Benito Cardona Padilla, es un zapatero que lleva 43 años arreglando zapatos de todo tipo, lo mismo botas vaqueras que militares, zapatillas finas y no tan finas, tenis y zapatos y muy poco zapato de niño y niña, ya que como están en constante desarrollo les crece el pie y es más fácil comprarles uno nuevo.
Benito es el zapatero más antiguo de Ciudad Victoria, en el manejo de las herramientas, pegamentos, máquina y agujas de cocido.
Entre quienes solicitan sus servicios están desde los ex presidentes Pascual Ruiz y Álvaro Villanueva Perales, así como Librado Treviño y Rosita Uribe, entre otros más.
Zapatos chinos de baja calidad
Aseguró que se ha incrementado la demanda de quienes buscan que se cosan sus zapatos o zapatillas, ya que ahora la mayoría de las empresas solo pegan para economizar tiempo y costos, con lo que han bajado la calidad del producto.
A manera de ejemplo, destacó que una prueba de es ello son los zapatos importados, los zapatos chinos, que son baratos pero de poca durabilidad por la calidad de sus materiales, además se trabaja menos la piel que es más durable y se usan productos sintéticos que se cuartean o descarapelan con facilidad, con lo que la vida del zapato es corta.
Lo que también es producto del consumismo, ya que es más fácil comprar un par de zapatos nuevos que buscar un zapatero para arreglar el desperfecto.
“De lo que más arreglo es el cocido de suelas, pero igual cambio tacones, suelas, entinto y muchos trabajos más que se realizan con herramientas como la cuchilla, aguja para coser, martillo, pie de fierro, pegamento 5 mil y clavos, entre otros más”, indicó.
Los trabajos más caros son para botas vaqueras incluyen cambio de baqueta, bases nuevas, cepillo nuevo y suelas, su costo oscila entre 350 a 400 pesos, las suelas más baratas son de 120 pesos y las tapas de 40 pesos.
Explicó que las mujeres cuidan más los zapatos que los hombres, además los hombres como caiga se los ponen y con uno o dos pares y ya la hacen.
Ya nadie quiere ser zapatero
Don Benito lamenta que cada vez hay menos gente interesada en seguir con el oficio de zapatero.
“Ya nadie quiere trabajar en esto, por eso hay pocos zapateros, ya no quieren trabajar de esto y no sé por qué, si no es de andar en el sol o caminando casa por casa, y es un buen trabajo”, explicó.
De este oficio, ha mantenido a su esposa, sus dos hijos a quienes les ha dado estudios, dice el hombre orgulloso de que a sus 54 años es abuelito de cuatro pequeños.
“Empecé desde chiquito y heredé el oficio de mi papá, desde chiquitos nos llevaba al taller para ver cómo se trabajaban los zapatos, las suelas y las pieles y a los 16 años ya empecé a trabajar por mi cuenta”.
De la pandemia comentó que bajó la clientela en más del 70 por ciento y que ahora apenas se está reactivando.
Benito también surte de material a zapateros de la ciudad, que acuden a tianguis o en sus domicilios brindan el servicio de zapatero que amenaza con extinguirse.
EAS