En el municipio de Santa Rita Tlahuapan, Puebla, se encuentra el Rancho San Martín Lavanda, una organización agroindustrial creada para impulsar el turismo ecológico y la producción de plantas de la familia de las lamiáceas, cuyas propiedades son aromatizantes y medicinales.
En una extensión de 14 hectáreas, entre dos barrancas, un río y el manantial de la Asunción, este sitio forma parte del Parque Nacional Iztaccíhuatl y Popocatépetl, por lo que es considerado reserva ecológica.
Visitar los campos morados es posible, ya que el rancho ofrece visitas guiadas (previa cita), donde se recorren la destilería, los senderos de lavanda, el invernadero, así como los huertos y criaderos de conejos.
Además, el espacio cuenta con talleres, uno de ellos para aprender a realizar jabones de tocador con un toque personal, mientras que en el otro se fabrican maracas rellenas de esta planta o alpiste. También se permite participar en la cosecha de las flores de lavanda.
El taller de jabón es impartido por la anfitriona de la tienda, Dora Luz Ramírez Aguilar, quien resalta que no hay planta más relajante que la lavanda. “Es sedante, ayuda como digestivo, antiséptico, cicatrizante, relajante y balsámico”. Con paciencia y esmero explica todo el proceso, cuyos ingredientes son glicerina, colorantes vegetales naturales y, por supuesto, la flor de la lavanda deshidratada, lo que permite darle el toque personal a cada jabón.
Nativa de las zonas secas y rocosas del Mediterráneo y el sureste asiático, la lavanda puede crecer por germinación en otras partes. En este caso, la tierra fértil de esta localidad combinada con su clima templado permite su reproducción.
Propiedades de la lavanda
Delfino Nájera Hernández, encargado del rancho, informó que por más de 28 años se ha logrado reproducir ocho especies: Provence, Folgate -ambas comestibles-, Grosso -que se utiliza para destilar-, Española, Rosita, Spike y Royal Velvet- que sirven de ornato-.
Además de la siembra y cosecha de la planta de lavanda, a lo largo del año se destila para fabricar aceites que se destinan para diversos productos, como jabones, champú, acondicionador, gel antibacterial, exfoliantes, desinfectantes, mermeladas, entre otros.
En total son 17 aromas, los cuales provienen de las plantas de romero, lavanda, lemongrass, menta, tomillo y vetiver. Cáscaras de cítricos: toronja, naranja, mandarina y limón; así como de ramajes: eucalipto, pirul, oyamel, cedro blanco, cedro limón, douglas fir y ayacahuite.
Los ramajes se obtienen de podas autorizadas o desperdicio, ya que se mantiene un respeto por el medio ambiente. En el caso de la variedad Grosso, solo una vez al año florece la lavanda.
En todos estos productos se busca aprovechar las propiedades terapéuticas de la lavanda y de otras plantas. Algunos son analgésicos, antiinflamatorios o antioxidantes; otros cicatrizantes, algunos más relajantes, antisépticos e incluso balsámicos.
Todos los aceites y esencias naturales se fabrican de forma artesanal. En promedio se emplea el agua a 110 grados centígrados: “En el caso de la lavanda, quienes nos viene a ayudar (en la recolección), les damos una liguita y les enseñamos cómo hacer sus ramos y luego se cuelgan para su secado o las metemos al destilador para sacar su esencia”, explicó Delfino Nájera.
Precisó que el proceso “sólo es puro arrastre de vapor, por decir, si traemos 20 kilos podemos sacar de 60 a 80 mililitros de aceite”, por lo que la labor puede demorar de 4 a 5 horas.
Una experiencia morada
El recorrido por el lugar inicia en la destilería, donde están las máquinas de extracción. Ahí se explica el proceso de cómo se obtiene el aceite y agua destilados. Agosto es el periodo en el que las visitas llegan hasta mil por día.
En noviembre, durante la poda del douglas fir, también conocido como pino canadiense, se puede destilar hasta una tonelada de ramaje, lo que permite hasta producir 14 litros de aceite.
Empero, el aceite de lavanda es el que más se prepara y con el que se fabrican más de 20 productos, mismo que se comercializa en su propia tienda.
Tras la explicación, los visitantes ascienden 700 metros para dirigirse a las zonas de cultivo, donde se muestran los diferentes tipos y variedades de lavanda que se cultivan, así como sus usos, por lo que cada año se venden hasta 10 mil plantas.
