Vender en tianguis, el medio informal para enfrentar crisis

Pregunte sin compromiso. Tacos, ropa, libros..., todo es comercializable y siempre hay un comprador en potencia en algún lugar, solo hay que mostrar las cosas

El lugar recibe a compradores y vendedores en el tianguis sabatino, a partir de la 1 de la tarde y hasta las 10 de la noche. (Alejandro Evaristo)
Alejandro Evaristo
Pachuca /

Es sábado. Desde el mediodía empezaron a llegar los clásicos: el puesto de carnitas, el de quesadillas y otros antojitos, también el de pan de feria.

Los que ya llevan tiempo vendiendo saben que deben colocarse cerca de los postes de luz, para poder “tirar una línea” que les permita gozar de la bendita energía eléctrica sin problema, sin cables cruzados o falsos contactos.

El lugar cuesta 25 pesos por aproximadamente cada metro cuadrado que se pagan a una familia que nadie sabe por qué son los responsables de usufructuar el espacio público mientras las autoridades municipales, por supuesto, brillan por su ausencia.


Lo que importa es vender, hacerse de unos pesos para completar lo de la despensa, las medicinas, los útiles escolares...

El tianguis sabatino en El Saucillo, una de las colonias más conocidas en Mineral de la Reforma, es toda una experiencia para vendedores noveles y compradores curiosos. Lo mismo encuentra un juego de llaves para baño en 70 pesos usadas, que una rebanada de pastel de gansito con base de tres leches en 39 pesos, una promoción de tacos de dos por 50 pesos “y le regalamos el refresco” y hasta un interesante texto sobre economía en 30 pesos.

Hay de todo, porque todo es comercializable en ese espacio, siempre y cuando sea legal.


Necesidades por satisfacer 

Elena, María, Isabel, Marta... su nombre no importa, lo que nos interesa es el hecho. Llegó con tres bolsas de plástico tamaño jumbo y saludó a los comerciantes en los espacios aledaños.

No los conoce, pero les llama vecinos y todos sabemos que un gran poder trae consigo enormes responsabilidades: cuidar el puesto “mientras regreso”, cambiar un billete, incluso referenciar a potenciales clientes, compradores o “víctimas”. Aceptémoslo, todos hemos tenido uno de esos calificativos alguna vez.

“Traigo una ropita pa’ vender”, dice mientras extiende sobre el suelo una enorme pieza de plástico en la que acomoda vestimenta para bebés y adulto, la mayoría para mujeres, igual que el calzado, hasta una máscara.

Estará acá al menos cinco horas, así que debe haber un buen ambiente y lo sabe. Cualquier adversidad es mejor enfrentarla en grupo. “A ver cómo nos va. Ojalá pueda vender algo porque me quedé sin trabajo, se me enfermó mi bebé y ya no sé qué hacer”, dice a la vecina de las flores.

Establecen una amena conversación apenas interrumpida por los ruidos de uno de los puestos de enfrente, el que vende bocinas bluetooth, audífonos y tarjetas de memoria porque están probando su mercancía, “no vaya a ser que llegue alguien, pregunte y el aparato no funcione”.

Los del puesto de al lado no traen escándalo porque venden bisutería. Collares, anillos, pulseras o esclavas hechas de acero y otros materiales, nada de oro o plata. Son dos jóvenes cuya edad en conjunto no supera los 50 años: en cinco horas sucumbieron ante dos rebanadas de pastel y una orden de tacos para cada uno.

“Nosotros no los hacemos, el proveedor se los da al patrón y él nos manda a vender aquí”, confiesan. Las mujeres siguen su charla y observan a los nuevos...

De todo como en botica

El tianguis vespertino/nocturno es pequeño, pero surtido.

La mayoría de los comerciantes vende cosas de uso, desde ropa, calzado y juguetes, hasta televisiones, radios y autoestéreos. También hay cosas nuevas y, por supuesto, libros de segunda mano, unos bien conservados y otros que de solo mirarles parecerían a punto de desarmarse.



También hay dulces, crepas, elotes, artículos electrónicos e incluso hermosas piezas de botellas cortadas y adornadas con vitrales para floreros, vasos o contenedores, “el chiste es reciclar”, dice el jovenazo que las hace.

Son casi las 10 de la noche y la señora que llegó temprano está feliz porque vendió casi la mitad de la mercancía que llevaba, dice que le fue bien y que podrá comprar los medicamentos de la bebé y la comida para el domingo.




LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.