Karina Gómez y Melissa salieron corriendo de casa el sábado 7 de enero porque se les hizo tarde. Ingresaron a la estación del Metro Indios Verdes y como el tren disponible estaba semilleno y ya se acercaba el otro, ambas corrieron hacia el área de mujeres.
Al entrar al primer vagón, ambas se sentaron de espaldas al chofer. Melissa se ubicaba en la ventana y su madre al costado.
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"Íbamos platicando sobre dónde desayunar, lo que íbamos a hacer (ella con sus compañeros del CCH Vallejo y Karina colocando uñas), en ese momento llegamos a Potrero, se suben dos chicas, buscan asientos disponibles. Al final del vagón (cerca de la cabina del chofer) estaban dos solitos. Uno del lado izquierdo y luego d otro del lado derecho, viéndose de frente", contó a MILENIO.
Karina luego se enteraría de que se trataba de Yaretzi Hernández Fragoso, la joven que falleció en el accidente, y su amiga, Aranza Ramírez Coronel.
"Una de ellas (Yaretzi) me llamó la atención porque iba vestida muy alegre, muy bonita, con unos tenis padrísimos y abrazó a su amiga como si fuera un recuentro.
Sin embargo, "en un segundo todo se tornó oscuro". Dos trenes chocaron entre las estaciones Potrero y La Raza, debido al impacto, Karina salió proyectada hacia la cabina del chofer y en cuanto pudo reaccionar, lo primero en lo que pensó fue en buscar a Melissa.
"Creo que perdí el conocimiento. Yo salí de mi lugar impactada hacia atrás (cabina del chofer) y cuando reacciono me acuerdo de Melissa. Me quiero incorporar. La voz no me salía, no podía hablar. Empecé a escuchar gritos, muchos gritos, “¿Melissa dónde estás?, no escuchaba su voz. Me acuerdo de mi mochila y saco mi celular para alumbrar y ubicar.
“Entonces, esto es fuerte y difícil, veo el cuerpo de la chica que estaba completamente prensado y Melissa quedó de frente, me gritaba, “¡mi pierna! Mamá, ¡mi pierna!, ¿ya no voy a poder bailar? ¡mamá! Yo le decía “no piénsese en eso”, mi desesperación era cada vez más grande”, explicó tras relatar que pensó en bajarse del tren hacia los rieles, pero “estaban muy alto”, comentó.
En medio de la oscuridad, "empezó a gritar", cubierta con polvo y tierra, alumbrando solo con la luz del celular.
Alguien le recomendó que se calmara y se quedara con su hija porque “se siente muy mal”. Se contuvo, “Melissa me decía, “mamá no siento mi cuerpo; no siento mis manos, no siento mis piernas. Me falta el aire. Y yo le decía respira, rezábamos y rezábamos cada vez más fuerte. “No, Mely. ¡Veme a mí! ¡Veme a mí! No pienses en nada más” porque frente a ellas estaba la joven que había fallecido.
La ayuda llegó, “me dicen que tardaron alrededor de 40 minutos”, y no se bajó del tren hasta que sacaron en camilla a su hija.
“Caminamos hacia La Raza y aún no podía llorar. Sentía un dolor en el pecho, pero no físico, en ese momento, sino del alma” por haber visto fallecida aquella joven de alegre sonrisa y zapatillas hermosas. Se le vino a la mente la mamá de la joven estudiante de artes visuales.
"Estaba completamente aplastada. Se hizo como un acordeón, ese pedazo, ese lado del vagón y justo por eso a Melissa se le prensó el pie, por el asiento de enfrente. Yo vi a la chica, pienso en la mamá de la chica y no sé si esté bien que yo lo hable, diga como lo vi, porque me duele y la traigo en mi mente", contó.
No olvida la imagen de la joven “alegre”, que abrazó fuerte a su amiga, como si se tratara de “un reencuentro”.
Esa imagen antes y después del accidente la reproduce en su memoria, una y otra vez.
La pesadilla siguió, de acuerdo con Karina, en el Hospital Primero de Octubre del ISSSTE, donde recibió maltrato por exigir corregir su expediente sobre las supuestas tres o cuatro cirugías, cuando había manifestado dos cesáreas, una de Melissa y la de su hijo Diego, de 13 años, así como irregularidades como la ausencia de vesícula y de apéndice.
Una mujer de chaleco blanco y blusa oscura, con figuras beige, sacó a su hermana gemela Cinthya y negó todo acceso a su esposo.
Luego intentó quitarle su celular, “empecé a sentir miedo, angustia, tristeza”, sobre todo, cuando la acorralaron varios médicos. En ese entonces ya nada controlaba el dolor de los golpes por el impacto, sobre todo en cuello y columna.
"Yo me aferré a mi celular, incluso pedí mi alta voluntaria, empecé a entrar en pánico"; y fue cuando su esposo, Víctor Rivera, logró el traslado al Hospital San Angel Inn de Chapultepec donde repetir todos los estudios clínicos y de imagen, uno de ellos, se efectuó en el Hospital Dalinde.
La pesadilla aún no termina. Melissa, quien baila hawaiano y ritmos haitianos, fue sometida a otra intervención. Y aun cuando ya fue dada de alta el 20 de enero, estudiaran mediante cultivo la piel retirada de color negro, debajo de la rodilla, y se analizará si es necesario el injerto ya que la lesión que sufrió muy abierta y grande.
“Los médicos dicen que va a estar bien. Mely si puede mover su pierna, su pie. Tiene movimientos, al parecer no altero funcionamiento, y al parecer será solo estético. “Yo quiero agradecer al gobierno y a mi familia la enorme red de apoyo”, explicó Karina.
Karina comentó que actualmente, aunque avanzan en la recuperación física, tienen problemas para dormir y afirma que nunca olvidará el momento del accidente.
"No puedo dormir. No puedo conciliar el sueño. (Tengo) sobresaltos. Cuando creo que estoy durmiendo, o me quedé dormida, me despierta el brinco. Mi hija también está mal. Ella me dice que está bien, pero emocionalmente no lo está. Se queja en las noches, brinca. Jamás se me va a olvidar esa mirada de terror, de pánico, de verse ahí, atrapada; nunca se nos va a olvidar, ni a ella ni a mí", mencionó.
En este momento, Karina y su esposo Víctor se centrarán en sus dos hijos, así como vender el miedo de salir con luz y solo hacerlo en la noche. No piensa subirse al metro por largo tiempo.
Solicitará ayuda para superar el terrible trauma del 7 de enero. “Sé que estuvo la muerte con nosotras peor también Dios, y agradezco esta segunda oportunidad de vida”.
FLC