Mara Nadiezhda Robles Villaseñor es de esas mujeres que caminan como si fueran hechas de hierro. Delgada, decidida, con una energía desbordante y una mirada que podría perforar una montaña, no necesita levantar la voz para que los demás sepan que su presencia es algo que no se puede ignorar. Su historia comienza en los pasillos de la Universidad de Guadalajara, donde la joven Mara, apenas una estudiante con el atrevimiento suficiente para plantarse frente a cualquiera, hoy busca la rectoría de la UdeG.
Robles Villaseñor fue la primera mujer en aspirar a la presidencia de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU). “Es la experiencia más importante de mi vida, ser fundadora de la FEU. Éramos unos jóvenes vibrantes”, recuerda, y sonríe como si aún escuchara esos gritos en los pasillos. Por eso no tiene nada de raro que pueda ser la primera rectora de la UdeG.
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Mara Robles llegó a los pasillos de la UdeG como una chica con agallas, desarmada, pero con una mente aguda y una determinación que no se podía fingir. En esa época, la política era para hombres bragados, valientes, que se agarraban a cates y a veces hasta con pistolas, dice entre risas. Con cada palabra, Mara desafiaba los prejuicios. Propuso elecciones limpias, debates sin violencia, y aquello que parecía simple imprudencia juvenil, unida a una férrea voluntad, fue suficiente para abrirse paso para el resto de su vida. Así comenzó a trazar una carrera en la que defendería el derecho a la educación y haría de la universidad un espacio de oportunidades, con una vida marcada por el activismo, el trabajo y una inagotable pasión por la docencia.
Después de aquella elección en la FEU, en un México y una Guadalajara que ya no eran los mismos, Mara siguió buscando caminos, esta vez como diputada, la más joven de su generación. A sus 24 años, y de pie ante 500 legisladores, defendió una propuesta que sigue siendo un sueño apenas alcanzable: destinar el 8 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), a la educación. Presidí una sesión vibrante, recuerda. Su paso por el Congreso fue apenas el inicio. La historia de Mara es una de transformaciones, de instituciones en las que ha dejado huella y de una voluntad que no sabe rendirse. Poco después, fue invitada al gobierno de Marcelo Ebrard, en la Ciudad de México, donde fundó la primera Escuela de Administración Pública de América Latina con un enfoque basado en el mérito. “Logramos que los servidores públicos fueran elegidos por sus méritos, no por sus contactos", dice con orgullo, consciente del impacto que tuvo su proyecto.
¿Cuáles son las apuestas de Mara Robles?
Desde entonces, Mara no ha dejado de insistir en que los jóvenes merecen algo más. En el Centro Universitario de Los Altos (CUAltos), dejó su marca al conseguir que los avicultores de la región donaran dos huevos diarios para cada estudiante, para que nadie tuviera que estudiar con el estómago vacío. También transformó el comedor universitario en un lugar digno, donde se sirviera un buen café y un menú saludable. Y cuando el frío amanecía en los camiones donde los estudiantes llegaban desde Arandas, Mara se plantó junto a ellos en la madrugada para exigir un transporte digno. “Dije: Como rectora, voy a ir con ellos, a ver si así entonces me hacen caso”, relata. Para Mara, el servicio universitario no se construye desde una oficina, sino en el día a día de quienes estudian y trabajan allí.
Entrevista con Mara Robles | Video
Cuando habla del feminismo, lo hace sin adornos. Para Mara, ser feminista no es cuestión de etiquetas, sino de acciones, de estar siempre al pie del cañón defendiendo las causas de las mujeres. En sus días de activista, impulsó la creación del Centro de Estudios de Género en la UdeG y peleó para que al menos el 30 por ciento de los puestos en la política estudiantil fueran ocupados por mujeres. Treinta años después, celebra la llegada de Zoé a la presidencia de la FEU como un triunfo: “Ahora es tiempo de mujeres para la universidad, y no solamente porque seamos mujeres, sino porque somos tremendamente competentes”. Sus palabras tienen una firmeza tan clara que nadie podría ponerlas en duda.
¿Cómo ve Mara Robles a la UdeG?
Mara cree firmemente en que la UdeG es un portento social, un bastión para los jóvenes con pocos recursos económicos. Para ella, la universidad no es una imitación de Harvard ni de Oxford. Es, por el contrario, la única oportunidad de miles de jóvenes que no nacieron entre privilegios, un refugio donde las chicas y los chicos pueden aprender sin tener que elegir entre comer y subirse al camión. Federico, dice refiriéndose a uno de sus estudiantes, tiene que elegir todos los días entre comer y pagar el transporte. Ahí, en ese detalle cotidiano y desgarrador, se resume la urgencia de una universidad que, dice Mara, debe ser un espacio seguro, un santuario para las chicas y los chicos.
Su vida, marcada por una energía casi inagotable, tiene, sin embargo, un ritmo propio. Mara nunca se detiene del todo. A sus amigos les resulta curioso que, a veces, hable como una anciana de 200 años, porque lleva décadas en la vida pública. Pero es su pasión lo que la mueve, un impulso que no entiende de pausas ni de esperas. Ella misma confiesa que, de vez en cuando, le gustaría tener más paciencia. Quizá ir demasiado a prisa ha sido mi error, admite, pero siento que la vida se tiene que aprovechar a cada instante.
¿Qué pasatiempos tiene Mara Robles?
Mara es alguien que podría vivir corriendo, pero también sabe encontrar paz en la lectura. Cuando habla de libros, su tono cambia. Confiesa que su verdadero vicio es leer, no como un ratón de biblioteca, sino como alguien que busca en la textura de las palabras la emoción de un buen relato. Devorar libros es, para ella, como una obsesión, una necesidad, una especie de respiro entre tantas batallas. Y cuando la conversación gira hacia el arte, no puede evitar hablar de los museos, aquellos espacios que, para ella, son esenciales en cualquier ciudad.
Pasión por los museos
“Mándame a un museo si quieres volverme loca”, comenta entre risas, Mara Robles.
Mara no es de las que teme equivocarse. Su autocrítica aparece en un mundo donde muchos prefieren esconder sus errores. Con honestidad, admite que su peor defecto es su falta de pausa. Desde los 10 años ha estado en la vida pública, y eso, dice, le ha dado la piel de una viejita de 200 años. Pero no cambiaría ni un segundo. Porque Mara, al final del día, no vive para ella misma; su vida, sus esfuerzos, sus desvelos, están dedicados a los jóvenes, a aquellos que representan, en sus propias palabras, el único futuro digno de ser alcanzado. Y así, de pie, con una mirada que no se quiebra y una sonrisa que desafía al tiempo, Mara Robles avanza hacia la rectoría de una universidad que, bajo su dirección, promete no solo ser mejor, sino ser, como ella misma, implacable e indomable.
Carrera de Mara Robles
Mara Nadiezhda Robles Villaseñor cuenta con doctorado en Cooperación e Intervención Social y es también maestra en Políticas Públicas, así como licenciada en Economía.En su carrera se ha desempeñado como profesora de tiempo de la UdeG, fue rectora del Centro Universitario de los Altos, así como diputada local y federal.
Cuenta con experiencia en cargos públicos así como diversas publicaciones
SRN