El mercado de abastos de Guadalajara es una de las galerías comerciales más grandes el occidente del país y a pesar de ello, el espacio en el que se extiende parece ser insuficiente para las miles de operaciones que se registran al día, mientras que la promesa de construir una nueva central de suministros luce cada vez más lejana.
Esta serie de naves, bodegas y locales comerciales se edificó a finales del siglo XIX, desde entonces el mercado puede presumir un éxito comercial que hoy sostienen más de 2 mil propietarios que a su vez generan una fuente de empleo aún mucho más grande.
Los años pasan y este lugar se mantiene como el principal espacio de abastecimiento de restaurantes, verdulerías, tiendas de abarrotes, puestos de tianguis, misceláneas y muchos otros negocios.
El mercado prácticamente no duerme, desde la madrugada registra intensa actividad con la carga y descarga de camiones, pero es alrededor de las 5:00 horas cuándo los clientes empiezan a arribar y esto se convierte en un caos que se ha vuelto ya un estilo de vida.
Para el momento en que los empleados abren la cortina de los negocios ya suele haber clientes aguardando, “hay gente que ya nos está esperando cuando abrimos, son clientes de hace muchos años que nosotros ya sabemos lo que se llevan y qué tipo de producto es el que quieren, nosotros los conocemos y ellos nos conocen”, señaló el encargado de una verdulería.
Los diableros también llegan temprano y su labor es tan antigua como el propio mercado, “le ayudamos a la gente a cargar las cosas. Los acompañamos mientras compran y luego les llevamos todo al carro o taxi y ahora sí que lo que guste cooperar”, explicó uno de estos trabajadores.
Otros que hacen acto de presencia todos los días son los agentes de movilidad que realmente poco pueden hacer para controlar el caos vial que se genera principalmente por la falta de estacionamientos.
Los automovilistas ignoran la señalética al igual que la línea amarilla plasmada en la banqueta y utilizan uno de los carriles de la vialidad para estacionarse, “no vi que no se puede pero voy rápido al banco y ya”, justificó un automovilista al cuestionarle sobre su motivo para dejar el vehículo en una zona prohibida.
Metros más adelante, afuera de un local de venta de semillas, un hombre dialogaba con el agente de movilidad mientras el operador de una grúa hacía las maniobras correspondientes para remolcar el Tsuru blanco estacionado en un lugar inadecuado, “no entienden jefe, todos los días nos llevamos coches de aquí y siguen estacionándose, abrieron un estacionamiento como de ocho pisos allá pegado a Lázaro Cárdenas pero prefieren arriesgarse que caminar”, explicó el agente.
La leyenda de las ratas (de cuatro patas) con el tamaño de un conejo que rondan las bodegas y locales, se combate como Charles Darwin lo hubiese sugerido, lejos de usar veneno o trampas, los comerciantes recurren al enemigo natural número uno de los roedores: los gatos.
Color blanco y negro, “Tonchi” es uno de los mininos que viven “como reyes” en los locales del mercado de abastos, no le falta agua, croquetas y diversión, “es bien efectivo, bien feroz con las ratas y como que ya sabe que para eso lo tenemos aquí porque las agarra y viene y nos la trae ya muertas”, mencionó la dueña del felino.
En 2001, la Unión de Comerciantes del Mercado de Abastos puso sobre la mesa que el mercado se encontraba rebasado en diversos sentidos y eso representaba pérdidas para los comerciantes, fugas de dinero que al año representaban cerca de cuatro mil millones de pesos.
Desde entonces las promesas han sido crear una nueva sede, sin embargo, tras 17 años de aquella exigencia, las necesidades de la ciudad parecen estar por encima de un proyecto que de acuerdo a estudios realizados en 2010, requiere una inversión de más de mil 200 millones de pesos para hacer posible esa reubicación, cantidad que puede equipararse con la inversión en obra pública al año, en un municipio como Guadalajara.
Tras más de un siglo de operación en Mercado de Abastos parece destinado a prolongar su caos durante un tiempo indefinido, en el que los locatarios y sus clientes tendrán que seguir lidiando con el conflicto vial, bodegas insuficientes para el almacenamiento, estacionamientos desbordados y gatos que sustituyen las medidas sanitarias para contrarrestar la proliferación de roedores.
MC