Trabajar con barro les dio un techo

María Gertrudis Melgarejo trabaja el barro, junto a su esposo, desde hace 32 años; ama su oficio porque les ha dado para construir la casa donde viven

María Gertrudis Melgarejo, artesana. (Elizabeth Hernández)
Elizabeth Hernández
Pachuca /

Los días de María Gertrudis Melgarejo no son iguales desde hace 32 años, tiempo en el que su vida cambió por completo al apoyar a su esposo para que aprendiera la técnica del barro, mientras ella vendía cobijas, sábanas y colchas por catálogo para solventar los gastos de la familia, en aquel entonces con un solo hijo.

Recuerda que vivía angustiada, pero también ilusionada porque su esposo estaba aprendiendo algo que desde pequeño quiso hacer, realizar productos de barro.


"Es un negocio familiar y vivimos de esto, tenemos pedidos que nos mandan a hacer para bodas, XV años, bautizos, para todos los eventos".

"Mi primer hijo tenía 8 años cuando iniciamos con este proyecto. Un día llegaron a Omitlán para enseñar varios talleres y le dimos permiso a mi hijo para que tomara el taller, pero no regresaba, y mi esposo fue por él, pero regresaron entusiasmados porque querían aprender el arte, el oficio del barro, así que me preguntó: "¿me apoyarías para aprender?", y le dije que sí, por lo que me hice cargo de todos los gastos de la casa mientras él aprendía, fue un año difícil, pero lo logramos", expresa entusiasta María.

Durante ese año, mientras María ofrecía catálogos de productos a todas sus vecinas, su esposo se dedicaba a aprender y fue así como fue construyendo el horno de piedra que requerían para cocinar el barro y, poco a poco, se hicieron de sus herramientas hasta que iniciaron en forma el negocio.

"Mi esposo, antes de trabajar con el barro, no tenía un trabajo formal, a partir de que aprendió, nuestra vida cambió porque logramos hacer nuestra casa y salimos adelante con nuestros hijos, que ahora son tres", expresa con una sonrisa.

Actualmente, su esposo es quien se dedica a hacer el trabajo de formar los objetos y meterlos al horno, mientras que ella y sus dos hijos menores, pintan las flores que van dentro y en las orillas de las vasijas, ollas o figuras de barro.

"Me gusta mi trabajo, me gusta luchar y trabajar, y es una gran oportunidad el estar dentro del Pabellón Artesanal, dentro de la Feria de San Francisco Pachuca 2019, porque la gente nos conoce y sabe del trabajo que hacemos, de la entrega, y aunque sean 20 pesitos de venta, ese dinero es sagrado", dice.

Omitlán ha sido el lugar donde ha crecido el cariño entre ambos, su amor y compañerismo, "y siempre apoyaré a mi esposo en las buenas y en las malas; llevamos juntos 40 años, jamás he dejado solo a mi esposo, porque la vida nos ha demostrado que el trabajo en equipo, entre familia, vale mucho, y aún más las piezas que se hacen con ese cariño, amor y respeto por lo que nos ha dado de comer, por lo que nos ha dado un techo para dormir y vivir tranquilos", concluye.

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