninguno de mis primos (más grandes o más chicos) lo manejara, sólo podía conducir yo y llevarlos, incluso si alguien intentaba manejarlo les decía que no, pero que les dejaba tomarse fotos en él (Como en la foto).
[Jocelyn Chávez]
Play Station 2
Era 2006, tenía 10 años y un PlayStation 2 aguardaba debajo del arbolito de Navidad, junto al juego de fútbol Winning Eleven 9. No recuerdo si lloré de alegría cuando lo vi, pero sí que me puse a jugar con mi hermano, de entonces 17 años.
Así seguimos durante horas y, sin saberlo, era la última etapa que conviviría más con él. Casi siempre me ganaba. A veces me enojaba y me iba en pleno juego.
Uno o dos años después, mi hermano ya casi no estaba en la casa. Empecé a pasar mucho tiempo solo, con el PlayStation 2 a lado. Nunca me aburría.
Una consola de videojuegos me hizo ver que, pese a la distancia y los momentos, siempre habrá un tiempo para estar con las personas que quiero, y con mi propia compañía.
[Miguel Jiménez]
Pizarrón Mágico Lite-Brite
Las fechas decembrinas siempre me han gustado por la cantidad de luces de colores que hay por la ciudad, así que en Día de Reyes no podía pedir otra cosa que no fuera similar.
Cuando tenía 8 años deseaba tener un 'Pizarrón Mágico Lite-Brite', no era más que una caja con un foco en medio y una pantalla con muchos puntitos en donde se colocaba una hoja negra en la que se iban poniendo leds de colores hasta formar una figura.
El pizarrón venía con varias platillas de figuras como barcos, payasos, casas, trenes, peces y muchas otras cosas tal vez sencillas, pero para mí eran lo máximo porque estaba "HACIENDO ARTE CON LUZ".
Podía pasar horas entretenida cambiando de plantillas o haciendo algunas propias, era tal mi fascinación por el juguete que lo cuidé como a ningún otro, incluso diez años después, cuando mi hermano menor cumplió 5, todavía se lo presté para jugar un rato y sí, ahora que tengo 25 todavía lo conservo y hasta con su caja original.
[Montse H. Tula]
Bicicleta... inesperada
Una ocasión, los Reyes Magos me trajeron una bicicleta gris, supongo que creyeron que era tiempo de hacer más ejercicio; sin embargo, el regalo no me entusiasmó porque yo no la pedí y terminó arrumbada en una esquina de mi casa por mucho tiempo.
Después, varios niños de la colonia comenzaron a tener y usar bicicletas, por lo que comencé a rodar la mía.
Con el paso del tiempo se formó una especie de club de niños ciclistas: organizabamos carreras, íbamos a lugares que entonces nos parecían lejos y había una rampa de skate en la que tuvimos demasiados accidentes por 'aventados'.
Mi bicicleta fue robada después y el club se desapareció con el paso del tiempo.
[Ricardo Lara]
Autobuses de pasajeros... a escala
De niño mi sueño era ser conductor de autobús de pasajeros, quería conducir por las principales carreteras y tenía una fascinación hacia ellos.
A los ocho años los Reyes Magos me trajeron varios autobuses a escala y en la recámara me ponía a jugar con ellos e imaginaba sus derroteros y con las almohadas y objetos que encontraba les construí terminales de pasajeros.
[José Luis Medina Rivera]
Muñeca Cabbage Patch
Rosalinda fue la primera muñeca que tuve en mi infancia. Mi hermana y yo tuvimos una diferente y la llevábamos a todos lados. Para las muñecas pedíamos a nuestros papás ropa nueva cada fin de semana.
Incluso, cantábamos una canción antes de dormir junto con las muñecas todas las noches.
[Itzaxaya Campos Cruz]
Grabadora
Recuerdo la grabadora que mi hermana recibió el Día de Reyes, la cual también utilizaba yo. A pesar de los ochos años que nos llevamos, esa grabadora era el pretexto perfecto para pasar tiempo juntas, ya fuera para escuchar música o para hacer un "concierto".
[Emily Paulín Cuenca]
Auto clásico a escala
Cuando tenía 15 años, sí, a esa edad, los Reyes Magos me anotaron en eso que llaman lista de los "niños bien portados", se acordaron de mí y cumplieron un deseo que a la fecha es mi pasión: los carros.
Este automóvil clásico cuando lo vi me hizo sentir tan feliz porque los Reyes Magos aún, desde Estados Unidos, nunca me olvidaron.
[Iván Ramírez]
Muñeca Dulcereza panquesitos y grabadora
A los 3 años, los Reyes Magos me trajeron una Dulcereza panquesitos, la cual traía sus accesorios y lo mejor es que tenía una olor: mi muñeca olía a plátano.
Se convirtió en uno de mis juguetes favoritos, que llevaba a todos lados y el cual conservo con mucho cariño.
Otro de mis juguetes preferidos fue una grabadora de varios botones, que al presionarlos hacían diferentes sonidos y al final reproduce una melodía.
Es un gran recuerdo el que tengo y ¡mi grabadora aún funciona!
[Vanessa Campuzano]
Edición: Edgardo Velázquez