Mantener en buen estado la parroquia de Santiago Apóstol, un templo franciscano del siglo XVI, situado en Atotonilco de Tula, es una labor titánica que realiza en la actualidad un grupo de especialistas, ante los daños que presenta la bóveda de cañón corrido por la filtración de agua de lluvia.
Esta labor requerirá seis meses de trabajo y por lo menos 280 mil pesos, señala Flavio Ramírez Benítez, sacerdote de la parroquia, misma que hoy tiene en marcha una rehabilitación en su bóveda.
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Desde hace años el agua de lluvia comenzó a filtrarse hacia el interior de la bóveda, afectándola por la carga de líquido filtrado, lo que además afectó la pintura del interior de la bóveda.
En su momento se intentó una reparación que no resultó, debido a que no se efectuó de manera indicada, se presentó nuevamente el filtrado de agua, y ahora “lo que se tiene que hacer en la bóveda es levantar las capas que se pusieron en la ocasión anterior; se están encontrando algunas formas de aplicación que no son los correctos, por ejemplo, en la primera capa le pusieron mucho granzón de tezontle, eso hace que guarde más humedad y se filtre hacia adentro”, dice el sacerdote.
Además explica que “entre capa y capa se despegó, porque en la primera la pusieron y la dejaron muy pulida, y entonces la segunda capa se despegó y se mete el agua por ahí, y vienen las filtraciones; en este momento se está en la fase de la remoción de capas deterioradas, y después vendrá la aplicación de la nueva capa”.
Este proyecto debía iniciar desde marzo, sin embargo el cierre de oficinas por la pandemia del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, retrasó la autorización para las labores; apenas en los últimos días de agosto la delegación Hidalgo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), autorizó los trabajos del proyecto a través del oficio SIT410-20, firmado por Héctor Álvarez Santiago, director del Centro INAH Hidalgo.
El sacerdote señala que en esta ocasión los encargados de las labores “trabajan directamente con el instituto y tienen alrededor de 20 años de experiencia en este tipo de trabajos”, aunque no será una labor sencilla pues “solamente de la base de las almenas, y el cañón de la bóveda, se requerirá un aproximado de 280 mil pesos de inversión por materiales y mano de obra”.
Los trabajos requerirán una labor de “entre 4 y 6 meses para que se dé bien el periodo de secado y cuarteadura entre una capa y otra, y luego poner el acabado que es con alumbre”; estos trabajos permitirán “que adentro ya no haya humedad, y en unos seis meses empezaríamos con la decoración de la parte interior”.
Actualmente, expresa el cura, están recaudando recursos para los trabajos, y si este esfuerzo marcha bien, podría ampliarse la rehabilitación a las almenas y el campanario, pero estas labores adicionales requerirán un mayor recurso económico.
Román Valencia, es un arquitecto con más de 40 años de residencia en Atotonilco de Tula y miembro del comité que está arreglando la capa exterior de la bóveda, para evitar filtraciones de agua; “tenía ya previamente hechos dos trabajos, pero al presentarse las condiciones climáticas presentan fisuras, cuarteaduras, y al no tener un mantenimiento preventivo, hoy requiere urgentemente este trabajo”.
Uno que requiere la colaboración del párroco, el comité pastoral y un grupo de feligreses quienes están trabajando en este proyecto.
Trabajo especializado
El arquitecto explicó que la rehabilitación “se hará con gente especializada, con su proporción debida de cal, un aligerante que lleva, y algunos aditivos que hoy le podemos incluir; y desde luego, apegado a la normativa que nos marca el INAH, ya tenemos permiso”.
Considera que “es muy importante rescatar este techo, lo que le va a permitir tener vida para muchos años más”.
Son trabajos delicados y que requieren de mucho conocimiento, pues por ejemplo “no se puede golpear muy fuerte, por la misma situación de que son más de cinco siglos con esta loza, y luego hay que darle un tiempo de recuperación, de preparación y de fraguado a cada trabajo que se haga; también se va a hacer en la parte perimetral, con las almenas una reparación, para que sea integral, y evitemos tener cualquier problema a un futuro inmediato”.
Los feligreses conocen el problema. Cada que entran al templo observan su bóveda, con evidentes daños por la filtración de agua. De cuando en cuando mientras están en misa ven caer copos, de salitre, que caen como si fuera nieve.
Los feligreses están conscientes de la problemática que ya les ha explicado al término de las misas el sacerdote; apela a su apoyo, pues son trabajos que no son baratos, pero sí necesarios, para mantener un monumento histórico del siglo XVI, bien público.
El arquitecto Valencia detalla que una vez que terminen los trabajos al exterior de la bóveda, iniciarán las labores en la parte interior, en donde “probablemente sólo sea un cepillado y una limpieza manual”.
Él mismo ha visto los copos de salitre caer. “Quienes veníamos a la iglesia nos dábamos cuenta que ya caían una especie de copos de nieve, que es el salitre que se forma; seguramente será una limpieza que hay que hacer y colocar su pintura para tener una apariencia adecuada, pero el mayor daño es en la bóveda”.
Y remata: “quien quiera sumar su granito de arena para el beneficio de estos trabajos lo puede hacer, con el comité pastoral o con el padre”.