“¡Con calma, tranquilas! Sólo las estamos ayudando, vengan: todo está bajo control”, son las palabras que Adriana Véliz dedica a unas 15 mil abejas que enjambraron en la base de un poste, ubicado en Parque Vía Reforma, en la alcaldía Miguel Hidalgo. Ella es fundadora e integrante operativa de Abeja Negra SOS, la única organización en su tipo que se dedica al rescate de esta especie en la Ciudad de México.
Y, sin importar que se trate de colmenas en altura, bajo estructuras de cemento, o en lugares poco accesibles, las voluntarias de esta agrupación femenil hacen todo lo posible por poner a salvo a cerca del 95 por ciento de cada enjambre, esto al responder a los llamados de emergencias que la ciudadanía les hace llegar.
“Desde 1980 los protocolos de atención para abejas se basan en la eliminación, entonces, nosotras somos una alternativa para que las personas cuando encuentran un enjambre en lugar de llamar a los cuerpos de emergencia (como Bomberos o Protección Civil) y que estas sean sacrificadas, nosotras le podamos dar una nueva oportunidad”, advierte, la también veterinaria de 33 años.
Enfundadas en trajes de apicultura es como Adriana y Luz Millán realizan su trabajo, auxiliadas de esmeriles, barretas y palancas, para abrirse camino en toda clase de escenarios; pero también con un ahumador de bomba, éste último para inhibir la feromona de ataque que llega a segregar esta especie al sentirse en peligro.
Debido a que las áreas verdes en la capital cada vez son menos por el crecimiento urbano, explica Veliz, es muy común que las abejas migren y busquen lugares donde enjambrar, sea cerca o lejos de donde llega a desarrollarse la actividad humana. En postes, monumentos, templetes, entremuros y árboles suele presentarse la mayor presencia de este insecto.
“Hacemos un pequeño diagnóstico sobre si el rescate es viable o no, y nos presentamos en el lugar de la recolección. Ahí facilitamos nuestro acceso, y básicamente, lo que hacemos es sacar panal por panal, nos llevamos todos los recursos que llegan a tener: cera, miel, abejas adultas, pero sobre todo la cría (huevecillos y larvas), porque si no se retira ésta, no se está haciendo nada por ellas”, comenta.
Durante 2018 fue que Abeja Negra SOS surgió como una iniciativa sin fines de lucro, a cargo de cinco mujeres, todas ellas con estudios en veterinaria y zootecnia.
Por lo general, los llamados son atendidos por brigadas de dos o tres personas, pero cuando las poblaciones de abejas son mayores, al sitio pueden acudir hasta ocho personas. Y, aunque en un inicio, las labores de retiro de enjambres eran gratuitas, a la fecha sólo llegan a cobrarse los materiales e insumos de transportación.
“Estas abejas que trabajamos aquí en la Ciudad de México, se conocen como apis melliferas, y si bien no están en peligro de extinción como algunas especies silvestres, que por lo general viven en las zonas menos urbanizadas, sí tenemos problemas en la pérdida de población a nivel mundial, pues se habla de que se pierde cerca un 30% de manera anual”, enfatiza Véliz.
Pero las abejas no sólo son una especie productora de cera y miel, sino también son las polinizadoras por excelencia, pues al menos 7 de cada 10 productos agrícolas son producidos con su ayuda.
“Mucha gente por ignorancia desconoce su función reguladora y moduladora en los procesos agrícolas y agroalimentarios, y eso puede significar un riesgo, pues a ellas las necesitamos para estar en equilibrio y por eso es que el hacer algo por esta especie, y en sí por el planeta, es una sensación muy satisfactoria”, expresa Luz.
Al final de cada da rescate, las colonias de abejas (que en ocasiones llegan alcanzar poblaciones de hasta 60 mil) son depositadas en cajas de apicultura, al igual que su producción, y todo es transportado hasta la zona serrana de la alcaldía Xochimilco, donde se localiza el apiario de la organización.
“Aquí cumplen una especie de cuarentena, donde se alimentan y se fortalecen. Una vez que ya pasan como de cierto punto crítico, pues ya pueden ser población de donativo, ya que al final nosotras regalamos las colmenas, con todo y su abeja reina, a los apicultores o a las personas que quieran empezar en la apicultura”, aclara.
Porque esta actividad no sólo se lleva a cabo con el fin de la explotación de estos insectos, sino la acción de preservar, cuidar, y, sobre todo, velar por las condiciones que permitan un ciclo de vida digno, enfatiza Véliz, donde las abejas no lleguen a causar incomodidad, pero tampoco que las incomoden.
EHR