Cabe señalar que en esta época del año se vive el proceso de renovación de la tierra, el cual consiste en hacer rastras y surcar las parcelas, lo que impide el crecimiento de las raíces de los árboles circundantes, pues le quitan agua y nutrientes a las plantas. A la par, se abona la tierra con material orgánico proveniente de las heces de conejo.
Después, ya cercana la temporada de lluvias, se trasplantan las lavandas que crecen en macetas. Estas se obtienen de las plantas madres que se localizan en un área donde hay un sitio todavía más arriba de las parcelas.
Una de las ventajas de estas siembras es que requieren poca agua y cuidados, ya que basta con que “le pegue un poquito el solecito”, incluso todas son resistentes al frío. Respecto a sus tonalidades, aunque predomina el morado, “hay una que se llama melisa cuyo tono va entre moradito y blanco”, señaló Delfino Nájera.
Asimismo, el responsable del sitio precisó que se emplean más la Grosso porque existen estudios que avalan su uso, “como en el caso del 'sanitizante', que está avalado por la Secretaría de Salud”.
Señaló que los ejemplares de esta especie puede vivir 25 años y su talla alcanza hasta metro y medio, pero por la acidez de la tierra, en este municipio solo llegan a un metro, pues sus tallos son de 75 centímetros.
Otras actividades
Después de la caminata por el primer sendero, se ofrece como terapia de relajación disfrutar de la vegetación, la cual ha sido denominada como “Baño de Bosque”. Se trata de un delicioso recorrido entre cedros, pinos y amates. En este punto se invita al visitante a abrazar un árbol para recargarse de energía.
Tras otro ascenso, se llega a los invernaderos, donde se muestran las plantas que se destinarán para la resiembra y venta. En este sitio hay poco más de 22 mil plantas en esqueje: “En cuatro meses ya tienen suficiente raíz para sembrar (…) en un año alcanzan su madurez para cortes”, dijo Nájera.
El camino continúa hacia los criaderos de conejos y los huertos. Para llegar hay que subir por los senderos del bosque, donde se puede apreciar las barrancas y gran variedad de árboles y helenos. Al mismo tiempo, el volcán Iztaccíhuatl comienza a asomarse entre las nubes.
En el criadero se puede alimentar a los conejos. Cabe mencionar que la reproducción de este mamífero tiene como propósito liberarlo tras su crecimiento. En la misma zona se ubican las cabañas o casas rústicas, disponibles para la renta. Las opciones son para tres, cuatro o hasta siete personas. Los precios por noche son: mil 300, mil 650 y mil 950 pesos, respectivamente.
“Ustedes pueden llegar hoy a las once de la mañana y salir mañana a las cuatro de la tarde. Aún no contamos con el servicio de alimentos, por lo que la gente deberá traer y las cabañas tienen estufa, refrigerador, cafetera y microondas”.
Por último, el recorrido cubre el Sendero del Cedro Blanco, tras lo cual se puede visitar la tienda, donde se exhiben todos los productos disponibles: difusores, manualidades, tazas, vajillas, salsas, aderezos, sales de mar, lociones, aromatizantes para ropa y piso, todo de lavanda.
Esa área cuenta con una terraza, ideal para sentarse y disfrutar de los alimentos que se ofertan en la cafetería, mientras se respira el aire del bosque y se convive con la naturaleza. Ahí la especialidad son los panqués de lavanda acompañados por un café.
Otra de las opciones de menú son las hamburguesas acompañadas con papas a la francesa, así como paletas heladas y nieve de distintos sabores como frambuesa, tequila, limón o naranja, todas acompañadas con lavanda.
Para visitar el Rancho San Martín Lavanda, debe hacerse una reservación al teléfono: 55 40 26 46 13, con Manuel Cossío. La entrada no tiene costo.
Este sitio está ubicado en el kilómetro 53.75 de la Carretera Federal México-Puebla, entre Rancho Los Ciervos y el centro recreativo Arco Iris Sport Fishing.
Está abierto de martes a domingo de 10 a 18:30 horas. Cuenta con recorridos guiados y actividades, previa cita. En julio y agosto laboran todos los días porque es la época de cosecha de la lavanda.
AFM