Por tres generaciones, la familia Carbajal se ha dedicado a la elaboración de algodones de azúcar en el Parque Ecológico Zacango, esos dulces artesanales que parecen pedazos de nubes coloridas y nos recuerdan la magia de la infancia y la felicidad que nos provocaba ir a lugares como ferias, circos y zoológicos, que hoy parece se están difuminando.
El aroma que se percibe es delicioso, dulce y acaramelado, ese dulzor se mezcla a la perfección con el aire fresco que hay en este parque ubicado en una de las zonas más altas de la región, a los pies del Nevado de Toluca , dando un espectáculo a los sentidos, pues además del olfato y el gusto, los ojos también se llenan al ver esa mezcla de colores tenues; pero brillantes, que se funden uno con el otro.
Bajo el nombre de Algodones “El Oso” comenzó el sueño de la familia Carbajal, ya que en sus inicios el zoológico tenía en uno de sus accesos la figura de este animal, que daba la bienvenida a los miles de visitantes que asombrados recorrían cada área, conociendo y disfrutando de las especies que entonces albergaba.
En 1984, prácticamente hace cuatro décadas, el señor J. Isabel Carbajal Araujo dio vida a este pequeño quiosco al interior de Zacango, con sus algodones.
“Es un producto 100 por ciento nacional, de muchos años, mi papá inició aquí en el Estado de México, lleva más de 50 años con la producción y el comercio de los algodones”, explicó María de Lourdes Carbajal Márquez, hija del señor Carbajal.
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Ahora, María de Lourdes, acompañada de sus sobrinas, sigue con esta tradición, con un pequeño quiosco ubicado cerca del área de juegos infantiles, recordando todo lo que ha ido cambiando en este parque, por ejemplo, el área inspirada en la trayectoria del compositor mexicano Francisco Gabilondo Soler “Cri-Cri”, una parte legendaria del zoológico y que hoy ya no existe.
Más que un dulce
En estos años, explica, han logrado ver el crecimiento del parque, la llegada de animales, causando admiración y sorpresa, aún recuerdan la llegada de elefantes, leones, tigres y otras especies, el nacimiento de nuevos miembros, entre ellos tres hipopótamos juguetones, entretejiendo su historia personal y la de esta área natural.
También les ha tocado decir adiós y despedir a animalitos como Ted, que fue uno de los consentidos de Zacango, siendo testigos de lo que pocos pueden observar, ya que al interior, tanto cuidadores, como el personal de este parque también se encariñan con todas las especies que conforman el zoológico y cuando uno falta, se siente su ausencia.
“Es toda una historia de vida porque desde el personal del parque, gente que se jubila, jardineros, hasta los animalitos, todos parece que nos conocemos y que estamos atentos de lo que nos pasa (…) Nosotros somos las primeras personas que tenemos contacto con los visitantes, con los turistas, entonces conocemos, escuchamos, vemos las reacciones de la gente, las impresiones que tienen del zoológico, lo que le gusta, lo que no le gusta (…) Nos ha tocado el nacimiento de muchas especies como las jirafas, hipopótamos, la llegada de elefantes”.
Ya no hay tanta sorpresa
En cuatro décadas los cambios han sido muchos; el paisaje, la ciudad, el propio parque han ido evolucionando, lo mismo ha sucedido con las infancias, al menos así lo percibe María de Lourdes, ya que ahora con el uso de dispositivos electrónicos, de juegos de video o redes sociales, cada vez es más difícil sorprenderlas, pues además ahora tienen a la mano una cantidad sin igual de dulces y golosinas.
“Desafortunadamente ya no es como antes, de que el niño corría y veía el algodón y luego luego quería un algodón, casi casi que sin permiso ya lo estaban agarrando. Ahora la nuevas generaciones ya no les llama mucho la atención, porque en las ciudades ya se da mucho lo de las fiestas infantiles, los papás los llenan de dulces y ya están empalagados, entonces ya no vienen con esa emoción”.
Aunque el reto es mayor, siempre confían en que el amor a su oficio, los años de experiencia, les seguirán abriendo estos caminos, continuando con el legado familiar y esta dulce herencia.
La elaboración de estos algodones además incluye todo un espectáculo, pues las y los visitantes que llegan a Zacango pueden disfrutar del proceso de elaboración, de sus aromas y los colores.
“Tratamos de darle ese colorido, ese ambiente y ese gusto a la gente, de venderles un producto novedoso, porque no son unas papas más, es algo artesanal, tratamos de manejar distintos tamaños, sabores, colores, combinaciones, para que sea atractivo”.
Con distintos tamaños, desde el mediano, que mide alrededor de 60 centímetros, hasta el jumbo que alcanza hasta 1.60 metros, con una mezcla de hasta cuatro colores, buscan seguir sorprendiendo a chicos y grandes, regalando sonrisas y recordando que las mejores cosas de la vida son sencillas; pero llenas de diversión.
“El algodón de azúcar es otro dulce regional, típico, tradicional, del que no se debe olvidar la gente, del que todavía podemos verlo como algo novedoso, algo diferente, porque ya no se encuentra en cualquier lugar”.
Parque Ecológico Zacango
El Parque Ecológico Zacango cuenta con una superficie de 32 hectáreas en las cuales alberga una colección faunística de diferentes ejemplares con diversas especies originarias de distintas regiones del mundo, distribuidas en 8 zonas, dentro de las cuales se encuentran: aviario, carnívoros, primates, herbívoros, africana, Centro de Educación para la Conservación, granja y serpentario.
Este parque está construido sobre la Antigua Hacienda Franciscana del siglo XVI, que luego perteneció a los Condes de Santiago y Calimaya y es considerado uno de los más amplios y hermosos de Latinoamérica.
El Parque Ecológico Zacango está comprometido con la conservación y protección de las especies y a la fecha es miembro activo del ALPZA (Asociación Latinoamericana de Parques Zoológicos y Acuarios) y del AZCARM (Asociación de Zoológicos, Criaderos y Acuarios de México).
Fue inaugurado el 11 de diciembre de 1980 y fue declarado como Área Natural Protegida el 29 de agosto de 1981 gracias a los esfuerzos del Gobierno del Estado de México.
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