De la máquina de escribir a los celulares; reporteros recuerdan sus primeros inicios en El Diario de Monterrey

50 años MILENIO Monterrey

Los amantes del periodismo compartieron el proceso de evolución para ejercer la profesión, desde los formatos, el color y la tecnología.

Los reporteros externaron sus alegrías por la celebración de los 50 años del Diario. Foto: Especial
Rosario Cerda
Monterrey, Nuevo León /

Cumplir 50 años suena fácil, pero los cambios son inevitables y han sido un ingrediente constante para MILENIO Monterrey, que nunca ha dejado de lado la pasión por informar a sus lectores.

Los cambios no solo han sido por la forma en la que se presenta la información o el formato, pues se ha ido del tamaño estándar al tabloide, del blanco y negro al color... las historias que han resguardado cada una de las redacciones y la manera en que se preparan los reporteros para salir a las calles, también han sido parte de esa transformación constante.

Por ello nos dimos a la tarea de entrevistar a cuatro experimentados reporteros que han formado parte de la historia de MILENIO y El Diario de Monterrey en diversos momentos, para que nos contaran parte de las cosas que les ha tocado vivir.

Con libreta y grabadora en busca de la noticia

Víctor Canales. Reportero de cepa, vivió el nacimiento de El Diario de Monterrey. Foto: Roberto Alanís

Víctor Salvador Canales, uno de los reporteros fundadores del periódico, que se integró al Grupo desde 1973, es decir, un año antes del nacimiento de El Diario de Monterrey, recuerda con nostalgia cómo era cubrir los aconteceres del día a día, cuando armado con su amada libreta y su grabadora iba tras la historia.

“En aquel tiempo yo cubría de todo, no como ahorita de enfocarnos solo a la fuente política, también nos tocaba la nota roja, debíamos tener sensibilidad para los temas. Me reportaba temprano al periódico para ver los eventos y temas. Cuando empezamos en El Diario éramos pocos, quizá unos cinco o seis reporteros, había fotógrafos, pero éramos pocos", señaló.
“Después de reportear llegábamos directo a escribir a la redacción, pero a veces mandabas un avance, que dictabas por teléfono”, recordó el periodista.

Máquinas de escribir, el aliado del periodista

Paco Zúñiga ha creado mucha historia en sus 40 años de carrera. Foto: Roberto Alanís

De igual forma, Francisco Zúñiga, otro de los reporteros “de la vieja guardia”, cuenta cómo fue su llegada a El Diario a finales de 1983, cuando solo tenía 20 años.

“Era un mundo nuevo, aunque la redacción no tenía ningún lujo, ya estaban haciendo pruebas con computadoras, que tenían el sistema MS-DOS, creo. En la redacción había mesas y máquinas de escribir mecánicas, de esas grandes, Remington y Olympia. Generalmente escribíamos sobre el papel de los rollos del télex, porque las máquinas no tenían cintas, y entonces tecleábamos en blanco y quedaba impreso sobre la doble copia que tenía el papel”, recuerda.

Y es que por aquellas épocas las notas se redactaban en máquinas de escribir, en hojas de papel revolución, de ahí la memoria colectiva de ver a los reporteros hacer mucho ruido y golpear casi con furia las teclas de las máquinas.

Luego de ese proceso se entregaban las piezas al jefe de redacción, para que pusiera un título o cabeza a la nota, así como las imágenes que acompañarían la información en la plana.

En sus primeros 10 años, hacia 1984, las fotografías llegaban por télex en blanco y negro, y las de color también se transmitían una por cada color primario, por lo que el proceso podría tardar más de una hora, y si se corría o había un error tenían que mandar de nuevo la imagen o el paquete de color, debido a que a esas fotografías se les sacaba un negativo que tenía que coincidir para un registro perfecto.

“Llegué a finales de 1983 o principios de 1984. En la redacción, la mayoría éramos jovencitos que empezábamos y dábamos nuestros primeros pasos en el mundo del periodismo. Podíamos pasarnos todo el día ahí, disfrutando del ambiente, el olor a tinta, las pláticas de los veteranos, como Mario Martínez Oseguera, quien tenía 35 años en la fuente policiaca, y nos contaba un montón de anécdotas”, describe Francisco Zúñiga.

