San Cristóbal es una zona de las tantas que forman parte de todo ese conglomerado conocido como La Providencia, una conocida colonia del municipio de Mineral de la Reforma.
Es un sitio tranquilo y sin mayores conflictos, excepto por el servicio de agua potable, que se ofrece por “tandeo” o cada tercer día, coinciden vecinos de la zona, quienes solo ven dos problemas serios: el primero, no hay variedad de negocios, así que la gente debe acudir a otros puntos de la colonia para poder adquirir lo que sea que requieran y, el segundo y que más molestias provoca, el transporte público, especialmente en la segunda sección.
“La milagrosa”
En la esquina de bulevar San Cristóbal y la Primera Cerrada del Piñón hay un comedor conocido como “El sazón de la abuela”, cuyo propietario aprovecha para vender otras cosas y hacer un poco más de espacio y obtener más ingresos.
Hace meses el negocio estaba sobre el mismo bulevar, poco antes de llegar a la Cerrada del Encino, pero con la pandemia disminuyó la movilidad de las personas, lo cual provocó la reducción en las ventas y, por consiguiente, en algún momento resultó difícil poder cubrir la renta del local.
Él acude cada día a las tiendas de La Providencia para comprar los insumos que le permitirán preparar los alimentos y ocasionalmente va al centro comercial que se encuentra a la entrada de la colonia. Regularmente regresa caminando.
Los vecinos de la zona saben que el transporte público dominical es casi inexistente, por ello hay quienes llaman a esa ruta “la milagrosa”, porque se aparece de vez en cuando. De hecho es común ver a personas, en solitario o en familia, yendo o regresando del tianguis que cada semana se coloca en el Circuito La Providencia, caminando, por supuesto.
Esperar “la combi” es, por decir lo menos, una empresa casi imposible.
Una ruta olvidada
Hubo oportunidad de charlar con algunos de los ocho choferes que cubren esa ruta “todos los días”. Por supuesto, coinciden en el hecho de que la emergencia sanitaria ha representado un duro golpe para sus bolsillos, no así para el de sus empleadores.
Es una mala zona, coinciden. Al día generan entre todos una ganancia de 2 mil 800 pesos, pero la mayoría de los propietarios de esas unidades tienen 20, 30 o hasta 40 vehículos más en otras zonas, con una diferencia: aquellas en las que sí hay bastante pasaje y recorridos constantes, entregan hasta mil 200 pesos de cuenta al día, al menos eso comentaron.
La “base” de esta ruta está al término del bulevar San Cristóbal y supuestamente salen con una diferencia de 15 minutos entre una y otra unidad.
Recorren esa vía, dan vuelta en Circuito La Providencia, luego en calle Santa Cruz hasta su intersección con la calle Santa Cecilia y de ahí hasta calle Petróleo, que recorren hasta El Saucillo, de ahí al parque industrial Canacintra hasta la carretera Pachuca Sahagún. Recorren esta vía hasta Caasim y de ahí toman el bulevar Panorámico, Cubitos hasta que se convierte en Pino Suárez y la siguen hasta llegar a la Iglesia San Francisco, de ahí a la presidencia municipal, giran en Ocampo y hacen el recorrido de regreso.
Cada chofer debía entregar hasta antes de la pandemia 450 pesos de cuenta al día y llenar el tanque de su unidad con un gasto promedio de 900 pesos. El resto de lo generado durante los 10 u 11 viajes redondos efectuados iba directo a sus bolsillos.
Este recorrido les toma algo así como una hora y 10 minutos desde San Cristóbal hasta el centro de la ciudad de Pachuca y el regreso al punto de partida.
Con la pandemia, les redujeron la cuenta y solo deben entregar 350 pesos, pero siguen cargando la misma cantidad de gasolina (900 pesos), aunque hay menos usuarios desde hace más de 16 meses y, por tanto, menos dinero en sus bolsillos.
Antes de la crisis sanitaria, recuerdan, lograban reunir la cuenta, cargar el tanque de gasolina y les quedaban de 250 a 350 pesos “libres”, a veces un poco más, pero la historia ha cambiado y hoy consiguen apenas 50 u 80 pesos. En un buen día hasta 100 pesos, con suerte.
Malditos domingos
Cada día hacen ese recorrido, excepto cuando hay tianguis.
La mitad de quienes cubren esa ruta descansa del ajetreo diario y, quienes la trabajan, evitan llegar a la colonia porque “no hay usuarios”. Los choferes juran que los domingos hay cuatro unidades prestando el servicio, aseveración que cualquier vecino de San Cristóbal puede refutar sin mayor problema porque, en realidad, solo una llega hasta la base.
Las otras solo llegan a El Saucillo porque no hay “checador” y, bajo el pretexto de que “no hay usuarios”, deciden no llegar al final, para ellos no es necesario... _