Para algunos, ser sepulturero es de valientes, no sólo porque cavan fosas para enterrar a los muertos, por ver todos los días el dolor de los deudos y también por todo lo que se encuentran y que se le conoce como brujería.
Jonathan Rosales Hilario trabaja en el panteón del Cero Morelos ubicado en Ciudad Victoria, dice que las películas de terror se quedan cortas con la brujería que han encontrado.
Relata que desde hace 16 años pasa la mayor parte de su tiempo en este lugar, entró a los 15 años como velador y ahora está en labores de mantenimiento y de sepulturero.
Recuerda que todos los días encuentra algo de brujería, ya sea enterrada o en la orilla de las tumbas. Para él, esto no está bien, pues en los cementerios descansan las almas.
“Todos los días encontramos algo de brujería, incluso ya van dos fetos que hemos localizado en el panteón y un ahorcado y no debe ser, porque es un camposanto, además no debe inspirar miedo, la gente descansa en paz”.
Figuras con alfileres, órganos de animales y más...
Jonathan dice que en el cementerio ubicado en la capital de Tamaulipas ha encontrado mucha brujería, desde botes con sustancias con olores muy fuertes, figuras de cera o de tela con alfileres, a veces con cabello y uñas de personas, hígados de pollo y corazones de algún animal más grande.
Mientras señala la cruz que forma el panteón con sus tumbas, destacó que una vez encontraron una fila de veladoras negras.
“Una vez también encontramos una lengua de vaca con clavos, estaba cocida de en medio y con un papel que decía que para que la gente dejara de hablar de la persona”.
Algunas cosas las encuentra cuando escarba para hacer alguna fosa, a veces están en la orilla con envoltorio en cinta o en aluminio, algunas cosas son lo que llaman amarres, ropa interior con sangre, fotos quemadas y muchas cosas más.
No se acostumbra a ver el llanto de las familias
Aunque todos los días hace el mismo trabajo expresa que aún no se acostumbra al dolor, a ver el sentimiento que emana de las personas mientras entierran a su ser querido.
“Te endurece verlo diario, aunque hay ocasiones en que el sentimiento se contagia, se puede percibir el dolor y ver su sufrimiento que no tiene consuelo. Pero duele más cuando sepultamos a un niño o un joven, pues no tuvo la misma vivencia”.
A manera de ejemplo destacó cuándo les tocó ver cómo atropellaron a un niño de cuatro años y lo peor les tocó enterrarlo y fue algo muy triste para todos.