Una tromba azotó el sur de Sonora el 24 de julio, fue tan fuerte que derribó postes de energía eléctrica y decenas de árboles, uno de estos fue un Macapule de 15 metros de alto y unos 40 años de edad que cayó encima de dos viviendas en Etchojoa, Sonora.
Ramona Urquides ha vivido toda su vida en una de esas casas, desde niña miró cómo el Macapule creció inmensamente frondoso, tanto, narra para MILENIO, que siempre tuvo miedo que le cayera encima.
“Desde que yo soy muy de esa, de que le tenía siempre miedo al árbol, siempre, siempre, el árbol, el árbol. Y yo arrancaba (corría), mi mamá me decía, va a haber un ciclón, y yo arrancaba con mi hermana… Uno de los gemelos no se quería salir, y Dios me dijo salte porque aquí se va a caer el árbol. O sea, yo siempre tuve miedo y así fue y pues yo siempre prevenía, por el miedo que le tenía a ese árbol” dijo.
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Como siempre ocurría en tormenta, con la llegada de fuertes vientos, Ramona y sus dos hijos gemelos, cerraron puertas y buscaron refugio con una vecina, lo cual terminó salvándoles la vida.
“Llegó un gemelo y me dijo, 'mamá, viene un ciclón'. Entonces le dije, 'vamos a cerrar todo, porque ya eran como las nueve'. Y cerramos todo, y en cuanto cerramos la casa y nos fuimos con la vecina de enseguida, pues se vino, en menos de 15 minutos, cayó el árbol. Que, si nos hubiéramos quedado ahí, nos aplasta. O sea, se vino de repente... yo lo sentí como nunca, como un tornado”.
El árbol tenía unos 40 años de edad, era tan grande y frondoso que cubrió por completo la vivienda de Doña Ramona, la destruyo, dañó otra vivienda vecina y derribó dos mufas eléctricas.
Tras la tragedia, los vecinos, familia, la comunidad, la sociedad y hasta el gobierno han apoyado a la familia, al grado de que hoy, ya le están construyendo una nueva casa.
“Estoy muy alegre y les doy gracias a toda la ciudadanía, a todo el pueblo y aparte de la gente que es de afuera, de Hermosillo, de todas las partes, de Nogales, hasta Estados Unidos. Darles las gracias a todas esas personas que me ayudaron, porque me empezaron a mandar en la feriecita para comprar lo que me hacía falta” comentó.
A un mes de que perdió todo y ya con mayor tranquilidad, recuerda cómo en muchas ocasiones se salió de su casa por miedo a que el viejo árbol les cayera encima, y cuando lo hacía, muchas personas le juzgaban como exageración, pero, ahora ya le dieron la razón, pues ese presentimiento le salvó la vida a ella y a sus dos hijos.
“Pues ya ven, mira, te dije que el árbol se iba a caer, pero bueno, gracias a Dios alcanzamos a salir” culminó.
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HCM