“Empecé a ver cómo crujía la casa, cómo se abren las esquinas, como se va de lado la casa y pues sentí mucho miedo, en aquel momento no se acuerda uno de nada, ni de Dios… era una cosa espantosa”.
Es la historia de doña Leonor, una sobreviviente del terremoto de 1985 en Ciudad de México y que comparte en entrevista con MILENIO.
Con 75 años de edad, mientras se limpia las lágrimas que los recuerdos le provocan y se coloca de nuevo sus gafas oscuras, da gracias a Dios que en estos 39 años no se ha repetido un desastre como el que vivió en carne propia.
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Al igual que ella, don Miguel también comparte a MILENIO sus recuerdos de la mañana del 19 de septiembre de 1985. Él trabajaba en la Secretaria de Hacienda y Crédito Público en Insurgentes 14 y vio caer uno a uno los pisos del emblemático Hotel Continental.
“Oímos un ruido tremendo, un ruido muy fuerte, un ruido ensordecedor, el Hotel Continental se estaba cayendo… en ese hotel trabajaba Olga Breeskin con todo su elenco, entonces yo vi cómo se comenzaron a caer los pisos, uno a uno, uno sobre otro y después se levantó una nube de polvo que todavía aumentó más nuestro terror”.
Del dolor y el temor a salvar la vida de su vecina
Originaria de Oaxaca, Leonor López tenía 15 años viviendo en la capital del país, era ama de casa y cuidaba a su pequeña hija cuando sintió el primer jalón; aunque primero pensó que era un simple mareo, rápidamente comprendió que la realidad era otra.
“Lo primero que pensé fue ir a agarrar a mi niña que tenía un año y medio y su camita tenía llantas, entonces cuando yo llegué para agarrar a mi hija, ya no la pude agarrar porque en eso se vino el temblor mucho muy fuerte y me tiró, me tiró dos veces el temblor”, recordó Leonor.
Por fortuna alcanzó a llegar al quicio de su puerta y aunque el terremoto había acabado, la pesadilla apenas comenzaba para miles de capitalinos que quedaron marcados por el terremoto del 85.
“Cuando yo prendí la tele fue una cosa espantosa que yo empecé a ver casas caídas, pero lo que más recuerdo y que a veces hasta lloro, fue cuando se cayó el Súper Leche, no sé, tal vez porque yo frecuentaba mucho ahí a tomarme unos cafecito, unos hotcakes tan ricos que los hacían y cuando vi esa noticia me solté a llorar”.
Esa misma noche una réplica de nuevo tomó por sorpresa a los capitalinos, en esa ocasión doña Leonor se convirtió en heroína al salvar la vida de su vecina en Valle de Anáhuac.
“La señora estaba enferma de una rodilla y con mi nena me metí a su casa porque ella gritaba pidiendo ayuda y la saqué y me siento a gusto y yo creo que sí se puede salvar una vida o se puede ayudar a una persona que no tiene o no puede salir, yo creo que lo volvería a hacer”, relata Leo.
Murieron miles en terremoto del 1985 en CdMx
Don Miguel, oriundo de Tamaulipas, trabajaba en la Secretaría De Hacienda y Crédito Público en la Ciudad de México; cuenta a MILENIO que iniciaba su jornada laboral a las 07:00 horas en Insurgentes número 14, mientras mira el horizonte rememora que el reloj marcaba las 07:17 horas y lo que sería una mañana de rutina se convirtió en caos.
“El temblor nos traía de un lado a otro a los empleados, no teníamos estabilidad, las sillas que tenían ruedas comenzaron a correr rápidamente de una pared a otra y los escritorios comenzaron a deslizarse también…. los archiveros se nos vinieron encima y se hizo un caos enorme, no podíamos detenernos…. estábamos viviendo un momento de terror de gran miedo, seguía temblando, parecía no tener fin el temblor”.
Aunque de porte firme y a sus 78 años de edad, a don Miguel se le escurren las lágrimas y se le entrecorta la voz al considerarse afortunado de ser un sobreviviente del terremoto de 1985, pues tras ser testigo del colapso de emblemáticos edificios como el Hotel Continental que alguna vez recibió a figuras como Marilyn Monroe, las memorias se convierten en abrumadores recuerdos.
“Me siento muy afortunado de haber salido con bien porque estuvo muy feo, gracias a Dios puedo contarlo, pero muchos de mis compañeros no tuvieron la misma suerte, murieron miles y miles, si me siento muy afortunado y doy gracias a Dios que todavía estoy con vida”.
Simulacros deben tomarse en serio
Aunque son dos historias de vida diferentes, hoy ambos viven en la ciudad de Puebla tras mudarse del entonces Distrito Federal a causa del terremoto, la contaminación y la inseguridad que impera en la capital del país.
Los dos tienen hijos y nietos, tienen vidas tranquilas y llenas de recuerdos que afirman, esperan sirvan a las nuevas generaciones a mantener viva la historia y no olvidar que la naturaleza puede ser impredecible.
“Que la gente lo tome en serio y que no lo tome a vacilada, como mucha gente que he visto que hacen simulacro, salen riéndose, salen muy distraídas, no, que lo tomen muy en serio, porque en cualquier momento puede repetirse el (19)85”, finaliza doña Leonor.
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