El tatuaje como expresión del arte corporal se ha extendido notablemente entre la población, particularmente la femenina, “quienes además de soportar más el dolor de las agujas, tienen preferencia por figuras más finas y estéticas, que las hagan sentirse bien”, explicó Erik Ramírez, quien tiene su estudio en la colonia Loma Colorada del municipio de Naucalpan.
“De un tiempo para acá, más o menos 2 años, he tenido más clientes mujeres que hombres y algo que sorprende es que tienen un umbral del dolor más alto, yo puedo tatuar una mujer y tardar de 4 a 5 horas y no se va a mover, en cambio el hombre, cuando llevo 1 ó 2 horas, me pide detener el trabajo y esperar un rato, pero sí, algo que he notado es que las mujeres aguantan muchísimo más”, explicó Ramírez.
El joven, con 4 años trabajando profesionalmente, ha hecho casi 3 mil tatuajes, comentó que las personas que vienen a tatuarse buscan expresar algo a través de la figura que se plasme en su piel, “tú le vas a dar el poder y el significado, así te hagas un punto o un corazón, va a tener esa intención para ti, cada persona le da el valor y el sentimiento a la pieza que se va a pintar”, comentó el artista.
“Una vez vez tatué a una chava que tenía cáncer de mama, me pidió los nombres de sus papás en la espalda, casi no platicamos, pero yo sentí que ese tatuaje era un tipo de despedida, yo le vi ese significado, tiene 34 años y hasta donde tuve noticias, sigue viva después de que la operaron, creo que ya no tiene cáncer”.
El tatuaje ya se ha convertido en una moda, principalmente entre la población joven, pero no es exclusivo de ellos, dijo Erik, quien relató que cuando era aprendiz, llegó una pareja de ancianos de 80 años, “el hombre pidió un gran dragón en su brazo y la mujer unos cerezos en flor y quedaron muy satisfechos con el trabajo. Un par de meses después volvieron para otros grabados”.
Narró que él no imaginó que su vocación era el ser tatuador, hasta que quedó desempleado. “Yo no tenía ni la idea de ser tatuador y empecé porque me quedé sin trabajo, pero desde niño, desde que tengo memoria, siempre me había gustado dibujar y en una de esas me compré un kit básico para tatuar, me costó cómo mil 300 pesos en ese tiempo y fui a un estudio a pedir si me dejaban entrar de aprendiz”.
Explicó que en varios estudios le negaron la oportunidad, hasta que llegó a uno ubicado en la zona centro de Naucalpan, donde eran un matrimonio de tatuadores, “la esposa fue quien abogó por mí y entré como chalán y aprendiz, sin sueldo”.
Para practicar, Erik le ofrecía a los vagabundos que deambulan en Naucalpan, hacerles el tatuaje gratis, “así lo hizo durante seis meses hasta que estuvo listo para hacer su primer tatuaje profesional”.
Los primeros hombres
Se sabe que desde los primeros hombres que habitaron la tierra, fue costumbre la modificación de la presencia natural corporal y en los habitantes del México prehispánico, alterarse la morfología del cuerpo, parcial o totalmente y de manera transitoria o permanente, fue una costumbre muy difundida, refirió Josefina Bautista Martínez, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en su trabajo “Alteraciones culturales en el cuerpo del hombre prehispánico”.
Refiere que es probable que la primera modificación que el hombre realizó sobre su cuerpo, consistió en cubrir de manera uniforme una región corporal o todo el cuerpo, utilizando sustancias o pinturas de varios colores o arcillas naturales que al secarse tomaron distintas coloraciones, quizá como protección del frío o de las quemaduras por el sol, o los piquetes de los moscos.
La pintura corporal pudo haberse aplicado de diversas maneras, con pinceles, con sellos o pintaderas y los colores utilizados evidentemente tuvieron que haber sido de origen vegetal o mineral.
MMCF