Todo el día llegaban notas, cables, fotografías, entre otros, y era momento de tomar una regla metálica, con la cual sujetaban el papel, iban cortando cada una de las notas para luego acomodar y definir en qué parte de la página iban a quedar.

“El proceso era artesanal, teníamos unas hojas de papel, un poquito más grandes que el tamaño oficio, que eran los esquemas en los cuales marcábamos la posición de la nota, cabeza y texto, fotografías y anuncios”, recuerda Zúñiga.

Una vez ahí, las notas se introducían a la computadora, y ellos eran los encargados de revisar la ortografía y otros errores que pudiera tener el material.

Al texto definitivo se le ponía cera por un lado, se recortaban las columnas y luego se acomodaban; era momento de que el Departamento de Formación se concentrara en armar el rompecabezas en una hoja de papel del tamaño del periódico.

Luego llegaba la página a Fotomecánica, que se encargaba de pasar el material a las láminas o placas, y de ahí a la prensa.

La llegada de la modernidad

Miguelito. El conductor de Vivalavi ama cubrir espectáculos. Foto: Rosario Cerda

Miguel Díaz, mejor conocido como Miguelito, es otro de los reporteros que pasó por la redacción de El Diario de Monterrey, a donde llegó siendo estudiante de primer semestre de la carrera de Ciencias de la Comunicación.

“Cuando entré a trabajar aquí, en 1994, ya estaban las computadoras, que eran aquellas monocromáticas de la pantalla negra y las letras de color verde o amarillo, y se iniciaban con un disco de arranque. Aunque todavía no existía como tal el internet portátil, así que la conexión a internet solo la teníamos en el Centro de Información, que era a donde llegaban todos los eventos para cubrir, aunque también nos llegaban vía fax”, señala Miguelito, quien hoy forma parte del equipo de conductores de Vivalavi.
“Mientras que nosotros ya estábamos adaptándonos a usar la computadora, había algunos, como mi querido Reportero del Aire, mi querido don Joel Sampayo Climaco, a quien en esos años le decíamos ‘apá’, que escribía todavía con máquina de escribir. Alguna vez se me ocurrió, pasando por su lugar, decirle: ‘Apá, ¿por qué no se va a escribir a una computadora?’ A lo que me respondió: ‘Porque el periodismo no lo hace la máquina, lo hace usted, lo hago yo, y a mí me gusta mucho trabajar en máquina de escribir’, y siguió en lo suyo”, recuerda Miguel Díaz.

Aunque siempre le interesaron los espectáculos, el hoy conductor cuenta que una de las tantas transformaciones en El Diario de Monterrey fue la formación de sus reporteros, pues antes “todos debían saber tomar notas de otros temas”.

“Siempre pensé en enfocarme en espectáculos, es la fuente que me gusta, pero en esa época tenían la mentalidad de que si querías ser periodista te formaban como periodista completo, para que pudieras hacer desde una nota local hasta una nota social”, cuenta Díaz.

La modernidad en los medios da vitalidad

Agustín Martínez. Asegura que la tecnología facilita el trabajo, pero importan más la gente y sus historia. Foto: Jorge López

Solo un año después de la llegada de Miguel Díaz, Agustín Martínez comenzó con su carrera en El Diario de Monterrey, a los 21 años, era el año 1995.

“En estos 29 años en la empresa ha habido muchos cambios en nuestra vida profesional, sobre todo en la cuestión tecnológica, ha sido uno de los cambios más notorios en todos los sentidos”.

Agustín recuerda cómo la cobertura ha cambiado, especialmente por el uso de teléfonos celulares y de computadoras, pues si bien cuando él llegó a El Diario de Monterrey ya se contaba con esos sistemas, su tecnología era bastante rudimentaria. Pero si bien la tecnología facilita el trabajo, no hace al periodismo. Martínez reconoce que siempre es vital mantenerse en los zapatos de las personas a las que se está entrevistando, para conseguir la mejor historia.

“Es vital que el medio informativo esté cerca de la comunidad, para servirle, y de ese modo ir ganando mayor penetración entre la población, estar con la gente y, obviamente, esa va a ser una etapa de progreso continuo para el medio de comunicación”, asegura Agustín.

Así, los más de 50 años de historias y cambios han formado parte de la vida de los regiomontanos que han decidido informarse a través de MILENIO Diario.


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