Zapateados de danzantes, rugidos de Tecuanes, travesuras de diablillos y sombreros ondeando al ritmo del tambor y música de bandas de viento, se apreciaron en la escalera ancha de Atlixco, Puebla. Esto como parte de la celebración del 56 aniversario del nacimiento de las fiestas del Huehue Atlixcáyotl.
Tecuanes expertos contagiaban el orgullo de ser danzantes a los jóvenes, señoritas, niños y niños, quienes en conjunto sorprendieron, con sus pasos y estilo, a atlixquenses y turistas, quiénes admiraron el encuentro de Tecuanes provenientes de Ixcateopan y Zitlala Guerrero; Apuyeca y Tetelpa Morelos así como Piaxtla e Izúcar de Matamoros Puebla.
El Tecuan acarició el viento con su látigo y clavó su fuerza en el suelo. Rugió como un hombre tigre, bailó con sus manos y flotó entre salto y salto, luciendo su piel amarilla en medio de la calle colorida de este pueblo mágico, el cual revivió el encanto de sus tradiciones; con el único objetivo de preservar las danzas, y también, como destacó la alcaldesa Ariadna Ayala, reconocer las raíces de los ancestros y su valor. Además anunció que apoya al HueHue Atlixcáyotl y lo regresará a la plazuela de la danza.
Pedro Mauro Ramos, cronista del Consejo de la Crónica del Estado de Puebla, fue narrando un poco de la historia antes de cada danza, donde el paso característico en común fue: encorvar la espalda, poner las puntas y talones en contacto con la tierra y levantar las manos con una alegría hacia el cielo, mientras resonaba constante el sonido del tambor como el latido de un corazón acelerado. Una emoción que inició en la punta de los dedos de los danzantes y que culminó en un grito grupal a todo pulmón. Escena que capturó más de uno en sus dispositivos móviles.
Máscaras, diálogos y gritos narraron historias a lo largo de la calle, el piso fue el sostén de los danzantes y los cohetes marcaron el clímax de algunas participaciones.
La gente aplaudía, algunos pobladores admiraban los bailes desde sus ventanas y los danzantes repartían mezcal a todos con el dicho de "agüita de la llave". Incluso los niños desde sus lugares al paso del tiempo movieron los pies y la cabeza como si ya hubieran conocido las danzas y el ritmo de la flauta.
No faltaron los vendedores de churros y antojitos a quienes incluso los danzantes bromearon. Y la gente sentada en las escaleras disfrutó la caída de la tarde con la algarabía del Tecuan, único en cada Estado. Abriendo pista con el talento poblano y cerrando con el guerrerense, este último grupo por de más bullicioso y con listones coloridos de papel de china en la punta de sus sombreros.
Finalmente, como agradecimiento a las excelentes participaciones de los danzantes, la noche cerró con el aplauso ensordecedor de las 500 personas que se dieron cita en el HueHue Atlixcáyotl.
CHM