Teresa vende mazapanes para cubrir los gastos de su familia

Este miércoles de ceniza, y aprovechando que la gente acudió a La Villita para recibir la cruz en la frente, Teresa Betancur Jurado solicitó apoyo ofreciendo los dulces a la entrada del lugar

Teresa Betancur Jurado, vende mazapanes para llevar dinero a casa. (Elizabeth Hernández)
Elizabeth Hernández
Pachuca /

A las 11:30 llegó Teresa Betancur Jurado a la Villita y después de pasar el filtro sanitario que se colocó a la entrada del centro religioso este miércoles de ceniza, ella y su sobrino pasaron a la sacristía y no fue para pedir la cruz de ceniza, sino para solicitar autorización del sacerdote Marco Antonio Roldán Rosas, que le diera permiso para vender mazapanes en la entrada del lugar, petición que fue aceptada con una sonrisa.

Fue así como Teresa, de 33 años, caminando apoyada de su bastón, llegó a la entrada para ofrecer sus mazapanes a cinco pesos, mientras movía sus pies, que se cubrían de calzado de plástico, y ofrecía con voz tímida los dulces de cacahuate.


“El 1 de enero de 2020 tuvimos un accidente de auto, que fue lamentable, pero el padre Marco Antonio conoció a mi bebé que falleció, así como a mi esposo quien también murió en el accidente que tuvimos en un taxi, por lo que le vine a pedir ayuda y me dio permiso de vender mis mazapanes acá afuera
“Yo quisiera trabajar, pero quedé delicada de mis tobillos por el accidente, apenas el viernes pasado me retiraron un clavo que me estaba lastimando, y tenía que tener reposo, pero la necesidad es mayor y ahora vendo mazapanes, aunque quisiera vender más dulces, pero no he podido encontrar apoyo”, expresa Teresa.

En este ir y venir para tramitar alguna ayuda a la presidencia municipal de Pachuca para madres solteras, señala que la han rechazado “y ni siquiera me dejan entrar, pero no escuchan que quedé viuda con una bebé, además de que me hago cargo de mi mamá que también tiene lesiones, y requiere de una prótesis en su rodilla, sale cara y no he encontrado quién nos apoye”, exclama.

Mientras la gente entra a la Villita, en donde se persigna y hacen una inclinación de respeto antes de entrar, Teresa extiende su brazo con la caja de mazapanes, a la cual pocos son los que la miran, pero no deja de repetir la acción que es imitada por el niño que la acompaña.

“Siempre ando por La Villita, o a veces me voy al Reloj Monumental o por las calles del centro, o por el Aurrerá. Yo vivo por Ferrocarril Central, así que me salgo para vender algo de dulces, regresar y ayudar a mi mamá y al cuidado de mi hija que sobrevivió.
“El 2020 fue año horrible, perdí a mi niña de tres años, y la que tengo ahorita se salvó porque yo estaba embarazada, así que ahora vivo por ella”, explica la mujer.

Asegura que le da miedo exponerse es latente todos los días, “porque tengo a mi mamá que es persona de la tercera edad”, pero seguirá buscando alguna ayuda para que pueda salir delante de los padecimientos físicos que le atañen a ella y a su mamá, así como para sacar adelante a su hija.

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