Rostro del transporte: cuando el hartazgo viaja en camión

Ahí van, día tras día. Paseo monótono por avenidas horribles, envenenadas de aire sucio y publicidad que mancha hasta las carrocerías de los camiones. Es cualquier día en la unidad de transporte público.

Foto: Jorge López
Javier Sepúlveda
Monterrey /

Usuarios de rostros anónimos, pero tan familiares. Tan disímbolos, pero tan conocidos: todos tienen en común que no están contentos con el servicio que brindan los concesionarios del transporte público porque además de ser caro, no está a la altura de una metrópoli como Monterrey.

Los pasajeros observan por las ventanillas cómo pasan, veloces, los automóviles particulares y es inevitable que piensen que “algún día yo también tendré mi coche para no andar soportando choferes insolentes y camiones viejos”.

Es el transporte urbano de Monterrey, ese que condiciona su mejoría a un aumento de tarifas.

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