Cada domingo desde hace un año, la familia de Doily Paola se reúne en su tumba para recordarla y, casi siempre, llorar. Doily, de apenas cinco meses de edad, fue una de las tres víctimas fatales del sismo del 19 de septiembre de 2022, que dejó afectaciones considerables en Colima y Michoacán.
La casa donde vivía Doily con su familia: Rubén, su papá; Sandra, su mamá; y Miguel Ángel, su hermano mayor de cinco años, fue sacudida por el temblor de magnitud 7.7, causando la caída de un cilindro de gas que explotó cerca de la habitación donde se encontraban, mientas su padre trabajaba en el campo.
Sandra González recuerda aquel fatídico día con vívidos detalles: "cuando yo quise salir con ellos, explotó, y yo solo empecé a sentir la llama así caliente y nos tiró, pero yo nunca lo solté, los saqué de ahí como yo pude, yo solamente en mi mente decía: dios mío, ayúdame, que todo esto que está pasando que no sea cierto".
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A pesar de las dificultades, Sandra logró rescatar a sus hijos y, junto con ellos, inició una travesía que se prolongaría por semanas: de su comunidad, Cerro de Ortega, se trasladaron a la cabecera municipal de Tecomán, luego a Colima capital y finalmente en helicóptero a Guadalajara, Jalisco.
Ahí los separaron: Sandra se debatía entre la vida y la muerte en un hospital, mientras sus hijos enfrentaban graves lesiones en otro centro médico.
El 21 de septiembre -entre réplicas del terremoto- Rubén González, el padre de Doily, un migrante chiapaneco que vino a Colima a trabajar en el empaque de plátanos, recibió la devastadora noticia de la pérdida de su hija.
"Cuando me dijeron que lamentablemente la niña ya no estaba aquí en este mundo, que había fallecido, yo tenía las angustias de que el niño estaba en una cama y la niña en otra y mi mujer en otro hospital, y yo solo no podía ver cómo sacarme de esta pesadilla que estaba pasando”, recuerda.
Sandra y su hijo Miguel Ángel pasaron 30 largos días. El sepelio de la pequeña Doily se llevó a cabo sin la presencia de sus padres e incluso Sandra se enteró de la muerte de su bebé un mes después del trágico suceso.
“Me quería morir, porque nunca me imaginé que mi hija había fallecido, porque me mintieron: dicen ellos que por mi bien; pero yo ya no dormía, yo solo llorar era, me dieron pastillas para dormir para la depresión y casi ya va a ser casi un año, pero a mí no se me quita, yo lloro por mí hija”.
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Además del inmenso sufrimiento causado por la pérdida de Doily, Sandra y su hijo Miguel Ángel llevan en su piel las cicatrices por las quemaduras de ese día. El niño, de seis años de edad, este 20 de septiembre, un día después del primer aniversario del sismo, tendrá una cirugía más para mejorar la movilidad de su mano.
A casi un año, Sandra visita la tumba de su hija cada domingo, y al ver a otros niños de la misma edad que Doily, no puede evitar pensar en cómo sería su vida si su hija estuviera aún con ellos. Frente a la tumba dice: “la tengo que ir a visitar solo aquí…y por eso odio ese maldito día; vino destruir mi vida, vino a cambiarlo todo".
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HCM